La Semana de la Cultura Italiana en Cuba es el evento cultural extranjero más antiguo en la isla. Inició en 1998, fruto del trabajo conjunto de la Embajada de Italia y la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, y su éxito abrió el camino para que comenzaran a celebrarse en el país eventos de este tipo, dedicados a diferentes culturas.
Hace unos días concluyó su XXVI edición, que acogió casi una veintena de actividades y eventos culturales que atendieron no solo a áreas artísticas, sino además a asuntos investigativos e históricos. La Semana tiene como objetivo fundamental mostrar los lazos históricos entre Cuba e Italia, pero a la vez —y tal vez sobre todo— crear nuevas conexiones.
A Roberto Vellano, embajador de Italia en La Habana desde 2021, le gusta llamarle “contaminación positiva” a todo lo que se gesta para esos días en que realmente nada es 100 % cultura italiana o cubana, sino que se crea un ir y venir de conocimientos, experiencias, prácticas y estéticas.
Una vez más, el embajador abrió a OnCuba las puertas de su despacho para, con la Semana de la Cultura Italiana en la isla como excusa, conversar en general del trabajo de la misión diplomática.
La Semana de la Cultura Italiana en Cuba tuvo como homenaje fundamental el centenario del fallecimiento de Giacomo Puccini. ¿Por qué traer esa conmemoración a Cuba y cuáles son sus influencias o presencias en la cultura cubana?
Puccini fue el hilo conductor este año de la Semana de la Cultura Italiana, incluso su imagen fue la portada de esta vigésimo sexta edición, porque es un centenario que representa una parte importante de la cultura italiana, en este caso de la cultura musical, de la cultura del melodrama, de la ópera, y Cuba tuvo una de las grandes compañías de ópera del siglo XX. La Habana siempre fue, y es todavía, una de las plazas más importantes y muchas de las óperas de Puccini, si no todas, han sido representadas aquí.
Así que se trataba, por un lado, de conmemorarlo y, por el otro, de dar una señal concreta de apoyo al Teatro Lírico Nacional, a todos los artistas, músicos, cantantes, solistas que trabajan en la ópera, y que en estos años han tenido menos o pocas oportunidades de trabajar.
Tuvimos muchas actividades sobre su figura: la presentación de Madame Butterfly en octubre, el concurso de cartelones dedicados a las óperas de Puccini; el espectáculo teatral, que es una producción original entre un dramaturgo italiano, la compañía Teatro Impulso y los estudiantes del ISA, dedicado a las mujeres en las óperas de Puccini; y el taller infantil para hacer ver a los niños algunos aspectos de su obra.
Aunque, quizá, lo más importante fue el concierto de clausura en el Oratorio San Felipe Neri con la Orquesta del Gran Teatro de La Habana y los cantantes del Teatro Lírico, con una selección de las arias más populares de Puccini, que fue el evento más exitoso de la Semana.
El evento teórico con el que abrió la Semana estuvo dedicado a la inmigración y presencia italiana en Cuba. ¿Por qué hoy sigue siendo un tema recurrente e importante?
En las últimas ediciones abrimos con este seminario porque es un tema que tiene una larga tradición. Evidentemente, Cuba no estuvo entre las metas principales de la emigración italiana hacia América Latina; hubo más presencia en países como Argentina, Brasil, Uruguay, pero hacia aquí hubo una emigración histórica que empezó desde el principio del siglo XVI o XV incluso, con presencias importantes como el arquitecto Juan Bautista Antonelli.
En el siglo XIX llegaron empresarios, comerciantes, artistas y escultores, pero también arquitectos más recientemente, como Vittorio Garatti y Roberto Gottardi, y otros personajes sobresalientes. O sea, ha habido en la historia de Cuba presencias italianas significativas y a eso solemos dedicar el evento inaugural.
Esta vez la Semana coincidió con la Bienal de La Habana y ambos eventos compartieron acciones en sus programas. ¿Es un interés específico convivir o compartir con eventos cubanos?
En este caso coincidían y aprovechamos para juntar una parte de las actividades que teníamos previstas con la Bienal, porque estaban presentes unos diez creadores italianos, entre artistas y curadores, y ha habido una colaboración para apoyar esta participación italiana.
Por eso algunas de esas actividades estuvieron también en el programa de la Semana; por ejemplo, las instalaciones sonoras de Alessandro Librio en el Palacio del Segundo Cabo; y un evento teórico en el Museo de Bellas Artes con dos críticos curadores que fueron directores de la Bienal de Venecia.
