Quien no conoce el sitio y observa imágenes de su interior, de su extensa y natural locación, no puede imaginar que la Quinta de los Molinos se halla en una céntrica zona de La Habana. Y, sin embargo, bien que lo está.
A pocos metros de sus muros y verjas bulle la vida citadina. Afuera, como si de otro mundo se tratase, impera el tráfico y el bullicio propio de la capital cubana, en arterias tan concurridas como las avenidas Infanta y Carlos III. Dentro, en cambio, reina el sosiego y la naturaleza.
Según se cuenta, la Quinta de los Molinos debe su nombre a la existencia allí, en tiempos de la colonia, de dos molinos que usaban la fuerza del agua de la Zanja Real, para para moler tabaco. El sitio fue también sede desde aquella época del Jardín Botánico de La Habana y, aun cuando hoy su área es menor que la que tuvo siglos atrás, sigue albergando un profusa y variada y vegetación, que hacen de él un importante pulmón de la urbe.
Se trata, sin dudas, de un extenso y acogedor jardín, con numerosos árboles y otras especies vegetales, muchas de ellas endémicas de Cuba, y algunos ejemplares raros y antiguos, que llaman la atención del visitante. Como también lo hacen sus diferentes colecciones de plantas y animales –como el célebre Mariposario–, sus fuentes y estanques, sus pabellones y senderos que invitan a recorrer el lugar.
También cuenta con varias edificaciones, como la casa de descanso de los Capitanes Generales, durante el dominio español, que luego serviría de residencia al Generalísimo Máximo Gómez, tras el fin de la guerra de indepencia, y que sería convertida en museo. Por todos estos valores, y otros, como que justo allí, en 1936, fue declarada la mariposa como flor nacional, la Quinta mereció la condición de Monumento Nacional y es atendida por la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Además, la Quinta de los Molinos es sede habitual de ferias y eventos culturales, así como área de estudio y de diversas acciones relacionadas principalmente con la naturaleza y la educación ambiental. Y para ser parte de ellas, o sencillamente para pasar un rato placentero con la familia o los amigos, abre sus puertas a quien desée visitarla.
Allí estuvo nuestro fotorreportero Otmaro Rodríguez y nos dejó estas instantáneas como testimonio de un espacio único y encantador, que convida a disfrutar de la naturaleza en el propio centro de La Habana.