Tres años atrás, el restaurante habanero San Cristóbal se convirtió en un símbolo de la nueva era que vivían Cuba y Estados Unidos. En su visita a la Isla, en marzo de 2016, el entonces presidente Barack Obama cenó con su familia en la “paladar” que fundara en 2010 el chef Carlos Cristóbal Márquez y puso sobre el lugar los ojos de todo el mundo.
“Fue un momento único. Que nos escogiera por encima de otros excelentes restaurantes que hay en La Habana ha sido muy importante para nosotros”, recuerda Márquez, quien cuenta con una reconocida experiencia como chef en emblemáticos hoteles cubanos como el Riviera, el Capri y el Nacional, y también fuera de la Isla.
No es la única visita famosa que ha recibido el restaurante de la calle San Rafael, en Centro Habana, donde han comido lo mismo políticos como la ex presidenta chilena Michelle Bachelet y el ex mandatario brasileño Lula da Silva, que celebridades como las Kardashian y las estrellas de la música Beyoncé y Jay-Z.
Sin embargo, la cena de Obama, como apoyo explícito al sector privado de la Isla, marcó un antes y un después, y dejó una estela que muchos visitantes extranjeros han tratado de seguir. Sobre todo, de Estados Unidos. Pero la realidad de hoy es muy diferente.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca puso primero un freno al acercamiento bilaterial para luego comenzar una marcha atrás que ha venido acelerándose en los últimos meses y ha cortado a su paso los viajes de los estadounidenses a Cuba, en especial los enmarcados en la categoría people to people y los realizados en crucero.
Y San Cristóbal, como muchos otros restaurantes y servicios privados, lo está sintiendo en carne propia.
“De la visita de Obama para acá todo ha ido en retroceso. Todo lo bueno que se logró se ha ido –explica Márquez a OnCuba–. El presidente Obama hizo un avance, pequeño pero importante, y es una pena que haya sido en los últimos tiempos de su mandato, porque si hubiera sido antes quizá estuviéramos mejor para enfrentar lo que está pasando ahora con Trump, que se ha empeñado en echarlo todo para atrás.”
“Y aunque él diga que sus medidas son contra el gobierno y no contra la gente, hay una contradicción en sus palabras, porque nos están afectado demasiado, no solamente a mí sino a todo el mundo, incluso a su pueblo”, comenta.
Como resultado, la afluencia de clientes ha caído, según el propietario del restaurante, hasta un 20% de lo que recibían antes. “Ahora mismo no estamos teniendo reservaciones para el almuerzo, que es un horario lento, pero que siempre se movía –asegura–. Y por las tardes y las noches también ha habido un bajón. Prácticamente lo que se está recuperando es para mantener el restaurante, y no descarto que podríamos tener pérdidas”.
Las recientes medidas de la administración Trump, en opinión de Márquez, han sido un puñetazo al sector cuentapropista, una carga adicional que agudiza los efectos del bloqueo/embargo “que sí afecta, pero con el que siempre hemos vivido”.
“Si recorta las visitas de estadounidenses, lógicamente eso tiene un impacto negativo para nosotros, que trabajamos fundamentalmente para el turismo. Acá recibíamos gente de los cruceros, grupos que venían en la categoría people to people, personas que venían en sus yates privados, en sus aviones privados, y todo eso ahora está prohibido. Y si vas a La Habana Vieja, verás que mis colegas también tienen una situación difícil y están preocupados. Quizá algunos tengan que cerrar y otros se las verán bien apretados, porque allá la llegada de los grupos de los cruceros era mayor”, confirma.
Los trabajadores, el trabajo
Las afectaciones para el sector privado no son exclusivas de los dueños. También las sienten, y mucho, los trabajadores.
“Nosotros tenemos un salario básico, pero vivimos de la propina, como la mayoría de los que trabajan en el turismo, y mientras menos clientes recibamos menos oportunidades tenemos de ganar y mantener a nuestras familias”, explica Leonardo Herrera, portero que trabaja desde hace seis años en el restaurante.
