Erratas en el mármol

Foto: Otmaro Rodríguez.

Foto: Otmaro Rodríguez.

Cuando se trata de Martí uno podría suponer o desear un grado superior de perfección y solemnidad que no tiene que ser rebuscada, ni tiene que venir envuelta en el oropel patriotero que se ejecuta frecuentemente.

Martí es, para la mayoría de nosotros, desde arriba de todas nuestras cabezas –idénticas cabezas sin jerarquías– y desde el centro de nuestras conciencias, un verdugo contra la chapucería y la levedad que se expande.

Todo lo pequeño en Martí, o a través de él, también fue grande y valioso. Su genio y sus dones le permitieron convertir cualquier diminuta existencia, viva o inerte, pasada o futura, en un espejo desde donde descubrir(se).

Pero ni siquiera “las cosas de Martí” se salvan de la sencilla imperfección.

La novedad: Martí a caballo, cayendo; Martí de Nueva York en La Habana.

En letras grabadas se le homenajea. Aun sin ser lo mismo el error que la errata, dos tremendas de éstas afean el acto y no se le escaparon al ojo choteador ni al ojo solidario.

El 18 de octubre pasado quedó colocada la estatua a la vista de algunos observadores emocionados y ante muy poca prensa. Todo imponente, pero donde debía decir “nació”, decía “nacío”; donde “ciudad”, se leía “cuidad”.

Frente al mar; allí quedó ese día en el Parque 13 de Marzo –de espaldas al antiguo Palacio Presidencial– la réplica exacta de la escultura que fuera realizada por Anna Hyatt Huntington y emplazada en 1967 en el Central Park de Nueva York.

En La Habana, estaba pendiente la corrección.

Foto: Otmaro Rodríguez
Foto: Otmaro Rodríguez
La Habana vista desde el Cristo de la Habana. Foto: Otmaro Rodríguez.
Plaza Vieja. Foto: Otmaro Rodríguez.
Una vista de La Habana. Al fondo la cúpula del Capitolio Nacional. Foto: Otmaro Rodríguez.

Y ocurrió.

Este enero, el próximo 28, será inaugurado con todas las presencias, este monumento que se logró gracias a la colaboración de cubanos y estadounidenses pródigos: más de 2 millones de dólares debieron juntarse, y toneladas de entusiasmo para hacer lo correcto.

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