Puerto de La Habana, 15 de junio de 1894. El vapor francés La Navarre levantó anclas y partió hacia Europa. Detrás iba quedando la enorme silueta del Morro y el bullicio de una ciudad que, en unos meses, se pondría en pie de guerra. Enrique Aldabó, socio de la empresa Trespalacios y Aldabó, dedicada a la producción industrial de licores y bebidas espirituosas, desde 1866, se dirigió al camerino de primera clase que había reservado y aprovechó la quietud de la noche para continuar organizando el plan de trabajo de aquel largo viaje que lo llevaría a Francia, Alemania, Inglaterra y otros países europeos, donde apreciaría los adelantos en la fabricación de bebidas y compraría tecnología moderna.
Quienes lo conocieron afirmaron que era muy inteligente, entusiasta, laborioso y de “voluntad inquebrantable”. Poco antes de emprender el itinerario registró la marca de ron Pini que se sumó a la cartera de 20 productos de la industria, ubicada en Montes 427, que incluía aguardiente, el Ojen (dos clases), Anís (dos clases), Carabanchel, Ron (dos clases), Ginebra (cuatro clases), Anisete (doble, fino y corriente), Curazao (doble, fino y corriente), Licor de rosa y Marrasquino, fino y corriente, Vermouth Marchionato y Vermouth seco, Ajenjo, Gotas amargas, Crema de Cognac, de café y de cacaco, Menta superfina, Ponche Imperial, sirope de fresa, de frambuesa, de granada y de grosella, vinagre doble de yema, corriente y blanco.
A cargo de la sociedad quedaba el gerente Venancio Noriega Trespalacios.
Innovador constante
La empresa de Aldabó logró sobrevivir a las consecuencias de la guerra (1895-1898) y en apenas una década del nuevo siglo ya era considerado por la revista Cuba en Europa, como “el mayor licorista de América”. Contribuyó al éxito su espíritu creativo porque no se conformaba con importar equipos modernos para la fábrica: cuando era necesario, los inventaba.
En una carta fechada el 15 de junio de 1903 decía al director del Diario de la Marina “(…) ha visto prácticamente el cuidadoso empeño que tengo en la preparación del ‘Triple Sec’, en los aparatos de mi invención, fabricados bajo mi dirección”.
Igual sucedió para elaborar el vino de piña, posteriormente multipremiado. A la fábrica llevó, en 1904, a un grupo de periodistas y peritos químicos para que apreciaran el modelo productivo y la calidad de la bebida recién creada. Uno de los periodistas del Diario de la Marina opinaba: “Hay industriales para quienes la actividad es un hábito de su propia naturaleza, que de faltarles, perderían la alegría y acaso la salud. A ese número pertenece entre nosotros mi amigo Enrique Aldabó, el renombrado licorista que ha conseguido que su nombre pasee orgulloso por todo el mundo, y que en todo el mundo se conozcan y elogien sus productos”.
Mientras algunos licoristas se concentraban en un producto, Aldabó tuvo otra estrategia: optó por la diversidad, por la experimentación sistemática, por el aprovechamiento de la variedad de frutas cubanas. Así, por ejemplo, de sus afamados alambiques surgieron bebidas con sabor a naranja, plátano, cacao, café, anón. En octubre de 1907, comercializaba 26 tipos de licores.
El empleo de frutas como materia prima favorecía a los productores agrícolas. “Triunfo es este del señor Aldabó que abre nuevos y vastos horizontes á la industria vinícola en Cuba, porque la piña es una de las frutas que más se cultivan en el país, y que aplicada a la vinificación, puede obligar á un ensanche en la esfera de su cultivo y á un aumento en la riqueza de Cuba”, expresaba un columnista en 1905.
Decía alguien cercano a él que había nacido para vivir entre los equipos de la destilería. Ciertamente pasaba largas jornadas allí, para supervisar la calidad de la producción, aún cuando ya era un hombre muy acaudalado. Este hábito puso en peligro su vida, pues al incendiarse un equipo, sufrió quemaduras y otras lesiones.
