José Martí (1853-1895), al decir de José Lezama Lima, es un misterio que nos acompaña. Transcurrido más de un siglo de la muerte del poeta, en medio de la guerra que él organizara para dar a Cuba absoluta independencia, y a la humanidad “el equilibrio del mundo” y “el bien mayor del hombre”, la presencia de Martí, o mejor la certidumbre de su compañía, parece expandirse.
Para los cubanos, Martí es un referente cultural en cualquier circunstancia. Aunque tal vez hoy la apelación a su imagen y su palabra desborden la capacidad cotidiana de empuñar la esencia martiana para retar realidades. Así parece sugerirnos el joven artista, cuya lente hace recordar los Versos sencillos (1891) de Martí: “Yo vengo de todas partes,/ Y hacia todas partes voy:/ Arte soy entre las artes,/ En los montes, monte soy.”
Sarabia deviene observador participante, de un extremo a otro de Cuba, alerta ante el objeto de la serie, y va más lejos al conseguir depurados momentos de intencionalidad. Subraya cómo cada cual posee, o hace, su Martí. No tiene reparos en ofrecer instantes de poesía. Esos resultan ser los que con mayor intensidad destacan la universalidad martiana y cuánto no cabe en un busto. Las imágenes que capta Sarabia apuntan tanto a la compañía como al misterio, y parecen agregar que Martí es la memoria de la esperanza.
Rolando González Patricio /Dr. en Ciencias Históricas
Fotos: Alfredo Sarabia Fajardo (Ensayo sobre la parábola del sembrador, 2010)