Para una Olimpiada del Transporte en La Habana

Foto: Roberto Ruiz.

Foto: Roberto Ruiz.

Ahora que el béisbol está en pausa hasta el Clásico Mundial y que los campeonatos nacionales de fútbol y baloncesto han perdido relevancia mediática, los habaneros bien podrían aprovechar la situación actual del transporte –no diré crisis para que no me tilden de catastrofista– para instaurar una nueva competencia deportiva.

Podría llamarse Primera Olimpiada del Transporte en La Habana y contendría varias disciplinas relacionadas con el movimiento curvilíneo no uniforme que debe hacer cualquier cubano hoy para moverse en la capital de la Isla.

Reconozco que una competición de esta naturaleza, dada la creatividad y el carácter deportivo de mis coterráneos, podría contar con un amplísimo número de deportes. Pero para no pecar de exagerado dejaré en cinco mi propuesta y convidaré a los lectores a que sugieran otras posibles disciplinas que, de seguro, contribuirían a aligerar las paradas y avenidas.

Estas serían mis propuestas:

1- La pesca del almendrón. Hoy por hoy sería (es) el deporte más popular en La Habana. Sus reglas son sencillas: capturar un almendrón u otro automóvil privado dedicado al transporte urbano, cualesquiera que sean sus rutas y precios. En su variante más emotiva, destinada a competidores expertos, solo sería válida la pesca en tramos intermedios. Pueden utilizarse todos los instrumentos y artimañas de las que el atleta disponga, siempre y cuando sirvan para sus fines. Gana, lógicamente, quien lo logre en menos tiempo, y si además consigue que le cobren únicamente lo que está estipulado en las nuevas regulaciones del gobierno de la capital, pues entra directamente al Salón de la Fama.

2- El guaguabol. No es un deporte nuevo, como muchos de seguro saben. Su práctica fue documentada en los años ochenta por Héctor Zumbado. En esta disciplina deben combinarse, sin ninguna disciplina, las habilidades de varios deportes ya establecidos, como el atletismo, la lucha y el ajedrez. El objetivo es simple: que el viajero logre montarse en la guagua que le sirve, no importa si lo hace en la parada o una cuadra antes, si para ello debe pasarle literalmente por encima al resto de los competidores o tiene que capturar el ómnibus en plena carrera y subirse por la puerta de atrás. Lo del ajedrez, por si no lo han adivinado, se debe a la elevada capacidad de reflexión que requiere.

3- El triatlón popular. Se trata de una versión del deporte oficial del mismo nombre, incluido en competencias múltiples como los Juegos Panamericanos y Olímpicos y, como en aquel, los triatletas también deberán practicar natación, ciclismo y carrera para llegar a su destino. Solo que el orden de estas disciplinas puede variar en dependencia de las posibilidades del viajero y de la ruta que desee cubrir. Por ejemplo, si va desde Boyeros hasta Habana del Este puede ir en bicicleta hasta la bahía, de ahí cruzar nadando hasta el otro lado y entonces soltarse a correr hasta Cojímar o Alamar. Siendo realistas, para este deporte se necesita buena preparación física o una gran fuerza de voluntad.

4- Carrera a Habana traviesa. Variante urbana de la carrera a campo traviesa o cross-country. En este caso, proponemos cambiar el nombre para evitar equívocos porque ya se sabe que en la Habana la palabra “campo” no es muy bien vista. Lo de traviesa funciona también por las “travesuras” de la ciudad que deberán sortear los competidores: baches, aceras rotas, montañas de basura, colas, vendedores ambulantes, semáforos que no funcionan y cualquier otro obstáculo que pueda aparecer ese día. Si se descubre que un competidor montó una guagua o hizo botella para llegar primero a su destino quedará automáticamente descalificado.

5- X Games habaneros. Más que un deporte serían un conjunto de deportes extremos –más extremos que los anteriores, quiero decir– que bien podrían independizarse en un futuro en un evento propio. Entre las disciplinas posibles a practicar estarían el traslado de un lugar a otro de La Habana en ala delta o parapente –del Focsa a La Cabaña podría ser una ruta, aprovechando que todavía estamos en Feria del Libro–; la escalada de edificaciones para cortar camino, con el peligro agregado que representa el estado constructivo de algunos edificios habaneros; las carreras en patines y skate o patineta, en las que se desafiará al tráfico por las calles y avenidas de la ciudad y en las que sería válido agarrarse de guaguas, camiones y hasta de los mismos almendrones para llegar a la meta; y el canotaje en los ríos de La Habana, extremo no por la turbulencia de las aguas sino por su pestilencia y contaminación. Este último tendría también el inconveniente de que sus rutas serían algo limitadas, pero podría pensarse en una combinación con ciclismo de BMX para continuar una vez fuera de la canoa. Así, además de competir, el atleta podría tener una segunda perspectiva de una urbe que es toda una maravilla. Y eso no lo inventé yo, lo dice la fundación suiza New7Wonders.

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