Varadero, el principal centro turístico de playa de Cuba, desinfecta sus tumbonas y reabre sus puertas a los visitantes internacionales desde mediados de octubre, mientras el país intenta atraer a los turistas cansados del encierro a una nueva realidad postpandémica.
No se trata del primer balneario que se ha relanzado. Cuba anunció originalmente que estaba lista para recibir turistas extranjeros desde principios de julio, pero la puesta en marcha comenzó progresivamente. El 4 de septiembre, un vuelo de Air Canada procedente de Montreal aterrizó en el aeropuerto de Jardines del Rey, en Cayo Coco, con 104 canadienses a bordo.
La llegada del avión marcó el comienzo de la fase dos de la reapertura gradual de Cuba, en la que los viajeros internacionales, la mayoría canadienses, pueden volar directamente a las islas turísticas que se encuentran frente a la costa norte del país, aunque no se les permite ingresar a la principal isla de Cuba.
A diferencia de otros países, que insisten en una cuarentena de 14 días o piden a los visitantes que presenten evidencia de una prueba de COVID-19 negativa a su llegada, Cuba realiza pruebas a todos los turistas en el aeropuerto, de forma gratuita. Luego, los visitantes son transportados directamente a un hotel reservado con anticipación, donde tienen la libertad de quitarse las máscaras y disfrutar de unas vacaciones con, sorprendentemente, pocas restricciones. La única advertencia real es que no se les permite salir de la “burbuja” turística a la que son confinados.
La burbuja turística de Cayo Coco
La primera burbuja turística de Cuba se estableció en Cayo Coco, una isla de playas doradas y manglares espesos frente a la costa norte de la provincia de Ciego de Ávila. Junto a los cayos vecinos de Cayo Guillermo y Cayo Cruz, alberga 30 centros turísticos “todo incluido”, y no está habitada de forma permanente por pobladores locales.
Con un pequeño aeropuerto internacional, una clínica médica bien equipada y un pedraplén de fácil acceso, que conecta al cayo con tierra firme, era lógico que se estableciera allí la primera zona de vacaciones libre de COVID-19 del país.
Hasta la fecha, solo se ha abierto media docena de hoteles en Cayo Coco, aunque probablemente esa cifra crecerá a medida que aumente la demanda y Cuba arribe a lo que tradicionalmente suele ser su temporada alta, a mediados de noviembre. Todo el personal cubano en los cayos es examinado para detectar la COVID-19 antes de ser trasladado en autobús para trabajar en turnos de tres semanas en hoteles donde se han adoptado nuevas y estrictas normas de higiene.
El personal usa máscaras durante su jornada laboral, mientras los huéspedes no son obligados a usarlas fuera de los aeropuertos y los autobuses que los trasladan. El nuevo protocolo de pandemia significa que los menús a la carta han reemplazado a los tradicionales bufets “todo incluido” del hotel. Por otro lado, las excursiones terrestres y acuáticas siguen siendo ofertadas con normalidad, siempre que los grupos no abandonen los cayos. Los huéspedes también pueden alquilar bicicletas o escúteres para moverse por las islas y disfrutar de espectáculos musicales nocturnos, que se ofrecen en los complejos turísticos.
Hasta ahora, la reapertura de Cayo Coco ha tenido gran éxito. Los vuelos operados por Air Canada llegan dos veces por semana desde Toronto y Montreal y, según la Oficina de Turismo de Cuba en Canadá, hasta el momento nadie ha dado positivo al coronavirus.
Apertura de otros balnearios
Después de Cayo Coco, las islas situadas frente a la provincia de Villa Clara, así como algunos hoteles de Varadero, adoptarán medidas operativas similares como parte de su preparación para recibir los primeros vuelos desde Canadá, a principios de noviembre.
En Varadero, para mantener a los visitantes extranjeros separados de los vacacionistas cubanos, apenas una docena de hoteles en el extremo oriental de la península de Hicacos, la llamada “zona hotelera”, estarán abiertos a los turistas internacionales. Los visitantes también tendrán acceso a dos de las marinas que existen en Varadero y al centro comercial Plaza América.
