Los restos del líder revolucionario, escritor y periodista cubano Pablo de la Torriente Brau, muerto en combate en la Guerra Civil Española, podrían ser devueltos a Cuba, gracias a un acuerdo firmado entre el Departamento de Justicia de la Generalitat de Cataluña, el Ayuntamiento de Barcelona y el Consulado cubano en esa ciudad.
El convenio, que había sido aprobado por las autoridades catalanas un año atrás, “dota a las partes un marco legal que define los términos de la intervención” en el sitio de su enterramiento.
Esto permitirá “tratar de recuperar, identificar y repatriar” a la Isla los restos del combatiente internacionalista, quien luchó junto a las fuerzas de la República Española contra el Ejército sublevado bajo el mando del General Francisco Franco.
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Aunque viajó a España como corresponsal de prensa, De la Torriente se unió a las Brigadas Internacionales y fue comisario político de una brigada republicana, con la que marchó a la defensa de Madrid. Cayó combatiendo en Majadahonda, el 19 de diciembre de 1936, y su cuerpo fue rescatado entre las líneas enemigas y enterrado en el cementerio madrileño de Chamartín con las insignias de Capitán de Milicias.
Luego, en 1937, sus restos fueron trasladados al Cementerio de Montjuic, en Barcelona, con el propósito de devolverlos a Cuba, siguiendo el deseo del propio combatiente. Pero tras la derrota de las fuerzas republicanas, su regreso nunca pudo materializarse.
En 1939, según el registro del cementerio barcelonés, los restos fueron sacados del nicho en que estaban y colocados en una fosa no especificada, aunque investigaciones posteriores permitieron localizarla. Pero, a pesar de las gestiones de su familia y autoridades cubanas, no había sido posible su rescate e identificación.
Ahora, “gracias a las investigaciones realizadas por miembros de la Asociación de Amigos de la Brigadas Internacionales (AABI)” es posible “contar con material suficiente para proceder a la exhumación, identificación y traslado de sus restos”, asegura una nota publicada este jueves por la Cancillería cubana.
En 2009, Zoe de la Torriente, hermana de Pablo, entregó a la AABI, una muestra de pelo que su hermano le había dado poco antes de su partida a España, según un trabajo publicado el pasado año en el sitio Cubadebate.
Entonces, el antropólogo Javier Iglesias, de la Sociedad ArqueoAntro y quien ha participado en más de 40 exhumaciones, comentó que era “todo un reto para los genetistas, porque nunca antes se había tenido material genético de una persona represaliada” y por el hecho de que ni Pablo ni sus hermanas –ya fallecidas también– tuvieron hijos con los que comparar genéticamente la muestra.
No obstante, dijo que se podría comparar con familiares no directos o pedir al gobierno cubano la exhumación de los restos de alguna de sus hermanas enterradas en Cuba.
Aunque nació en Puerto Rico en 1901, Pablo de la Torriente vivió la mayor parte de su vida en Cuba, donde participó en las luchas revolucionarias de los años 30 y desarrolló una relevante carrera en la prensa, por la que es considerado uno de los periodistas más brillantes en la historia de la Isla.
Además, escribió relatos y la novela Aventuras del soldado desconocido cubano.
Se exilió en EE.UU. antes de ir a España, y una vez allí tampoco dejó de escribir a pesar de involucrarse activamente en la guerra. Las crónicas de esta experiencia aparecen recogidas en su libro póstumo Peleando con los milicianos.
En las tropas republicanas coincidió con el poeta español Miguel Hernández, quien a su muerte le dedicó el poema “Elegía Segunda”. En su primera estrofa, el poema dice: “Me quedaré en España, compañero / me dijiste con gesto enamorado. / Y al fin sin tu edificio trotante de guerrero / en la hierba de España te has quedado.”
Hoy, sus restos están más cerca que nunca de regresar a Cuba.