El emblemático Mercado de Cuatro Caminos de La Habana reabrirá en 2019, a tiempo para las celebraciones por el medio siglo de la capital cubana tras más de cinco años de extensa restauración, informó el sitio Cubadebate.
La compleja obra civil del antiguo Mercado Único, una de las plazas comerciales más famosas de la ciudad, se encuentra hasta el momento al 42 % de ejecución y deberá completarse en julio próximo para su posterior apertura en noviembre, cuando La Habana cumpla 500 años.
El grupo estatal Cimex ha sido el encargado de los trabajos de recuperación, iniciados en 2013 a un ritmo condicionado por “el alto grado de deterioro de la instalación”, explicó Emilio Morales, especialista principal de la empresa, que gestionará el edificio una vez terminado.
“Siempre trabajamos bajo la premisa de rescatar las edificaciones viejas a tono con las nuevas funciones que van a tener en la actualidad. La convivencia entre lo histórico y lo actual es posible y muestra de ello va a ser este mercado”, aseguró por su parte el proyectista general, Yosbel Hernández.
Según la nueva disposición, el Mercado de Cuatro Caminos tendrá en su primer piso un mercado, una licorería, una confitería, almacenes y áreas para los trabajadores por cuenta propia. La segunda planta incluirá “una moderna tienda de artículos para el hogar”, una cafetería y espacio para oficinas.
Dolores Díaz, inversionista principal de la obra, dijo que la intención es que sea “una plaza comercial única de su tipo, no solo por el confort, sino por las prestaciones y el servicio que ofrecerá en el futuro”.
El nuevo mercado se gestionará con una plataforma inteligente que controlará el clima y la electricidad, suministrada en casi un 60 % por paneles solares.
La instalación también tendrá un espacio “con fines religiosos” donde tendrán lugar “importantes actividades y ceremonias religiosas de trascendencia nacional”, presididas por la efigie del orisha Elegguá, la deidad protectora que abre los caminos.
Inaugurado en 1920 como Mercado General de Abastos y Consumo, el edificio ocupa una privilegiada posición en la parte antigua de la urbe, donde confluyen las barriadas de Centro Habana, Cerro y Habana Vieja.
La construcción costó más de 1,1 millones de pesos de la época –la moneda cubana tenía paridad aproximada con el dólar– y su denominación como “Mercado Único” se debió a que la concesión del Ayuntamiento prohibía la apertura de establecimientos similares en un radio de 2,5 kilómetros.
Los vendedores tampoco podían operar puestos de mercancías en 700 metros a la redonda.
El famoso escritor cubano-francés Alejo Carpentier lo describe en sus crónicas como un lugar lleno de “color y vida”.
Su declive fue definitivo tras la intensa crisis económica de la década de 1990 en la Isla, cuando se cerró el segundo nivel y por su deterioro, de la enorme edificación solo se usaba un espacio reducido para la venta de productos agrícolas.