A pesar de no haber fechas concretas para la reapertura de áreas turísticas en Guardalavaca, en la provincia de Holguín, o Playa Santa Lucía, en Camagüey, la gestión constante en la confrontación de la COVID-19 continúa en Cuba ―que actualmente tiene una de las tasas de mortalidad más bajas (por millón de habitantes) en América Latina―. A principios de 2021, la reapertura podría ser una posibilidad.
La conexión canadiense
Junto a Europa y América del Sur, que aún siguen registrando altos índices de infección por COVID-19, una parte significativa de los visitantes que han arribado a Cuba desde septiembre han sido canadienses.
Los canadienses comenzaron a vacacionar en Cuba en un volumen significativo a principios de la década del 90 del pasado siglo, cuando el país recurrió al turismo para darle un impulso a su débil economía, después de la caída del campo socialista. A finales de la década de 2010, alrededor de 1,1 millones de canadienses visitaban Cuba anualmente, lo que representaba más de una cuarta parte de todas las llegadas de turistas, y contribuía significativamente a la economía del país.
Las relaciones cordiales entre las dos naciones y el tiempo de vuelo relativamente corto de tres horas desde Toronto han conllevado una rápida retomada de los lazos Cuba-Canadá luego de la pandemia, en comparación con otros países.
La aerolínea nacional, Air Canada, reanudó los vuelos desde Ontario y Quebec en septiembre, después de una brecha de seis meses. Estos vuelos se complementarán con Westjet a principios de noviembre y con las aerolíneas de bajo costo Sunwing y Air Transat, a principios de diciembre. Una nueva aerolínea canadiense llamada OWG (por las siglas en inglés, Off We Go) también deberá iniciar vuelos entre Canadá y Cuba durante el próximo invierno.
Según los nuevos protocolos de Cuba, todos los viajes deben reservarse con anticipación en un “paquete” de vacaciones que incluye vuelo y alojamiento. Actualmente, no es posible presentarse en Cuba sin una reserva de hotel. En paralelo, la mayoría de los operadores ofrece un seguro médico especial COVID-19 como parte de su paquete.
Los próximos pasos de Cuba
El gobierno cubano anunció un plan integral para volver a una “nueva normalidad”, con el objetivo de proteger la salud pública y, al mismo tiempo, reanudar las actividades esenciales de una economía en apuros.
Con proyectos alentadores para el turismo, que representa el 10 % del PIB de Cuba, las propuestas incluyen la reapertura de varios aeropuertos provinciales, así como la reanudación de las actividades de forma gradual en el resto del país.
La aerolínea rusa Aeroflot y el chárter alemán Condor se apresuraron a responder a estos cambios, afirmando que restablecerían vuelos a Cayo Coco y Varadero, respectivamente, a partir de principios de noviembre. Según el primer ministro cubano, Manuel Marrero, todos los visitantes extranjeros continuarán siendo examinados con el objetivo de detectar la COVID-19 y deberán firmar, en paralelo, una declaración jurada de buen estado de salud a su llegada. Fuera de los centros turísticos, el uso de mascarillas en los espacios interiores sigue siendo obligatorio en Cuba.
La Habana, que ha sufrido restricciones más estrictas por la COVID-19 en comparación con otras provincias, no ha sido incluida en la próxima ronda de reaperturas de aeropuertos. Sin embargo, algunas compañías aéreas, incluida American Airlines, ya comenzaron a aceptar reservas de vuelos para el Aeropuerto Internacional “José Martí” de la capital cubana para finales de noviembre.
Nuevas restricciones para los estadounidenses
Si bien los canadienses están comenzando a regresar de forma gradual a Cuba, para los estadounidenses, viajar a la Isla se ha convertido en una dificultad.
Las nuevas restricciones anunciadas por la administración Trump el 23 de septiembre de 2020 prohíben a los ciudadanos estadounidenses alojarse en cualquier hotel estatal, así como la importación de ron y puros cubanos. Del mismo modo, se han erradicado dos de las 12 categorías autorizadas para viajar al país. Hasta que la principal isla de Cuba se reabra por completo, los viajes legales seguirán siendo un asunto complejo para los estadounidenses.
muy interesante, esperamos que todo salga bien