A finales de septiembre de 2022 el huracán Ian castigó con furia al occidente de Cuba. El poderoso ciclón se ensañó con la provincia de Pinar del Río, principal productora de tabaco en la isla, que azotó a paso lento con fuertes lluvias y vientos por encima de los 200 kilómetros por hora.
La devastación fue enorme. Más de 100 mil viviendas resultaron afectadas por el fenómeno, la mayor parte de la red eléctrica y telefónica se fue al piso, la agricultura sufrió importantes pérdidas y, dentro de esta, la producción de tabaco resultó severamente golpeada. En especial, se registraron daños significativos en los municipios de San Luis, San Juan y Martínez, y Pinar del Río, claves en la cosecha de las hojas para la fabricación de los célebres puros Habanos.
El impacto de Ian al sector tabacalero de Vueltabajo fue tal que, a pocos días del paso del huracán, Granma lo calificó como “demoledor”. Las cifras reveladas entonces dibujaban un panorama crítico, en particular en la infraestructura. De las más de 12 mil casas de cura natural de la provincia alrededor del 90 % tuvo afectaciones, al tiempo que en las escogidas, despalillos y almacenes los estragos fueron “muy severos”, de acuerdo con el reporte.
Por si fuera poco, “parte de las instalaciones que se vinieron abajo tenían en su interior tabaco de las últimas cosechas”, lo que “hizo inevitable que se mojaran alrededor de unas 11 mil toneladas”, refirió entonces Víctor Fidel Hernández, delegado de la Agricultura en Pinar del Río. El número sería luego elevado a cerca de 15 mil, de las más de 33 mil toneladas acopiadas y protegidas antes del ciclón en la provincia, el grueso de las 41 mil en existencia en Cuba.
Hernández consideró lo sucedido como “el mayor golpe que ha sufrido la infraestructura tabacalera a lo largo de su historia”, por encima de los perjuicios ocasionados por los huracanes Isidore y Lili, en 2002.
Menos de seis meses después, el escenario luce diferente, al menos en parte del terreno, y las proyecciones oficiales apuntan al optimismo. Un optimismo, dicho sea, moderado por las dificultades y por los reajustes realizados para paliar las consecuencias de Ian sobre la producción tabacalera en Pinar del Río y, por extensión, en toda la isla.
Estrategias y realidades
Los trabajos de recuperación en Pinar del Río han sido “encomiables”, en opinión de Luis Enrique Blanco, director agrícola de la corporación estatal Tabacuba, a cargo del reputado sector de la isla. La estrategia gubernamental para enfrentar el golpe del huracán incluyó el traslado hacia otras provincias o zonas menos afectadas en Pinar del Río de miles de toneladas de la hoja acopiadas, para su rescate y procesamiento.
De esta manera, de las más de 14 mil toneladas con problemas en Vueltabajo, a mediados de noviembre se habían recuperado unas 10 mil, según se dio a conocer durante una visita de Díaz-Canel a la provincia. En el caso del tabaco destinado a la exportación, apenas 50 toneladas sufrieron daños; afectación “mínima”, de acuerdo con Blanco, quien precisó que solo un 15 % de esta materia prima se perdió debido a los efectos del ciclón; el resto se pudo recuperar para su procesamiento y empleo en la industria.
Pero la situación de la infraestructura es mucho menos halagüeña. Hasta el momento se han recuperado unas 2 400 casas de cura, de las cerca de 10 mil que dañó Ian. Se trata, no obstante, de una cantidad “muy meritoria”, asegura Blanco, “atendiendo a la disponibilidad actual de los recursos e insumos que se requiere para lograr en tiempo la construcción”.
Además, otras 1 700 casas deben terminarse en las próximas semanas. Hasta diciembre —con vistas a la próxima compaña— se espera que asciendan a 7 mil, comentó a la prensa el director agrícola de Tabacuba durante un recorrido a vegas pinareñas como parte del XXIII Festival del Habano, concluido este viernes.
Hasta la fecha, ha habido algunos escollos, sobre todo en la disponibilidad de la madera necesaria para la construcción de las casas de cura y otras edificaciones, debido a la falta de combustible para su transportación y problemas con el estado técnico de los equipos de corte. Ello causó atrasos en el proceso. Hasta finales de febrero se pudo trasladar solo el 62 % de la madera prevista, de acuerdo con Osvaldo Santana, coordinador de Tabacuba en Pinar del Río.
Problemas con la madera afecta construcción de casas de cura de tabaco en Pinar del Río
Aun así, “las casas que se han ido construyendo dan respaldo a lo que está plantado hasta la fecha”, dijo Blanco, quien explicó que a partir de las afectaciones “se reajustó” el plan de siembra previsto. De esta forma, las 15 695 hectáreas planificadas inicialmente en toda la isla bajaron hasta unas 9 500, mientras que en Pinar del Río —provincia responsable de alrededor del 70 % de la producción tabacalera de Cuba— las más de 11 mil hectáreas programadas se redujeron hasta las 5 780 aproximadamente.
Sin embargo, en lo que respecta al tabaco tapado, destinado a la fabricación de los Habanos, no ocurrió igual. “El plan de siembra estimado era de 2 100 hectáreas a nivel de país, a 1,4 tonelada por hectárea. Ese plan se mantuvo; no sufrió reajustes”, detalló Santana, quien aseguró que, para la isla, este tipo de tabaco es “la prioridad”. En Pinar del Río, el sitio por excelencia para su cultivo, las hectáreas previstas son 790. Por ello, Santana considera que no debe afectarse la producción de las capas para los puros premium más famosos del planeta.