Otro aspecto que distinguió los productos de la marca Aldabó fue la presentación. Un cronista del Diario de la Marina que visitó la fábrica en 1904 avalaba así su más reciente mercancía: “Para que todo en el BOMBÓN CREMA sea superior, al mérito del licor acompaña lo artístico de la presentación. La etiqueta que lleva cada botella, representando un matrimonio septuagenario, que celebra en dulce armonía, apurando una copa de ese licor, sus bodas de oro, es de lo más bello que en su clase hemos visto; y ¡sin embargo, no lo es todo, porque la propia botella, la cinta tricolor que parte de la tapa á morir en la etiqueta y la cubierta de paja de maíz con que se cierra el frasco, todo resulta del mejor gusto y del más simpático aspecto (…)”.
Falsificación y engaño
Así titulaba una nota de advertencia que Aldabó tuvo que divulgar en el Diario de la Marina, en 1908, ante la práctica ilegal de ciertos comerciantes. “Ha llegado a mi conocimiento que en algunos establecimientos se rellenan con productos muy malos las botellas de Triple Sec Aldabó y las de Bombón Crema. Unos lo harán por mero negocio, otros quizá con la perversa intención de labrar el descrédito de la industria licolera cubana hoy triunfante en todas las Exposiciones del mundo. Para evitar responsabilidades a los que estén en dicho caso, les aviso que he tomado toda clase de medidas para evitar esa falsificaciones, sin que pueda impedir los perjuicios que sobrevengan cuando los tribunales de justicia hayan intervenido”.
Además de este incoveniente, Aldabó tuvo que lidiar con altos impuestos que afectaron el comercio de exportación de las bebidas y con la competencia desleal de algunos productores: “salen de las fábricas cuartos de pipa, al parecer de vinagre, y que en realidad contienen aguardientes (…)”, se quejaba en una carta que hizo circular en la prensa.
Las apuestas y los premios
Como medio de publicidad, Aldabó convocó numerosas veces a sus colegas de Europa y América a competir con sus licores. En abril de 1903 apostaba 1000 francos si alguno ganaba en calidad al Triple-Sec. Si él resultaba vencedor donaría el dinero, a partes iguales, a la Casa de Beneficencia y a los Huérfanos de la Patria. Al año siguiente, en la Exposición Universal de San Luis, Estados Unidos, donde ganó el gran premio, subió el reto a 10 000 francos, cifra que entregaría si perdía; en caso de ganar recibiría 5 000. Nadie quiso competir con el Triple-Sec, el Bombón Crema y el Anisete. En 1912, subió la cifra a 500 000 francos, si le ganaban al “Ron (base caña de azúcar), Triple-Sec y Orangina (base naranja). Bombón Crema y Crema Cacao (base cacao), Anisete (base anís). Crema Café (base café) y Vino Piña (base piña)”.
Tampoco hubo opositores. De acuerdo con el Diario de la Marina, edición de 13 de diciembre de 1912, Aldabó había sido premiado, hasta esa fecha, en cien exposiciones. He podido constatar que fue galardonado, además del evento celebrado en San Luis, en otros de carácter internacional efectuados en Viena, París, Turín, Buenos Aires, Jerusalén, Londres, Madrid, Lieja, Burdeos, Atenas, Chicago, Charleston, Bruselas, Puerto Rico. Como acostumbraba a presentar varias mercancías, en cada certamen, es posible que el número de medallas y certificados ciertamente superara el centenar.
Otros datos de interés
El 28 de enero de 1904, una circular anunciaba que había sido disuelta la sociedad Aldabó y Compañía, apartir de entonces los créditos activos y pasivos quedaron a cargo de Enrique Aldabó, bajo su nombre continuaron los negocios de destilería y fabricación de licores. En 1918, la empresa se integró junto con otras en la Licorera de Cuba S. A.
Los éxitos del empresario inspiraron al pianista Gottardi a crear el vals titulado Triple Sec Aldabó, promocionado por la revista El Hogar. Fue Presidente de la Unión de Fabricantes de Licores de la Isla de Cuba, de la Sociedad Colombófila de La Habana, de la Sociedad de Cazadores de La Habana y de Asociación Nacional Cubana de Avicultores.
Aldabó, junto a Bacardí y Arechabala, contribuyó a que Cuba no se le conociera únicamente en los mercados extranjeros por su tabaco y azúcar, sino también por sus exquisitos licores.
Fuentes
Guillermo Jiménez Soler: Las empresas de Cuba, 1958, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2014.
Cuba en Europa
Cuba y América
Diario de la Marina
El Fígaro
Gracias por la sabiduría q compartes a todos los habidos por conocer!
Linda historia de vida q nos regalas en Navidad, y q invita a buscar una de esas marcas de bebida cubana.
FELIZ NAVIDAD!