El Deauville, uno de los inmuebles de la fiebre hotelera de los años 50 en La Habana, reabrirá sus puertas el próximo primero de agosto.
Según anunció el grupo Gran Caribe, al que pertenece el hotel habanero, la reapertura se inscribe en las celebraciones por el aniversario 30 del consorcio turístico.
Creado en 1994, como parte de la apuesta del gobierno al desarrollo turístico en medio de la crisis conocida como Período Especial, el conglomerado cubano opera hoteles 4 y 5 estrellas por toda la isla.
Ubicado justo en la esquina de Galiano y Malecón, de cara al Golfo de México, el Deauville es un edificio de 14 plantas y posee 144 habitaciones que ofrecen maravillosas vistas al mar o hacia el centro de la ciudad.
Las renovaciones ejecutadas en el hotel otorgan un mayor confort y equipamiento acorde con las últimas tendencias de la industria del ocio, según un comunicado del grupo citado por la agencia Prensa Latina.
https://twitter.com/PrensaLatina_cu/status/1758355527006916748
Un hotel de la mafia
Levantado por un consorcio propiedad del mafioso estadounidense Santo Trafficante Jr., las labores de construcción del hotel Deauville comenzaron en 1956. Fue inaugurado un año después.
Su costo ascendió a 2, 3 millones de dólares y fue diseñado para disfrutar de una piscina en la azotea con visualidad panorámica, un cabaret y dos casinos.
El Deauville, que toma el nombre de una localidad turística francesa conocida como la reina de las playas normandas, nació en el entorno de la ley de Hoteles 2074, de 1955, que ofrecía numerosos incentivos para la construcción de casinos y centros.
La legislación, bajo el régimen de Batista, en consumo con grupos mafiosos estadounidenses, propició la construcción hoteles como Riviera, Capri, St. John y Havana Hilton, todos con casinos incluidos.
Movimiento moderno con toques de Bauhaus
Nacionalizado en octubre de 1960 y anteriormente saqueado su casino por la furia popular, el Deauville con 45 metros de altura desde el nivel de la calle, se convirtió en el segundo edificio más alto del Malecón tradicional.
El primero lo era la torre de apartamentos enclavada en el número 51-53 de la referida avenida y conocida popularmente el diseño de sus balcones como “el edificio de los sarcófagos”.
Con características mezcladas de la escuela Bauhaus y del llamado movimiento moderno, una corriente arquitectónica que tomó auge en los años 50 con innovaciones admirables, el hotel Deauville formó parte de una ambicioso plan turístico de rediseño del skyline de La Habana.
El plan Sert
Ese propósito estuvo contenido en el Plan Piloto para La Habana, propuesto por el urbanista y arquitecto catalán Josep Lluís Sert, que planificaba a nivel urbano, entre otros aspectos, el desarrollo hotelero en la ciudad.
Uno de los aspectos más controvertidos de esta propuesta fue la construcción de una isla artificial frente al Malecón tradicional destinada al ocio ante la demanda de los inversionistas de un nuevo emplazamiento para hacer proliferar casinos y hoteles.
Esta nueva porción de terreno se planeó separada de la costa para conservar la línea litoral, siendo accesible a través de dos vías de acceso vehicular prolongando las calles Galiano y Belascoaín.
Esa fiebre especulativa fue paralizada con el triunfo revolucionario de 1959.
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Segunda fiebre hotelera en la isla
En 2016, los estrategas del Ministerio del Turismo planificaron la construcción de más de 100 mil habitaciones para 2030.
El programa entonces estaba basado en el boom turístico que irrumpió a raíz del restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, que para las navidades de 2016 copó prácticamente toda la disponibilidad hotelera en La Habana, incluso hasta el sector privado de renta.
Pese a que la racha con el mercado estadounidense se malogró al entrar en la Casa Blanca el presidente Donald Trump, el Mintur trazó el Plan de Desarrollo 2018-2030 con vistas en la apertura de 216 nuevos hoteles.
Boato en La Habana
En ese período se han inaugurado en la capital cubana varios hoteles de alta gama, entre ellos el Royalton Habana, Iberostar Grand Packard, Grand Aston y el Gran Muthu Habana, en tanto se levanta en la céntrica avenida 23 la llamada Torre K, el hotel más alto que tendrá Cuba.
Su altura aproximada será de 154 metros sobre el nivel del mar, repartidos en 44 pisos y 500 habitaciones.
Su construcción, con capital enteramente nacional, es motivo de polémica a varios niveles, desde simples contertulios hasta expertos en urbanística en la que racionalidad y emoción comparten la controversia con igual intensidad.
La última de tales discusiones la levantó el periodista y politólogo franco español Ignacio Ramonet, autor del libro Cien horas con Fidel.
“Arquitectura horribilis ¡Horror urbano!”, escribió el intelectual en su cuenta de X y le llovieron comentarios, favor y en contra.