Una campaña sui generis
Junto a los reajustes a la baja en el área a plantar, Tabacuba apeló a otras licencias productivas para disminuir el impacto negativo de Ian. De la mano de la necesidad, el período de siembra en Pinar del Río fue extendido hasta el próximo 20 de marzo. En el resto de la isla cerró en febrero.
“Estamos en alrededor de las 8 500 hectáreas sembradas en el país, o sea, que prácticamente ya se está cumpliendo el plan reajustado, que es un área factible para las condiciones actuales”, comentó al respecto Luis Enrique Blanco. Aseguró que, para llegar a este punto, “no ha habido descanso” para los campesinos y trabajadores del sector en los últimos meses, mientras que en materia de aseguramientos y otros factores la siembra “ha marchado bien”.
“A partir del corrimiento de la campaña se logró que los recursos llegaran en tiempo —apuntó. Inicialmente contamos con cobertura para el 100 % del tabaco tapado, igual que para las áreas de semilleros y las vegas finas de primera, que es la materia prima que tributa al tabaco premiun para la exportación. Para el resto, al correrse la siembra, también llegó en tiempo. No hubo problemas con el fertilizante, que siempre ha sido una preocupación para los productores, porque es imposible obtener altos rendimientos y calidad si no se tienen esos recursos. Y el resto de los insumos, entre ellos los plaguicidas, también llegaron y continúan llegando al país”.
Lo anterior supone un cambio respecto a la campaña previa, en la que la falta fertilizantes y otros insumos, así como problemas logísticos, provocaron una reducción del área a plantar en alrededor del 20 % de lo inicialmente planificado. En cuanto al plan de producción, fue rebajado de 27 mil a 22 mil toneladas. En los años anteriores la cosecha ya venía cayendo, de más de 30 mil toneladas en 2017 a menos de 22 mil en 2021, de acuerdo con datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI).
Pero este año no solo parece haber existido mejor cobertura de insumos, al menos para el terreno reducido a sembrar. Además, según Blanco, el clima y las plagas han echado una mano a la agricultura tabacalera en Vueltabajo.
“Después del huracán el clima ha sido favorable y eso nos ha dado la posibilidad de correr la siembra hasta marzo. Están haciendo días bastante buenos para el tabaco, con condiciones favorables de temperatura y humedad —consideró. En cuanto a las plagas, el año ha sido bastante favorable. Los pocos focos que han salido se han limitado al tercio inferior de la planta, en hojas que se pueden desechar y que no afectan el rendimiento en capa exportable”.
En el surco
Reynel Rojas coincide con las apreciaciones del director agrícola de Tabacuba. Rojas es heredero de la tradición tabacalera de su familia y acumula una década de labor en el campo, en particular en la producción de tabaco tapado para la exportación. El joven productor, quien tiene su finca en la carretera de La Coloma (por donde el centro del huracán entró a la provincia) celebra que haya hecho “bastante buen tiempo” este año y sea bajo el impacto de plagas como el moho azul.
En la campaña actual, Rojas cuenta con 13 hectáreas sembradas. Por cada una espera un rendimiento de 1,3 toneladas, con el esfuerzo propio y el de sus casi un centenar de trabajadores. Pero para poder llegar a este punto asegura que debió hacer en tres meses lo que antes había logrado en diez años, además de recibir un apoyo “incondicional” del Estado para adquirir los recursos necesarios y reconstruir la infraestructura dañada por Ian.
No todos los productores han corrido la misma suerte. Un reciente despacho de AFP, previo al Festival del Habano, recogía el testimonio de campesinos con experiencias distintas a cinco meses del paso del ciclón. Mientras unos, al igual que Reynel Rojas, habían podido comenzar la cosecha y lograron reponer al menos parte de las edificaciones dañadas, otros no habían podido volver a sembrar tabaco ni recuperarse de las pérdidas. En algo, no obstante, coincidieron, de acuerdo con la agencia francesa: harán falta “entre ocho y diez años” para que la agricultura tabacalera de Pinar del Río vuelva a “su estado habitual” y en que esperan no tener que revivir en el corto plazo la pesadilla de otro huracán.
En cuanto a la producción de 2023, aun con estimados a la baja por el calvario vivido, ni Tabacuba ni Habanos S.A. prevén alteraciones significativas.
“Con el tabaco que tenemos en reserva, en almacenamiento, más el que se obtenga en esta campaña, se pueden respaldar los compromisos de la industria tanto para la exportación como para los diferentes surtidos para el mercado nacional, incluyendo los torcidos y los cigarros para la población”, confirmó Luis Enrique Blanco. Por su parte, líderes de la empresa mixta hispano-cubana encargada de la venta internacional de los Habanos comentaron durante el festival que no estiman que en 2023 se afecte la materia prima obtenida del surco.
Aun así, en declaraciones a la agencia EFE Jorge Pérez Martel, vicepresidente comercial de la compañía, dejó claro que, llegado el caso, se privilegiaría la calidad que prestigia a los puros cubanos por encima del volumen de la cosecha.
“Preferimos, de ser necesario, reducir cantidades para mantener la calidad”, aseguró Pérez Martel, al frente de una empresa que el pasado año facturó 545 millones de dólares, un 2 % de incremento anual a tipo de cambio constante, aunque una disminución de las ganancias en bruto con respecto a 2021, cuando se registraron 568 millones.
Para conocer qué ocurrirá finalmente con la producción y las ventas de los tabacos cubanos este año, será necesario esperar unos meses. Mientras, la suerte se decide día a día en el campo, en las tierras de Vueltabajo y las demás zonas tabacaleras de Cuba, donde los campesinos intentan dejar atrás las pérdidas y los traumas de Ian y desafiar el resto de las dificultades cotidianas.