En menos de una década Cuba ha dirigido su mirada con más interés que nunca a las fuentes renovables de energía como parte de una política energética integral que comenzó a gestarse en 2005 y que persigue independencia energética y sostenibilidad medioambiental.
Aunque Cuba alcanza ya una producción de 4 millones de toneladas de petróleo anuales, dedicadas en su mayor parte a la generación de electricidad, y en la zona del Golfo de México persiste una promesa de hallazgo importante del llamado oro negro, por el momento, el país sigue dependiendo de importaciones de combustible y padece déficit energéticos que retrasan su desarrollo y afectan la competitividad de su economía.
Mientras tanto, el sol calienta y los vientos acarician la geografía cubana.
En diciembre de 2012, un decreto presidencial estableció la creación de una comisión gubernamental encargada de elaborar, para este mes de julio, una propuesta de “Política para la utilización y el desarrollo perspectivo de estas fuentes para el período de 2013-2030”. El grupo experto, entre otras tareas, deberá definir una plataforma legal que promueva incentivos económicos, tanto para productores como para el sector residencial.
Otra de sus misiones es diseñar una estrategia para la inversión extranjera, con un enfoque de cadenas productivas que prevea la estructura tecnológica y de fuentes de energía más recomendable. Además, esta comisión deberá considerar incentivos para la inversión extranjera vinculada específicamente a la transferencia, creación y desarrollo de tecnologías relacionadas con las fuentes renovables de energía.
Irreversible
“Yo soy testigo de la indolencia y también de la evolución de los últimos años. Puedo decir ahora que llegó el momento de las energías renovables. Ya es irreversible”. Así lo afirma, sin ocultar su alegría, el ingeniero cubano Conrado Moreno, miembro de la junta directiva de la Asociación Mundial de Energía Eólica (WWEA), y especialista del Centro de Estudio de Tecnologías Energéticas Renovables.
Moreno ha sido organizador de la XII Conferencia Mundial de Energía Eólica, celebrada en La Habana en junio pasado, que reunió a más de 500 delegados de 40 países, el mainstream de “las renovables”, representado tanto en el sector académico, industrial, como en el de la sociedad civil.
Cuba los acogió con proyectos en desarrollo que tienen apoyo gubernamental y una voluntad política transversal en el enfoque de desarrollo del país. En resumen, la perspectiva de un futuro energético sostenible y la apertura de una promisoria franja para diversos negocios.
“Sabía que este día llegaría”, confiesa Moreno. “Se perfila una política de créditos, comercialización y precios para tecnologías de fuentes renovables, que permitirá a un guajiro comprar, por ejemplo, un calentador solar o un molino de viento, como mismo hoy puede comprar un carro o una casa”.
Aires, vientos, ráfagas
Cuba, poseedora, como pocas naciones en el mundo, de un mapa eólico en el que están inventariadas las zonas de mayor potencialidad para el uso de esta fuente energética, ha aumentado de manera sustancial la generación de electricidad a partir de los vientos.
En 2005 la capacidad instalada solo permitía generar menos de 0,5 Megawatt (MW). Actualmente la cifra ronda los 12 mw basados en cuatro parques eólicos experimentales, ubicados en Holguín (2), Ciego de Ávila y la Isla de la Juventud. Para 2020 se espera llegar a 280 MW, aunque el potencial es bastante mayor: 633 MW.
El salto ya está en marcha, con la construcción del mayor de todos estos emplazamientos que agrupará 34 aerogeneradores y tendrá una capacidad de 51 MW. El parque abarcará unos 13 kilómetros desde Playa La Herradura hasta Punta de Lirio, en el municipio Jesús Menéndez, en la provincia Las Tunas. Es una zona privilegiada, con un régimen de brisas de dirección Este, constante y organizado, que alcanza velocidades de 5,6 metros por segundo, según afirman los especialistas.
Los estudios de factibilidad indicaron que este parque aportará 150 GWh al año, durante dos décadas, para el Sistema Electroenergético Nacional, y permitirá ahorrar costos de importación de unas 40 160 t de combustible en cada período.
Energía comunitaria
Las fuentes de energía renovable llevan tatuadas la marca de la descentralización, el desarrollo local y la gestión comunitaria. Salvo megaproyectos, como los parques eólicos, que generalmente requieren participación de grandes actores económicos, ya sea el Estado o empresas privadas, muchas soluciones en este camino dependerán del empoderamiento de los diversos actores sociales, a escalas micro.
Alois Arencibia, especialista del grupo de Cubaenergía enfocado en temas de desarrollo local lo entiende así: “Si la aspiración es ir a la energía comunitaria, aprovechando el potencial descentralizador de las fuentes renovables de energía, el Estado –máximo interesado en bajar los costosos subsidios por generación eléctrica– intentará hacer competitivas y atractivas las renovables para un cliente que eventualmente podría convertirse en proveedor. Y, ahora mismo, pienso en un cuentapropista. Estas fuentes son autónomas en sí mismas, en ellas tomarán cada vez más relevancia actores y soluciones en el barrio, el municipio”.
Además de los “buenos aires”, Cuba le apuesta a otras fuentes energéticas como la biomasa cañera, la hidroenergía y la energía fotovoltaica. Todas ellas dependen del Sol, que, por lo visto, seguirá brillando para todos y cada uno de nosotros.
Este tema es realmente importante, para Cuba, y para el mundo. Es imprescindible continuar sobre él. Gracias a OnCuba