Siete años atrás, La Habana sufrió el impacto del huracán Irma. Fue en septiembre de 2017 cuando el poderoso organismo ciclónico golpeó con furia el norte de la isla y antes de girar hacia la Florida provocó severas inundaciones y grandes daños en la capital cubana.
Entonces, aun cuando el centro de Irma no pasó por la ciudad, siete personas murieron en La Habana —de las 10 reportadas en todo el país—, al tiempo que hubo serias afectaciones en viviendas, el arbolado urbano y la infraestructura eléctrica y de comunicaciones, mientras las marejadas anegaban el litoral y quedaban bajo agua los túneles de la bahía y Quinta Avenida.
Ahora, la urbe habanera está a pocas horas de recibir nuevamente el impacto de un huracán. Aunque nuevamente el centro no debe pasar por la capital, los efectos de Rafael deben sentirse con fuerza en una ciudad en peores condiciones que la sufrió las afectaciones de Irma.
La Habana quedará a la derecha del centro de Rafael, que debe tocar tierra en horas de la tarde y transitar sobre la provincia de Artemisa o en el límite entre esta y Pinar del Río, según los modelos de pronósticos. Sin embargo, sus fuertes lluvias, vientos y marejadas se sentirán en la capital.
A la medianoche de este miércoles (hora de Cuba) todavía Rafael era un huracán categoría 1 de la escala Saffir-Simpson, con vientos máximos sostenidos de 130 kilómetros por hora y una presión mínima central de 985 hectopascales.
Se mueve con un rumbo próximo al noroeste a 20 kilómetros por hora.
No obstante, se espera que en las próximas horas gane en intensidad, por lo que podría llegar a Cuba como un huracán categoría 2 o, incluso, categoría 3, lo que incrementaría sus daños potenciales en las zonas afectadas, incluyendo La Habana.
Antes que la capital sentirán sus efectos la Isla de la Juventud y el archipiélago de los Canarreos —a los que se va acercando Rafael tras golpear las Islas Caimán—, y también los territorios del sur del centro y el occidente de Cuba, donde se esperan fuertes marejadas e inundaciones costeras.
Medidas en la ciudad
La capital cubana, como el resto de los territorios amenazados, ha venido preparándose para el impacto de Rafael. Según han informado sus autoridades, se ha trabajado en la recogida de desechos y la salvaguarda de personas y recursos que pudieran ser afectados por el huracán.
Fue suspendido el transporte en la ciudad, además de las salidas de ómnibus, trenes y aviones, y se ha trabajado en mantener las comunicaciones en momentos en que se espera que no haya corriente eléctrica, así como para “minimizar los efectos destructivos” del evento meterológico.
Las autoridades prevén inundaciones en zonas bajas y adelantaron que se apagarán las grandes fuentes de abasto “para evitar roturas importantes” desde la mañana de este miércoles.
En consecuencia, pidieron a la población “ahorrar el agua al máximo”. pues “de suceder el peor de los escenarios, podríamos pasar hasta una semana sin el servicio de abasto”.
Además, aseguraron que “todas las unidades del cuerpo de bomberos se encuentran listas, y cuentan con el apoyo de grandes medios de las fuerzas armadas y unidades de alto porte”.
No obstante, la capital cubana recibirá los efectos de Rafael en una difícil situación de su fondo habitacional, muy deteriorado por la crisis económica, y también con serias dificultades con las acumulaciones de basura, los desagües y otros problemas materiales que preocupan a la población y elevan el riesgo de mayores daños por el meteoro.
La Habana y los huracanes
Desde que se llevan registros meteorológicos, a finales del siglo XVIII, La Habana ha sido afectada por más de un centenar de ciclones y huracanes.
Entre los más fuertes registrados, según una cronología de los meteorólogos Carlos Manuel González-Ramírez y Luis Enrique Ramos Guadalupe, se cuentan las tormentas de San Francisco de Asís y San Francisco de Borja, de 1844 y 1846 respectivamente, ambos huracanes de gran intensidad, con categorías 4 y 5 según los estimados actuales.
Ya en el siglo XX se recuerdan por su intensidad a su paso por la capital, entre otros, el Huracán de los Cinco Días, en 1910; los huracanes de 1926 y 1944 —sin otro nombre que el año en que pasaron—; y el Kate, en 1985.
Y en lo que va del actual siglo el más fuerte —por su impacto en La Habana— es el Charley, de 2004; aunque luego también han dejado lo suyo el Dennis, en 2005 y el ya mencionado Irma, en 2017, aunque su mayor intensidad no llegó a sentirse en la capital.
Ahora con Rafael pudiera ser diferente.