Las remesas son reconocidas como la segunda fuente de divisas fuertes más importante del país. Las remesas juegan un rol vital en la economía cubana y en los ingresos familiares, sobre todo en el actual contexto de crisis económica y ampliación sostenida de la dolarización parcial de la economía.
El proceso de dolarización parcial comenzó en Cuba en octubre de 2019. Ante la mirada escéptica de unos y crítica de otros, se dispuso la venta de equipos electrodomésticos, ferretería y mobiliario, en un número reducido de tiendas de la red minorista.
La finalidad declarada fue captar los “dólares que escapaban del país” en manos de quienes viajaban a otros países para comprar mercancías y luego revenderlas en el mercado informal. Se definió también como una medida “transitoria” en respuesta a la escasez de divisas para la adquisición de insumos, bienes y servicios.
Sin embargo, aun cuando el discurso oficial ofreció garantías sobre el control de la dolarización —Alejandro Gil, ministro de Economía y Planificación, afirmó públicamente que no se ampliaría la venta en dólares—, tres años después, en Cuba la mayoría de los bienes de consumo y varios servicios se venden en moneda extranjera.
Según reconoció Raúl Castro en su Informe Central al VIII Congreso del PCC “se ampliaron las ventas en moneda libremente convertible (MLC) hacia otros productos, incluyendo los alimentos, con el objetivo de incentivar las remesas que los ciudadanos cubanos en el exterior realizan a sus familiares en el territorio nacional”.
De tal forma, queda el Estado liberado de su responsabilidad de garantizar la venta de divisas a sus ciudadanos al cambio oficial de 1USD=24CUP, mientras todos los ingresos por concepto salarial son en moneda nacional. Por su parte, quedan las familias a merced del dinero que llega desde el exterior. En el tablero de la dolarización, las remesas son la pieza esencial.
Crece la dependencia, no la disponibilidad
Con el proceso de dolarización, la vía formal que se definió para la entrada de remesas al país fueron los depósitos en las tarjetas en MLC. Cuentas bancarias referenciadas en dólares que reciben todas las transferencias formales a residentes dentro de la Isla; pero que, además, fueron impuestas como la única vía para pagar lo que se compra en la red de tiendas en divisas.
Como lo ha explicado el investigador y catedrático Francisco López Segrera1, las principales fuentes de divisas de la economía cubana son: las remesas; la exportación de servicios profesionales, en especial en el área de la salud; el turismo; y la exportación de productos varios, tales como los propios de la industria farmacéutica, la biotecnología, el níquel, el azúcar y el tabaco, entre otros.
La Oficina Nacional de Estadísticas e Información de Cuba (ONEI) no ofrece información pública sobre este tipo de ingresos. Sin embargo, cifras aportadas por organismos foráneos permiten formar una idea de su peso en la economía doméstica.
En 2015, estimaciones del Departamento de Estado norteamericano publicadas por la NBCNews situaron entre 1.400 y 2.000 millones de dólares las remesas anuales que recibía el país.
Según cálculos de Inter-American Dialogue —un “think tank” en el campo de las relaciones internacionales con sede en Washington— informados por CNN, Cuba recibió en 2019 remesas por un valor de más de USD$ 2.055 millones, equivalentes a un 2 % del PIB nacional.
Sin embargo, esta cifra se vio reducida al mínimo en solo dos años. De acuerdo con el Havana Consulting Group, durante el difícil 2021, Cuba recibió la menor cantidad de ingresos por esta vía. Entraron a la Isla solo 1.084.01 millones de dólares por este concepto.
La notable reducción de las ayudas financieras coincidió con la crisis económica más profunda de las últimas dos décadas, la cual se ha intentado sortear, aún sin éxito visible, con la alternativa de la dolarización parcial.
Las causas principales de la caída fueron las restricciones impuestas por el gobierno de Donald Trump que incluyeron la sanción en 2020 a FINCIMEX, entidad Financiera de Cimex S.A. encargada de las operaciones de remesas de Western Union.
La comunidad de cubanos en Estados Unidos —que reúne el mayor número de nacionales en el exterior con más de 2,3 millones de emigrados—, es la proveedora fundamental de estas contribuciones. Las sanciones gubernamentales no solo prohibieron las transacciones de la entidad estatal cubana, sino que limitaron a solo 1000 dólares trimestrales la cantidad que podía enviar cada emigrado cubano desde EE.UU.