Usted ha dicho en otras ocasiones que “uno de los objetivos de la Semana es fomentar conexiones y diálogos bilaterales que vayan más allá de presentar específicamente un espectáculo o una conferencia en el marco del evento”. ¿Ese resultado existe? ¿Puede poner algún ejemplo?
Diría que es el aspecto más importante que caracteriza nuestras relaciones culturales. En un país como Cuba, que tiene patrimonio histórico, actividades culturales, muchos talentos en todos los sectores, lo más importante no es traer artistas, creadores o escritores italianos para que estén aquí uno o dos días; lo más importante es crear este tipo de conexiones entre los dos países, fomentar un diálogo, un intercambio, y también apoyo a los artistas y a los creadores cubanos.
Eso se ha conseguido en muchos casos. El ejemplo más evidente es el espectáculo teatral Vivir por amor, morir de amor, en el que estuvo presente, trabajando en Cuba, un autor italiano, Gianluca Barbadori. Gracias al contacto que nosotros propiciamos entre la Escuela de Teatro del ISA y la compañía Teatro Impulso, escribió y produjo este espectáculo durante cinco semanas. Es el fruto concreto de un trabajo en conjunto.
Otros ejemplos de este diálogo y de esta contaminación positiva son el espectáculo de Marco Lorusso, un acordeonista que trabajó con la compañía Danza Teatro Retazos; la celebración de los 10 años de Pistoletto en Cuba; la exposición Miradas compartidas, de fotografías de artistas italianos y cubanos; o sea, casi todas las actividades en realidad tenían ese componente de entrelazar más que meramente presentar.
En sentido general, ¿cuál cree que fue el saldo más positivo de esta edición de la Semana de la Cultura Italiana en Cuba?
Este año fue importante. Primero, por organizar 18 eventos en un momento complicado, con muchos desafíos logísticos como los apagones y dificultades a veces en organizar los viajes. El haber mantenido un alto nivel de cantidad, calidad y variedad de eventos ya lo considero un éxito de por sí.
Creo que ha habido una respuesta del público aún mayor que el año pasado. Lo hemos visto en el teatro, en el concierto final, en general en todas las actividades; lo cual es un objetivo alcanzado teniendo en cuenta el contexto general y las dificultades de transporte. Hemos trabajado mucho en el sector de la comunicación y eso ha traído resultados.
¿En qué consiste el proyecto Zonas Creativas?
Existen las relaciones culturales que llevamos directamente desde la Embajada, pero hay muchos proyectos de cooperación al desarrollo que se llevan a cabo a través de la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo. Zonas Creativas es uno de esos programas, que se enmarca en uno de los sectores prioritarios de nuestra presencia en Cuba, que es la protección y puesta en valor del patrimonio histórico y cultural.
Tiene como objetivo crear y apoyar proyectos, sobre todo de jóvenes, en las ciudades patrimoniales, en este caso, en algunas zonas históricas de La Habana y Matanzas. Es parte de un conjunto de proyectos más amplios que, en general, dan apoyo concreto a las actividades económicas y culturales en las zonas antiguas de ciudades patrimoniales.
La Avenida Italia es uno de los empeños más visibles de la cooperación cultural en los últimos tiempos. ¿Es ya un proyecto establecido con todo lo que se quería lograr o todavía está en crecimiento?
Está todavía en proceso de desarrollo. En el caso de la Avenida Italia, se trata de una gestión a través de la región de Piamonte; tiene como objetivo recalificar esa calle, Galiano, apoyando varias actividades; por ejemplo, de conexión digital; tener ahí una mejor conexión digital facilita que empresas, startups, tengan un incentivo para instalarse ahí.
Pero además busca apoyar actividades económicas, relacionadas con el café, con la cerveza, o sea, es un proyecto multidimensional que ha tenido un ritmo menos rápido de lo que hubiésemos querido, pero que está procediendo.
La Habana tendrá una “autopista digital” con el apoyo de Italia
¿Han tenido el impacto y la respuesta que esperaban en la comunidad de ahí?
Hasta ahora sí. Todas las actividades que se han implementado concretamente ahí han sido bien recibidas. Pero todavía hay muchas por hacer, así que antes de llegar a un balance, hay que esperar un poquito.
