La Habana: escenas de una desescalada particular

La capital es, en la actualidad, la única provincia cubana en la fase 3 de la etapa recuperativa post COVID-19, y sus habitantes parecen haberle tomado el pulso rápidamente a este esperado momento.

Un niño juega en una plaza de La Habana, durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.

Un niño juega en una plaza de La Habana, durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.

La Habana vive ya su nueva desescalada. La suya, la particular. Desde el pasado lunes, la ciudad entró en la fase 3 de la etapa recuperativa post COVID-19, tras reportar una mejoría de sus indicadores epidemiológicos. Sus habitantes parecen haberle tomado el pulso rápidamente a ese esperado momento.

La capital es, en la actualidad, la única provincia cubana en esa fase, en la cual “se concibe una mayor normalización de los servicios y actividades productivas, llevando a la normalidad aquellas que se consideren de menor riesgo, manteniendo implementadas las medidas para reducirlo”, según la nueva estrategia para el enfrentamiento a la pandemia en la Isla.

Peluquero retoma su negocio privado en La Habana, durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.
Peluquero retoma su negocio privado en La Habana, durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.

Sin embargo, debido a las complejidades que suponen las características territoriales —apenas una calle es muchas veces el límite entre dos municipios— y la densidad poblacional de La Habana, sus autoridades optaron por lanzar su propio plan recuperativo en el que, al menos de momento, no serán aplicadas todas las medidas previstas originalmente para la fase 3 de la desescalada.

Así, por ejemplo, se mantienen suspendidos los vuelos regulares durante todo octubre, en tanto los viajes en ómnibus y trenes hacia otras provincias comenzarán la próxima semana. Tampoco pueden funcionar los gimnasios en locales cerrados, ni los bares, centros nocturnos, discotecas y salas de fiesta; al tiempo que siguen vigentes las restricciones de capacidad establecidas previamente para el transporte público, los restaurantes y las piscinas.

Un joven en bicicleta durante la desescalada post COVID-19 en La Habana. Foto: Otmaro Rodríguez.
Personas caminan por los alrededores de la tienda Carlos III, en La Habana, durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.
Bulevar de San Rafael, en La Habana, durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.
Personas conectadas por internet durante la desescalada post COVID-19 en La Habana. Foto: Otmaro Rodríguez.
La Habana durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.
La Habana durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.
Calle Galiano, en La Habana, durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.
Calle San Rafael, en La Habana, durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.
La Habana durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.
La Habana durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.
La Habana durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.
Vista lejana del Castillo del Morro, desde un parque al otro lado de la bahía de La Habana. Foto: Otmaro Rodríguez.

El uso de la mascarilla o nasobuco sigue siendo obligatorio “en todos los escenarios” de la vida social, así como el distanciamiento físico y las medidas higiénico-sanitarias establecidas desde la llegada de la COVID-19.

No obstante, aun con las normas y restricciones todavía en vigor, la capital cubana luce hoy un rostro diferente. No han desaparecido las carencias, ni las colas, ni los problemas de siempre, como tampoco lo ha hecho el riesgo de contagio con el nuevo coronavirus, pero se respira más alivio, más alegría, más “normalidad” entre los habaneros.

Reapertura de una cafetería bajo medidas sanitarias, durante la desescalada post COVID-19 en La Habana. Foto: Otmaro Rodríguez.
Reapertura de una cafetería bajo medidas sanitarias, durante la desescalada post COVID-19 en La Habana. Foto: Otmaro Rodríguez.

Han vuelto los niños a jugar en los parques, los pescadores y los enamorados al malecón, los paseos familiares hasta ahora pospuestos. Han regresado las sonrisas y las distracciones a matizar las preocupaciones cotidianas, a colorear las sombras de la vida diaria y también las causadas por la pandemia.

Esta realidad, sin embargo, no puede trocarse en despreocupación, en confianza excesiva. La Habana ha logrado contener al coronavirus, pero no derrotarlo. Ha dejado de ser el epicentro de la epidemia en Cuba —triste condición que recae ahora en las provincias de Sancti Spíritus y Ciego de Ávila—, pero al menor descuido pudiera volver a serlo. Las imágenes que les mostramos hoy son, entonces, el testimonio de un momento que, esperemos, perdure por igual en las calles que en la memoria de sus protagonistas.

Jóvenes juegan fútbol en el Parque Máximo Gómez, durante la desescalada post COVID-19 en La Habana. Foto: Otmaro Rodríguez.
Un vendedor ambulante de productos agrícolas en La Habana, durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.
Pescadores en el muro del malecón durante la desescalada post COVID-19 en La Habana. Foto: Otmaro Rodríguez.
Bulevar de San Rafael, en La Habana, durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.
Un manicero en La Habana, durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.
Foto: Otmaro Rodríguez.
Un trabajador de servicios comunales corta el césped en un parque de La Habana, durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.
Un trabajador de servicios comunales limpia la calle Neptuno, durante la desescalada post COVID-19 en La Habana. Foto: Otmaro Rodríguez.
Limpieza en el Parque de La Fraternidad, durante la desescalada post COVID-19 en La Habana. Foto: Otmaro Rodriguez.
Dos caballos ponis pastan en un parque de La Habana, durante la desescalada post COVID-19. Foto: Otmaro Rodríguez.
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