El Día de las Madres es una de las fechas más celebradas en Cuba y el mundo. Muchas de las imágenes que se difunden en la jornada exhiben a mujeres jóvenes con rostros tersos y sonrisas perfectas acompañadas, generalmente, de niños pequeños. La idea de la maternidad que traducen esas imágenes es idílica, en ocasiones bucólica, una imagen pasada por agua de lavanda que no representa a la maternidad en todo su sentido. Hay gente que dice que una madre siempre tiene felicidad en los ojos, que la realización más grande de una mujer es dar a luz. Hay gente que dice que madre hay una sola y que los hijos fueron enviados por Dios para condecorar a las mujeres.
Otros creen firmemente que cada embarazo le quita 10 años de vida a tu cuerpo y que lactar marchita tus pechos, que se caen las muelas de la sonrisa, que se arruga la frente y que se agrieta la piel. Hay gente que dice que, después de los niños, se acaban el trabajo, las minifaldas, las realizaciones personales, los amores, la tranquilidad.
Yo creo en las mujeres que aman a sus hijos con el porciento de odio que ese amor también implica. Creo en las madres que ríen, en las que integran a sus hijos al trabajo para no abandonar a ninguno de los dos, en las que amamantan y nunca se ponen lápices debajo de las tetas para comprobar la caída. Yo creo en las mujeres que deciden ser madres y en las que deciden no serlo nunca, porque la mayor realización de una mujer es decidir sobre su vientre y su vida. Yo creo en las que quisieron y no pudieron, pero lucharon por ser mamás. En las que no son madres y tienen hijos, porque Dios no les puso la medalla en el vientre, pero la vida les puso el amor y la bondad en las manos. Yo creo que ser madre es maravilloso, es agotador, es lindo, es tóxico, es grande.
Ser madre es más complicado y más angustioso que la foto que aparece en una postal. Los niños crecen, se vuelven fastidiosos, se hacen adolescentes, se casan, piensan distinto a sus madres, emigran de la casa familiar, se convierten en padres y abuelos, crecen y siguen creciendo, pero la madre sigue teniendo ese título vitalicio.
El día de las madres es distinto para todos, cada cual lo vive a su forma y según su experiencia de vida. Habría que preguntarse cómo viven el día de las madres las tías que no pudieron tener hijos y aún así les hacemos regalos para que no se pongan tristes. Cómo pasan este día los hijos que perdieron a sus madres, las madres que enterraron a sus hijos. Cómo lo viven las que no les quedan hijos en Cuba, las madres que se quedaron solas. Cómo verán este día los hijos y madres que han enfrentado a la muerte producto de la pandemia que vive el mundo. El día de las madres es un día contradictorio, como todos los días.
Iris pasará el domingo con sus dos hijos, quienes cocinarán para ella arroz con pollo, platanitos maduros fritos y ensalada de tomates. Juntos verán la comedia romántica que pondrán en Arte Siete y luego cada uno dormirá una siesta.
Mirlenys y Mirexis estarán tristes porque su madre murió de cáncer hace años. Pondrán una ofrenda con vela, girasol y agua frente a la foto enmarcada.
Carla le hará un pastel de limón a su padre, la única madre que ha conocido. Le regalará una colonia after shave y le contará los detalles de su último romance platónico. Su padre le peinará los rizos como cuando era niña.
Luciana tiene la alarma puesta para las 4 y media. A esa hora sus dos hijos harán una videollamada y pasarán un lindo rato virtual entre risas y lagrimitas de aquí y de allá.
Luisa ha pedido como regalo que su hija, su yerno y los niños se vayan unos días de la casa y la dejen en paz. Ella dormirá la mañana y comerá comida recalentada y pasará su domingo como le da la gana: viendo “Tierra amarga”, la novela turca que la desvela.
Paulo despertará, en la misma cama, junto a sus dos madres. Les dará unos besitos tibios y les dirá: “¡Felicidades mamás!” Mientras tanto el Chamaquili de Alexis Díaz Pimienta, desde algún lugar del mundo, recitará un poema para alegrar a mapá.
Mientras tanto, en Alamar, Alejandra hablará de sus hijos: Mauricio, Jorge y Alito, los tres en países diferentes. Ella contará una vez más las historias de sus caídas cuando niños, de sus novias, de sus deseos de salir a ver el mundo. Pasará las hojas del viejo álbum familiar, donde están los tres juntos y los llamará por whatsapp para decirles que los ama y que tiene guardada, desde antes de la pandemia, una lata de leche condensada para hacerle un flan al primero que venga. A los muchachos se les hará la boca agua y ella llorará un poquito como siempre en este día, por sus hijos y porque recuerda a su mamá.
Por el día de las madres yo quiero una postal con las imágenes de las que van a bailar, las que trabajan, las que se tiñen el pelo, las que tienen novios, las que fueron a la guerra, las que viajan el mundo, las que escriben poemas, las que se hacen la liposucción, las que usan sayas cortas, las que se divorcian, las que quieren ser presidenta, las que se enamoran de otra mujer, las que son bailarinas, las que son mecánicas, las multiorgásmicas, las mataperras, las que tienen nietos, las que se van del país, las que se quedan solas, las que venden maní, las blancas, las negras, las jóvenes, las viejas, las madres todas, con sus luces y sus sombras.