¿Por qué el sector privado en Cuba es un actor económico de especial interés para la cooperación entre Cuba e Italia?
El sector privado en este período ha dado muestra de dinamismo, de desarrollarse muy rápidamente. Ha demostrado que no solo hay creatividad, sino también capacidad empresarial de muchos cubanos y cubanas que, si tienen las condiciones adecuadas, pueden desarrollarse. Y, por supuesto, eso entra cada vez más en los proyectos de cooperación.
Este interés está presente en el sector que acabamos de mencionar de patrimonio, pero también en el sector agrícola, que es otro de los prioritarios para nuestra cooperación en el apoyo a la sustentabilidad agroalimentaria.
En el sector de la salud, otra de las áreas de cooperación entre ambos países, ¿hubo crecimiento en 2024?
Hay dos vertientes en ese tema. Una más comercial, de intercambio y venta de productos y maquinarias italianas para la producción biofarmacéutica en Cuba, que es un sector de presencia tradicional de empresas italianas.
Y existe además un acuerdo entre la región de Calabria y el Ministerio de Salud Pública para la presencia de un contingente de médicos cubanos en esa región del sur de Italia. Este acuerdo empezó hace dos años y ahora hay alrededor de 300 médicos cubanos trabajando allí.
La crisis que afronta Cuba ha perjudicado también la relación comercial con Italia. ¿En cuáles aspectos esto ha impactado más?
En general, todos los sectores se vieron afectados por las dificultades de pago y de carácter financiero. Creo que el aspecto menos positivo es que eso ha impedido que muchos inversores o potenciales inversores que podían haber venido a Cuba desde Italia encontraran las condiciones para hacerlo.
Estamos hablando de inversiones productivas que podían haberse desarrollado y este año no ha ocurrido. Por otro lado, la exportación de Cuba hacia Italia no ha disminuido, pero se mantiene en niveles muy bajos para generar un impacto real.
No hay que ocultar la disminución de turistas en la isla, que es un comportamiento de todo el turismo europeo en Cuba, no solo el italiano; pero evidentemente el número de turistas que el país recibe este año, no sé al final cuál será, pero seguramente será inferior a 2017-2018, que fueron los años más positivos desde ese punto de vista.
¿Existen estrategias bilaterales para afrontar estas dificultades?
La situación comercial depende mucho de las condiciones del mercado. Si el mercado está en una fase de no poder ofrecer seguridad y estabilidad financiera a los exportadores, evidentemente se dirigen hacia otros mercados más rentables.
Nosotros seguimos promoviendo la presencia de las empresas italianas en Cuba, y lo hemos hecho a través de la Agencia Comercial ICE; sobre todo, de las que ya trabajan en Cuba, porque no debemos olvidar que, a pesar de la situación que acabo de mencionar, hay muchas empresas que siguen trabajando y quieren seguir estando en Cuba, y hay que crear para ellas las mejores condiciones posibles, porque son empresarios que han hecho apuestas, que han arriesgado, y merecen tener éxito. Muchos, afortunadamente, sí tienen éxito y tienen una buena presencia en el mercado cubano.
La última Feria Internacional de La Habana, que desgraciadamente se interrumpió por causa del huracán Rafael, incluía una presencia de 30 empresas italianas, un pabellón entero. Eso demostró, una vez más, que el compromiso sigue ahí, en todos los sectores, incluido el económico, que es donde nos gustaría mejorar nuestros resultados.
¿Podría adelantarnos alguna de las proyecciones fundamentales del trabajo de su misión diplomática para 2025?
Lo más importante será seguir trabajando y garantizando cierta continuidad a todo lo que hemos sembrado en estos últimos años.
El sector cultural, sin duda, va a estar presente. Uno de los aspectos positivos que permitió un crecimiento este año es tener, desde hace algunos meses, una Agregada Cultural en la Embajada. Antes solo teníamos colaboraciones puntuales, y esto ahora ayuda a dar continuidad porque lo de la Semana no es solo esos días sino que las actividades culturales se desarrollan a lo largo de todo el año.
También estarán los numerosos proyectos de ayuda al desarrollo y por supuesto el sector económico-comercial, con las dificultades que conocemos, pero con la voluntad de muchas empresas y empresarios italianos de seguir trabajando en Cuba; sin olvidar todos los servicios consulares, que son una parte muy importante de nuestro trabajo, porque brinda servicios al público y es la parte de nuestro trabajo que los usuarios ven más de cerca.