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Luego de más de un mes de distribución, la comercialización del gas licuado de petróleo (GLP) quedó paralizada en la mayoría de las provincias de Cuba debido a la falta de disponibilidad del combustible doméstico.
Así lo confirmó Irenaldo Pérez Cardoso, director adjunto de la Unión Cuba Petróleo (CUPET), al periódico Granma.
Pérez explicó que ya se agotó el inventario proveniente del buque que arribó a la isla en mayo.
Durante su distribución, en las provincias de La Habana, Artemisa y Mayabeque se logró cubrir un 66 % de la demanda, mientras que en el resto del país la cobertura promedio osciló entre el 50 % y el 60 %.
Actualmente, se espera la descarga de un nuevo barco que ya se encuentra en aguas territoriales, pero su operación dependerá de que se complete el pago al proveedor internacional. Este cargamento estaría destinado al consumo durante el verano.
Ante la escasez, las autoridades aseguran que los centros socioeconómicos vitales seguirán recibiendo suministro.
Para ello, dicen, se utilizarán pequeñas producciones nacionales procedentes de la refinería de Cienfuegos y de la Planta Energas en Puerto Escondido, destinadas exclusivamente a estos servicios priorizados.
Gas licuado a cuentagotas
En los últimos años, Cuba ha enfrentado serias dificultades para adquirir combustibles debido tanto a la falta de financiamiento como a la persecución de sus transacciones internacionales, en el marco del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de Estados Unidos, refirió la nota.
Con la nueva paralización del suministro, la escasez de gas licuado continúa siendo un problema de carácter nacional sin solución efectiva.
De acuerdo con las autoridades, entre los factores que han provocado esta situación se encuentran los retrasos en la descarga de buques, las trabas para realizar pagos internacionales a causa del embargo, y el incremento del precio del gas en el mercado internacional.
En un contexto marcado por frecuentes apagones, la falta de este combustible agrava aún más las dificultades para preparar alimentos en los hogares cubanos.
La ciudadanía, que depende del gas licuado para cubrir necesidades básicas como la cocción de alimentos, sigue esperando una estrategia energética más coherente, justa y duradera.