De modo adicional, la limitación y casi anulación de los viajes internacionales derivada de la pandemia de COVID-19 en el mundo, redujo la entrada de dinero por vía informal, es decir, el que traen consigo para sus familias o amigos que visitan la Isla.
También como resultado de las limitaciones financieras derivadas del bloqueo, en el propio 2021 —el año del inicio del ordenamiento monetario y cambiario que eliminó el CUC pero dejó en circulación la MLC—, se suspendió de modo también “temporal” el depósito bancario de dólares americanos en efectivo.
La medida restringió solo a transferencias bancarias las opciones de movimiento de la moneda. Ello, a pesar de que entra al país un número importante de USD en efectivo como remesa informal.
El resultado de la disposición bancaria ha sido la circulación por vías no legales del billete que llega con los viajeros internacionales: se intercambian por MLC, en tasas no equivalentes y que desfavorecen la moneda en mano, o se comercializan en CUP para su empleo, en lo fundamental, en viajes al exterior.
Familias y remesas: tener o no tener
Se desconocen cifras confiables sobre cuántas familias no reciben ingresos desde el exterior en Cuba, aun cuando estas resultan las más afectadas en el contexto de la dolarización. Para ellas, la única alternativa de acceso a las divisas es comprarlas al costo del mercado informal.
En un escenario de inflación galopante y precios determinados por la insuficiente demanda, la escasez de monedas convertibles es también un reflejo de los vaivenes económicos. El MLC se cotiza en el mercado informal desde hace meses por encima de los 110 CUP, mientras el dólar estadounidense al cash supera los 100 pesos.
Pero, en Cuba la pensión mínima es de apenas 1528 pesos y el salario básico es de 2100 CUP. Los cálculos más sencillos evidencian que sin recibir una ayuda desde el exterior apenas se pueden solventar las necesidades fundamentales, aún teniendo en cuenta la canasta básica subsidiada.
Tras la implementación del Ordenamiento económico, el valor real del salario se ha reducido de forma drástica. La demanda que excede a la oferta reduce la capacidad de compra y dispara el precio de los productos —que ha registrado también un aumento en las tiendas en divisas— e incrementa el valor de las monedas convertibles.
En pocas palabras, el aumento de salarios y pensiones que acompañó al proceso de Ordenamiento quedó anulado en la práctica.
La peor parte la llevan las familias de menores ingresos. Aunque a algunas golpea la crisis con más rigor. Según el sociólogo e investigador Julio César Guanche, “por cada dólar de remesa que recibe una persona con color de piel negro, una de color blanco puede recibir hasta tres dólares, debido a la estructura histórica de la migración cubana”.
Mujeres afrodescendientes en Cuba y la Tarea Ordenamiento (I)
Al interior de la sociedad cubana la dolarización parcial tiene un costo social alto. Ha profundizado las diferencias entre quienes tienen acceso a las divisas extranjeras y quienes no, de forma tal que parecen cada vez más irreversibles.
Las remesas contribuyen de forma esencial a las estrategias de supervivencia de las familias cubanas. Y así, aquellas que las reciben pueden comprar productos de primera necesidad como aseo, alimentos y otros, que prácticamente solo se hallan en las tiendas en divisas. Para el resto, las opciones son: pagarlos a precios de reventa de hasta 10 veces el costo original o intentar sobrevivir sin ellos.
El economista Óscar Fernández ha alertado que la dolarización potencia “brechas reales de desigualdad”; y que “mientras el Estado no intervenga en el mercado cambiario para ofrecer alguna vía legal de acceso a las MLC a cambio de pesos cubanos, la política estatal estará excluyendo del consumo de esas tiendas a grandes masas de personas”.
Hacia el exterior, las medidas económicas descargan sobre nuestros emigrados los crecientes costos de la vida en el país; convirtiendo la alternativa del envío de ayudas a sus familiares en una obligación.
Ojalá no abandonemos en la persecución de las remesas la idea de una sociedad más justa. El camino de regreso del dólar a Cuba no ha tenido un feliz comienzo. Habrá que ver el final.
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Nota:
1 Francisco López Segrera: “Antecedentes y causas de las protestas del 11J” en Cuba 11J Protestas, Respuestas, Desafíos. 1º Edición, Buenos Aires: Escuela de Estudios Latinoamericanos y Globales, ELAG / Página 12, 2021.
El artículo es mas++ de lo mismo no se va al centro rodeos rodeos hablen de las causales, sean osados.
Todo lo que expresa el articulista lo conocemos , lo importante sería una propuesta de soluciones.