El gobierno cubano reunió a miles de simpatizantes en la mañana de este sábado en La Habana como respuesta a las recientes protestas en diferentes localidades del país, y llamó a la unidad de “todos los cubanos” como solución a la actual crisis.
El acto progubernamental tuvo como escenario la zona conocida como La Piragua, en los alrededores del Hotel Nacional y cerca de la Embajada de Estados Unidos, y estuvo encabezado por el exmandatario Raúl Castro y el presidente Miguel Díaz-Canel, quien cerró la concentración con sus palabras.
Antes de Díaz-Canel hubo otros oradores, como Gerardo Hernández, uno de los agentes cubanos que pasó más de diez años preso en cárceles estadounidenses y actual presidente de los Comité de Defensa de la Revolución (CDR), y momentos culturales. Los asistentes —unos 100 mil según estimados oficiales— portaban banderas cubanas y del movimiento “26 de Julio”, fotografías del fallecido líder Fidel Castro y de Raúl, y corearon consignas a favor de la Revolución y sus dirigentes.
En el cierre del acto, que fue transmitido por la televisión nacional, el actual mandatario de la Isla llamó a “ponerle corazón a Cuba” y convocó a la unidad, la paz y la solidaridad. Aseguró además que “Cuba es de todos”, en contraste con sus palabras del pasado domingo, en las que apuntó que la calle era “de los revolucionarios” y convocó a sus seguidores a salir a defender la Revolución.
#Cuba de amor, de paz, de unidad, de solidaridad; #Cuba de todos los cubanos que, estén donde estén, trabajan para verla avanzar con sus propias piernas y brazos hacia un destino de prosperidad posible.
¡A #Cuba, #PonleCorazón! pic.twitter.com/c7phGHizpq— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) July 17, 2021
Al respecto, dijo que su llamamiento de entonces ha sido magnificado y señalado como el responsable de los disturbios y enfrentamientos entre los manifestantes y seguidores del gobierno y fuerzas policiales, y afirmó, como lo han dicho él y otros dirigentes cubanos en los últimos días, que ello forma de una campaña organizada desde EE.UU. para promover un estallido social y acciones de vandalismo y sabotaje en la Isla.
Díaz-Canel reiteró que su gobierno está sometido a una “guerra política comunicacional” que, dijo, presenta una realidad falsa y tergiversada sobre la Isla, con la complicidad de las autoridades estadounidenses y de compañías tecnológicas, la cual se ha sumado al incremento del embargo/bloqueo en momentos en que Cuba atraviesa una severa crisis económica y también sanitaria, en medio de su peor oleada de la COVID-19.
El también Primer Secretario del Partido Comunista cubano (PCC) rechazó las injerencias externas y acciones de violencia, de las que aseveró que “fracturan a la familia, a los amigos, a la sociedad”, y “amenazan con llevarse muchos de nuestros valores al rincón de lo inservible”. Añadió que Cuba “jamás será tierra de odio”, sino de amor y paz, y que “no se construye nada bueno del odio”.
Además, el presidente volvió a resaltar los éxitos de la ciencia cubana, en particular los logrados en el enfrentamiento a la pandemia, y los citó como motivación para los cubanos a pesar de las carencias y dificultades actuales. En particular, se refirió a las vacunas y candidatos vacunales desarrollados en la Isla y destacó la reciente noticia sobre el 100 % de eficacia probada por la vacuna Abdala ante la enfermedad severa y la muerte por COVID-19.
“El único incidente hasta ahora se ha producido cuando antes del inicio un hombre ha gritado ‘patria y vida’, uno de los principales lemas de las protestas antigubernamentales, y ha sido detenido y sacado del lugar”, reportó la agencia española EFE mientras la concentración estaba aún en marcha.
El acto tuvo lugar en un momento particularmente complejo para Cuba, que en las últimas jornadas ha registrados cifras récord de muertes y contagios por coronavirus, que han puesto en extrema tensión al sistema sanitario de la Isla, ya de por sí debilitado por la actual crisis económica del país. Sobre el tema, el gobierno había dicho que la concentración se realizaría al aire libre –como en efecto fue–, tendría un aforo limitado y se cumplirían con las medidas higiénico-sanitarias.
Además, después del acto en La Habana, estaba previsto que “decenas de ciudades de todo el país” acogieran otros actos de “reafirmación revolucionaria” con “el estricto cumplimiento de las medidas-higiénico sanitarias, debido a la situación epidemiológica”, según la estatal Agencia Cubana de Noticias.
Las protestas del pasado domingo y replicadas en menor medida el lunes, son consideradas las más fuertes en Cuba en las últimas seis décadas, y ocurrieron en medio de una grave crisis económica y sanitaria, con una fuerte escasez de alimentos, medicinas y otros productos básicos, además de largos cortes de electricidad.
El Gobierno cubano acusa a Estados Unidos de estar implicado en los hechos, que además cataloga de “disturbios” y no ha ofrecido hasta ahora cifras sobre el número de lesionados y detenidos, que organizaciones opositoras y activistas en contrapartida cifran en cientos. Además, luego de lo sucedido se interrumpió la internet móvil en la Isla, que varios días después se mantenía con dificultades, principalmente para acceder a las redes sociales.
Gobiernos y organizaciones internacionales, así como figuras de dentro y fuera de la Isla, se han pronunciado sobre lo sucedido, mayormente con pedidos a las autoridades cubanas de escuchar los reclamos de los manifestantes, liberar a los detenidos, restablecer la conectividad, y convocar al diálogo y la paz, aunque también ha habido llamados, principalmente desde Florida, a una intervención en el país caribeño.