Aunque faltan todavía dos meses para su comienzo, la temporada ciclónica de 2025 en el Atlántico ya empieza a preocupar.
De momento, los primeros pronósticos anticipan 18 tormentas con nombre, de las cuales entre siete y diez podrían convertirse en huracanes.
De acuerdo con la compañía meteorológica estadounidense AccuWeather, citada por Prensa Latina (PL), entre tres y cinco de esos huracanes alcanzarían la categoría 3 o superior en la escala Saffir-Simpson, con vientos de 178 km/h o más.
Tales cifras sugieren un período activo y potencialmente más volátil que el promedio en la zona del Atlántico, que incluye al Caribe y particularmente a Cuba.
Mientras, el Centro Nacional de Huracanes (NHC) de Estados Unidos también proyecta una temporada con riesgos elevados, aunque aún no ha emitido su pronóstico oficial.
Regiones como Florida, el Golfo de México, las Carolinas y toda el área caribeña están entre las zonas con mayor probabilidad de sufrir el impacto de huracanes intensos, refiere el reporte.
Estas previsiones se sustentan en condiciones oceánicas y atmosféricas críticas: el contenido de calor en el océano, que abarca la temperatura superficial y la profundidad de las capas cálidas, está elevado, proporcionando energía a los ciclones.
Además, una posible transición a La Niña en el Pacífico reduciría la cizalladura del viento, favoreciendo la formación de tormentas. La posición del anticiclón de las Azores, que guía las trayectorias de los huracanes, podría dirigir más sistemas hacia el Caribe y el Golfo si varía, de acuerdo con los expertos.
El huracán Oscar cambió la faz de Guantánamo, asegura una investigación ambiental
La pasada temporada
En 2024, Cuba sufrió los embates directos de dos huracanes, además de afectaciones por otras tormentas y fenómenos meteorológicos.
En octubre, el huracán Oscar tocó tierra como categoría 1 en la provincia de Guantánamo. Con vientos de hasta 130 km/h, el ciclón dejó un saldo inicial de al menos seis fallecidos en San Antonio del Sur, donde las intensas lluvias y crecidas aislaron comunidades enteras.
Las autoridades reportaron inundaciones severas en Maisí, Imías y Baracoa, con daños significativos a viviendas y cultivos, mientras la saturación del suelo y los apagones complicaron la respuesta inmediata en el oriente del país.
Apenas dos semanas después, a inicios de noviembre, el huracán Rafael, de categoría 3, impactó el occidente cubano y, en particular, a Artemisa con vientos sostenidos de 185 km/h. Rafael provocó el colapso total del sistema eléctrico nacional, lo que afectó a 10 millones de personas y dejo a La Habana y provincias cercanas como Mayabeque y Pinar del Río sin suministro durante días.
Aunque las autoridades evacuaron a miles de residentes, el huracán destruyó miles de hogares y devastó la agricultura, entre otros daños severos.
Los efectos de Oscar y Rafael en 2024 expusieron las vulnerabilidades de Cuba ante fenómenos cada vez más intensos y ahondaron los efectos de la crisis económica y energética en el país.
También el pasado año zonas de la isla fueron afectadas por los huracanes Helene y Milton, aunque estos no azotaron directamente al territorio cubano y sus daños fueron menores.