Las conexiones de la familia Trafficante con Cuba se remontan a la Ley Seca. El fundador de la estirpe, Santo Trafficante Sr. (1886-1954) –un emigrante siciliano radicado en Tampa a principios del siglo XX–, se entrelazó con Lucky Luciano y Meyer Lansky para sacarle buen partido a la Prohibición e introducir alcoholes de contrabando en los numerosos clubes clandestinos (speakeasies) de Ybor City y otros puntos de la geografía floridana.
En esas operaciones, Santo Sr. tenía, como después el hijo, una buena ventaja comparativa: el dominio de la lengua española, resultado de sus nexos con los cubanos que desde la década del 80 del siglo XIX habían emigrado a Tampa para trabajar en una recién inaugurada industria, la misma que llevaría a que la ciudad se conociera con el apelativo de Cigar City, y que puso en el mismo salón a sicilianos, cubanos, españoles con un lector de tabaquería al frente…
Desde temprano, el viejo concibió para su segundo hijo un destino: ponerlo al frente a la familia después de abandonar el Reino de este Mundo. Por eso desde temprano se esmeró en su educación sentimental. Durante los años 30 lo envió a New York con la familia Lucchese, diestra en juegos, sindicatos y prostitución en el área de Manhattan; después a Europa para familiarizarse con el accionar y los métodos de la mafia de Córcega y, por último, pero no menos importante, a Centroamérica y México para trabajar de manera conjunta con los mafiosos volcánicos en materia de contrabando de narcóticos, el gran negocio. Bien visto, un verdadero Doctorado en Ciencias del Crimen Organizado.
Ello explica el hecho de que Santo Trafficante, Jr. (1914-1987) estuviera representando a la familia en la famosa reunión de la mafia efectuada en el Hotel Nacional de Cuba del 22 al 26 de diciembre de 1946, junto a figuras de la talla de Albert Anastasia, Joseph Bonano, Vito Genovese, Meyer Lansky y Lucky Luciano. Tenía entonces 33 años.
En 1953 la familia se convirtió en la dueña del cabaret Sans Souci al comprárselo a los hermanos Sammy y Kelly Mannarino, de Pittsburgh, lo cual les permitió disponer, después de un proceso inversionista y modernizador, de una de las joyas más preciadas de la vida nocturna habanera. Allí Santo Trafficante Jr. estableció uno de sus cuarteles generales para dirigir sus operaciones dentro y fuera de Cuba hasta que sobrevino el fin de fiesta.
Al año siguiente, el viejo murió de cáncer en el estómago, lo cual condujo a su hijo a asumir formalmente el liderazgo en un momento en que las autoridades federales, capitaneadas por el senador Estes Kefauver (1903-1963), venían mostrando gran interés en los Trafficante en medio de una notoria investigación del Congreso sobre el crimen organizado. Sin mencionarlos, el testimonio por TV de un viejo mafioso tampeño llamado Charlie Wall (1880-1955), conocido también como “The White Shadow” [“La Sombra Blanca”], de hecho los condenaba. Un día Wall apareció muerto en su residencia con la cabeza destrozada a porrazos y la garganta cortada de oreja a oreja. Sus asesinos, hasta hoy no identificados, regaron semillas para canarios alrededor de su cuerpo.
La segunda mitad de los años 50 resultó, sin dudas, el momento de oro para la mafia en Cuba. En 1955 el gobierno de Fulgencio Batista promulgó la Ley 2070 para facilitar/estimular la construcción de hoteles, casinos y night clubs, ofreciendo incentivos fiscales, préstamos y licencias a los actores que desearan construir en La Habana hoteles de más de un millón de dólares o clubes por doscientos mil.
La vida misma: esto significaba la factibilidad de una alianza largamente anhelada con los poderes del Estado, y que La Habana sería al fin “el Monte Carlo del Caribe”, un proceso que a Trafficante le permitiría extender sus dominios al casino de Tropicana, al Internacional, a los hoteles Deauville, Capri y el Comodoro, y que también lo llevaría a ser propietario del autocine “Novia del Mediodía”, en Arroyo Arenas, y de la International Amusements Inc., empresa concebida para viabilizar la afluencia del talento artístico extranjero a la Isla con la participación de secuaces como Norman Rothman, Joe Silesi, James Longo y Joe Stassi.
En 1957 Trafficante fue arrestado, junto a más de cincuenta colegas, durante una reunión de la mafia en Apalachin, New York, llevada a cabo para para tratar de llenar el vacío de poder creado por el asesinato del Albert Anastasia, suceso en el que, según muchos historiadores, estuvo involucrado, y ciertamente una de las razones que explican la prolongada presencia en Cuba del llamado “Don Silencioso” a partir de entonces.
Después de la inauguración del Capri, en diciembre de ese año, el Don se instalaría en un apartamento de 12 y Malecón, desde donde operaba con varios seudónimos –uno de ellos Louis Santos– y se refocilaba con su amante cubana. Un mes más tarde, enero de 1958, fue interrogado por la policía, la que hizo un informe con transcripciones de sus llamadas telefónicas del Sans Souci a los Estados Unidos entre agosto y diciembre del año previo. (Recreado por el filme The Irishman, el asesinato de Anastasia tuvo lugar en una barbería neoyorquina el 25 de octubre de 1957). Este documento se lo enviaron a las autoridades federales, y ese mismo mes notificaron a la Oficina de Narcóticos que Santo Trafficante Jr. estaba registrado en Extranjería con el número 93461, y que le habían otorgado la residencia permanente el 3 de octubre de 1957.
En diciembre de 1958 empezaron otros problemas. Para Santo Trafficante Jr., Fulgencio Batista fue siempre la carta segura. Después de la toma de Santa Clara por las tropas rebeldes, su suerte ya estaba echada. Pero el capo tampeño no pudo percibirlo, según lo han testimoniado de manera fehaciente su abogado Frank Raggano y Selwyn Raab en el fabuloso Mob Lawyer (MacMillan, 1994).
Durante los primeros días de 1959 varios hoteles y casinos fueron asaltados, un indicador de cómo los cubanos, o una parte no despreciable de ellos, los veían, y de cómo los asociaban con un estado de cosas que muchos consideraban inaceptable. Después los casinos fueron definitivamente cerrados y los hoteles intervenidos.
El 18 de agosto de ese año Santo Trafficante Jr. sería expulsado del país como “extranjero indeseable” después de haber permanecido durante dos meses en la estación inmigratoria Triscornia, frente a la bahía de La Habana.
“De no mediar el maldito Castro”, sentenció un alma resentida, “el Caesars Palace hubiera sido construido en La Habana”.
Fuera de serie, como nos tiene acostumbrados este periodista. Lo felicito, igual a OnCuba por publicar cosas tan interesantes y atractivas como estas….