Un grupo de científicos cubanos y extranjeros comenzó el estudio de la paleosismología de la falla Pinar, una región del occidente de Cuba que involucra a las provincias de Pinar del Río y Artemisa en la que se han reportado varios terremotos a lo largo de la historia.
O’Leary Fernando González Matos, director del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais), explicó al periódico Granma que en una primera etapa se localizó la ubicación de los posibles lugares donde se abrirían las “trincheras” para realizar los estudios, a partir del trabajo geológico.
De momento intervienen los especialistas del Cenais y un experto venezolano con amplia experiencia en el tema en la región del Caribe y Sudamérica, pero a medida que avancen los estudios se deben sumar más científicos nacionales y de otros países, dijo el directivo del Cenais.
El académico indicó que la investigación comenzó con el apoyo del proyecto Cuenca Resiliente, que se implementa en Pinar del Río para la alerta temprana ante los riesgos de desastres naturales.
Las etapas del proyecto geofísico comprenden la ya citada apertura de las trincheras, posteriormente la toma de muestras, su análisis en los laboratorios y, por último, la interpretación de los resultados.
“Se trata de un estudio complejo que tomará meses y quizá hasta más tiempo”, advirtió O’Leary.
El experto agregó que “dar este primer paso es muy importante, sobre todo para los investigadores de las geociencias en Cuba. El objetivo principal es conocer con mayor precisión la peligrosidad que tiene la falla Pinar y cuánto amenaza a las comunidades”.
Según el director del Cenais, las fallas que se encuentran en el sur de la región oriental se sabe que son capaces de generar terremotos fuertes cada 80 o 90 años. En cambio, se ignora la repetitividad y la intensidad de los terremotos que sería capaz de generar la falla Pinar.
Sobre ella, recordó el especialista, ya ocurrió un temblor muy fuerte a fines del siglo XIX. La falla tectónica ha seguido manifestando sismicidad.
Terremoto en San Cristóbal
El viernes 23 de enero de 1880, a las 04:39 amm cerca de la localidad de San Cristóbal, hoy provincia de Artemisa, ocurrió un sismo de magnitud 6.0 en la escala de Ritcher a una profundidad de 15 kilómetros. Provocó la destrucción de numerosas edificaciones.
“En junio de 2021, por ejemplo, hubo un terremoto moderado que afectó el hospital de San Cristóbal”, recordó González Matos.
El especialista argumentó que la historia que conocemos de nuestro país data de unos cinco siglos, pero la historia geológica tiene millones de años. Por tanto, “este estudio de paleosismología nos va a decir cómo se ha comportado esa falla en ese pasado y a partir de ahí, podremos precisar su peligro sísmico”, reportó el periódico Granma.
Sopesar los riesgos
De acuerdo con el investigador, obtener información sobre toda la zona en cuestión es clave para su futuro.
“Si sobredimensionamos el peligro, vamos a penalizar los procesos inversionistas porque obligaríamos a construir con más cemento, más acero y con más restricciones, y eso encarecería y sería un freno para el desarrollo del país; pero si la percepción del peligro estuviera por debajo de lo real, las construcciones entonces serían vulnerables y pondríamos en riesgo la vida de las personas”, razonó.
A diferencia de la región suroriental cubana, ubicada en un límite activo entre las placas Norteamericana y Caribe, los municipios San Cristóbal y Candelaria se ubican en una zona intraplaca relativamente estable.
En esta zona intraplaca moderadamente sismoactiva del occidente cubano se han detectado contrastes geodinámicos de desplazamiento vertical entre 3 y 3.5 mm/año, a lo largo de la falla Pinar, según un análisis estructural y morfotectónico en los municipios San Cristóbal y Candelaria que datan de hace un decenio.
Actualmente los citados municipios se incluyen en la zona con intensidad MSK entre VI-VII grados, con una probabilidad de ocurrencia de 15% y un tiempo de vida útil de las construcciones de 50 años.
La escala Medvédev-Sponheuer-Kárník, también conocida como escala MSK o MSK-64, es una escala de intensidad macrosísmica usada para evaluar la fuerza de los movimientos de tierra basándose en los efectos destructivos en las construcciones humanas y en el cambio de aspecto del terreno, así como en el grado de afectación entre la población.
Tiene doce grados de intensidad, el más bajo es el número uno. Se expresa en números romanos para evitar el uso de decimales.