“Ahora mismo estamos en temporada baja, que es a nivel nacional y siempre ha existido en la época del verano, pero esta vez va siendo extrema, porque nos nutrimos mucho de los visitantes norteamericanos, y ya no están viniendo”, agrega.
“Ha sido un cambio radical. Aunque no le preguntamos a los clientes de dónde vienen, es fácil darse cuenta que han disminuido muchísimo los grupos de estadounidenses tras la prohibición de los cruceros. Era algo que ya venía pasando desde que Trump tomó el poder, pero ahora es peor”.
Su apreciación coincide con la de Alexander Peña, uno de los capitanes del restaurante, para quien “las afectaciones empezaron desde antes, desde que Trump empezó a tomar medidas contra los viajes y emitió una alerta diciendo que Cuba no era un país seguro”.
“Ya desde entonces empezaron a verse cambios en la cantidad de visitantes de Estados Unidos –dice Peña a OnCuba–. Sin embargo, seguían viniendo estadounidenses, no solo en los cruceros, también en viajes culturales y de otros tipos, pero estas últimas medidas nos han llevado a un pico negativo, que es fácil de comprobar con el número de clientes que estamos teniendo todos los días.”
Este jueves, por ejemplo, solo tuvieron seis mesas ocupadas, algo impensado poco tiempo atrás. Y sus efectos pueden ir más allá del restaurante.
“El sector privado funciona como una cadena –asegura–, y si tenemos menos ingresos, entonces vamos a gastar menos en otros servicios, y las personas que nos suministran esos servicios, los propios alimentos u otros productos, también se ve van a ver afectados.”
Herrera mira un poco más allá y piensa en el futuro del propio restaurante, que el próximo 16 de noviembre –el mismo día del aniversario 500 de La Habana– llegará a sus nueve años.
“No creo que la solución sea cerrar, pero quizá haya que disminuir el personal. El dueño tiene que pagar impuestos, salarios, y también los suministros, que ahora son más difíciles de conseguir por la escasez. Los restaurantes privados no tienen facilidades de precios mayoristas y eso incrementa los gastos. Esperemos que no sea necesario y todo pueda mejorar, pero de momento la decisión de Trump de parar el turismo nos está afectando mucho”.
Ante este difícil escenario, el trabajo es la mejor solución en San Cristóbal.
“Seguimos teniendo clientes de otros lugares, porque afortunadamente somos un restaurante bastante conocido, pero en esta situación tratamos de brindar el mejor servicio, con la calidad que merecen quienes nos visitan”, afirma Peña.
El chef Márquez, por su parte, no niega que hay carencias y dificultades internas en Cuba, pero asegura que en su restaurante “para salir adelante tenemos que esforzarnos y tomar medidas. Los trabajadores están conscientes de eso y están poniéndole ganas, porque todos somos un equipo”.
“Trump debería sentarse a analizar lo que ha hecho para que se dé cuenta de que no nos ayuda como él dice, sino todo lo contrario. Pero lo haga o no, vamos a seguir trabajando como siempre. O incluso, mejor. Al menos, así va a seguir siendo en San Cristóbal.”
Tienen que hacer filiales del restaurant en Miami, que allí estan los que le hacen el bloqueo a Cuba pero no creo que se lo hagan a ellos mismos, solo que allí vas a tener tremenda competencia, la cual estas muy lejos de sufrir en Cuba.
El sector privado se tiene que internacionalizar que afuera de Cuba, si hay mercado mayorista, pero le acompaña una tremenda competencia que no creo esten preparado ni mucho menos para ello. Además tendras que incluir los gastos de educación , de salud, alquiler de la vivienda, los seguros de todo tipo y pagar los impuestos
Sesenta años de comunismo,y nunca se sabe que proteína vendrá a la bodega o con qué se hizo el fricandel,los restaurantes cubanos pueden esperar ocho años haber el próximo presidente trae mejores intenciones,el actual,está como una p……..a cabra,si hubiera nacido pobre estuviera viendo perros calientes en New York.