En una especie de déjà vu de lo sucedido en los últimos meses de 2024, la falta de combustible vuelve a disparar los apagones en Cuba.
Tras una breve tregua en los días finales del pasado año y los iniciales de este, en los que el déficit de generación bajó significativamente, las afectaciones han venido en ascenso en las últimas jornadas y ya ayer sobrepasaron los 1300 megawatts (MW) en el horario de máxima demanda.
Un día antes se habían elevado hasta los 1286 MW en ese propio horario, mientras que para este jueves el pronóstico oficial vuelve a situarla en los 1300 MW si no ocurre ningún imprevisto.
El común denominador en todos estos días es la falta de combustible, que agudiza un escenario ya de por sí complicado por las seis unidades térmicas sin funcionar por mantenimientos o averías.
Esta ausencia golpeó incluso este miércoles a dos unidades de la termoeléctrica del Mariel, la Central fuel del propio Mariel y a 43 centrales de generación distribuida, con lo que totalizaron 467 los MW afectados por esta causa.
Para hoy el panorama no es muy diferente, de acuerdo con el parte de la Unión Eléctrica (UNE). Son 35 las centrales de generación distribuida sin combustible, a las que se suman la Central fuel de Mariel y la patana turca de Melones, en La Habana.
En total, la afectación por falta de combustible este jueves asciende a 456 MW, si bien para el horario pico se estima la entrada en funcionamiento de 7 motores en la central fuel de Mariel con 120 MW.
De esta forma, según la demanda prevista (3,250 MW) en dicho horario, hasta un 40 % del país estará apagado en ese momento, mientras que los apagones deben extenderse a lo largo de la jornada. Al mediodía, por ejemplo, el déficit pronosticado es de 550 MW.
Cuba atraviesa una prolongada crisis energética en los últimos años, debido a las reiteradas averías en sus centrales termoeléctricas, con décadas de explotación y un déficit crónico de inversiones, y a la carencia de combustible, debido a la falta de divisas para importarlo.
Los frecuentes apagones lastran la economía cubana, que se contrajo un 1,9 % en 2023 y tampoco creció el año pasado, según estimaciones del propio Gobierno, al tiempo que han atizado el descontento social y han sido catalizador de protestas callejeras y una inédita oleada migratoria.