El trepidar del tren que cubría el itinerario entre Júcaro y Morón, al pasar cerca del hotel Rueda, sobresaltaba a los forasteros. Desde la madrugada era notable el transitar de numerosos coches tirados por caballos. El frío de aquel 7 de enero de 1932 en Ciego de Ávila, la Ciudad de los Portales, se hacía sentir.
Tal vez nada de esto percibió, luego de un agotador viaje, el famoso tenor y actor mexicano José Mojica, en el hotel de arquitectura ecléctica propiedad de los hermanos Mezquita, uno de los mejores de la urbe. Necesitaba el cantante estar en forma para las presentaciones en el Teatro Principal, donde interpretaría “Córdoba en fiesta”, “En dónde estás”, “Un beso loco” y “Danza gitana”, entre otras obras, acompañado por el músico y compositor estadounidense Troy Sander.
Una vez terminado el espectáculo, los artistas cenaron en un restaurante pequeño, ubicado en la esquina de las calles Joaquín Agüero y Marcial Gómez, próximo al coliseo. El dueño de La Confronta, el servicial Anacleto Martínez, natural de Galicia, España, les dio la bienvenida y se ocupó de atenderlos personalmente, apoyado por su esposa, Celia Gil.
Inaugurado el 24 de julio de 1915 como un kiosco, imágenes de la época muestran un inmueble sencillo, de madera, cubierto por un toldo, en su primera etapa. De acuerdo con las “Efemérides avileñas”, texto inédito de Silverio Almanza, en 1916 el dueño del establecimiento se apellidaba Pérez Pérez, pero no informa el investigador el nombre completo del comerciante; otro estudioso de la historia de la localidad, Pedro Pablo Lamas, consideraba que la fundadora y primera propietaria fue Luz Gómez, a quien el Ayuntamiento arrendó el terreno, en fecha tan antigua como el año 1906.
Por su ubicación debió ser sitio de preferencia, tanto para los artistas que actuaban en los teatros Principal e Iriondo como para los obreros del Central Ciego de Ávila, quienes transitaban por la calle Marcial Gómez hacia el final de la arteria, donde se hallaba la fábrica de azúcar y los que iban a las plantaciones de piñas, también situadas en el sur del poblado.
La Confronta abría las 24 horas y solo cerraba sus puertas el 24 de diciembre, lo cual contribuía al aumento de su clientela y popularidad.
Anacleto Martínez compró el local en 1926 y le imprimió su sello personal cuando comenzó a elaborar el bistec de palomilla, rociado con un mojo especial, fruto de su inventiva. A un vaso de vinagre agregaba el zumo de un limón, unos ocho dientes de ajo triturados y lo dejaba reposar tres o cuatro días. El menú incluía papas fritas, arroz moro y leche de vaca. Además, siempre ofertaban cervezas, refrescos y vinos.
Colindante, por la calle Marcial Gómez, se erigía El Bosque Criollo, propiedad de Pedro Isern, igualmente dedicado a la venta de licores y alimentos. Esta competencia exigía mayor calidad en el servicio que ofrecía Anacleto. Por cierto, algunos comerciantes trataron de imitar en sus ofertas el gustado bistec de palomilla de La Confronta, aunque el gallego guardó con celo el secreto de los ingredientes.
Me han contado que el músico andaba con su guitarra a cuestas, en una época en la que ganaba el sustento como machetero en las zafras y deambulaba por los centrales azucareros; también se dice que ya tenía formado su grupo musical e iba de pueblo en pueblo para alegrar los bailables. Todavía Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez no era el legendario Benny Moré.
Cuentan que Anacleto no quiso cobrarle el pan con bistec y el vaso de leche. Pasado el tiempo, después de triunfar en México, el Bárbaro del Ritmo estuvo en La Confronta para agradecer aquella generosa acción. Y ahí no terminó la historia.
“La última vez que vi al Benny fue en el cabaret Alibar, en cuanto se percató de mi presencia me dedicó una de sus composiciones y cuando me marchaba con familiares y amigos, no me permitió pagar la cuenta y me dijo: ‘Yo jamás olvidaré las atenciones que usted tuvo conmigo, por tanto aquí pago yo’”, relataba Anacleto al periodista Tel Pino Sosa, de Juventud Rebelde, en la década de 1980.
El jovial Pedro Vargas, cantante y actor mexicano, el miércoles 17 de noviembre de 1937, con el locutor Gaspar Pumarejo, las Hermanas Campo y el pianista Emilio Díaz departió hasta la madrugada. Fue una velada memorable que Anacleto nunca olvidaría y que su hija, Pilar Martínez Gil, la carismática “Muñeca”, siempre rememoraba con orgullo.
Libertad Lamarque, cantante y actriz argentina, llamada “La Emperatriz del tango” fue otra de las famosas personalidades que acogió el pequeño restaurante, luego de que se presentara en el Teatro Principal, donde “(…) no sabía el espíritu, en éxtasis, si entregarse al arrullo de la alondra porteña o contemplar en todo su esplendor a la exquisita embajadora de la mujer argentina”, según un cronista de El Pueblo. Conocida también como “La Novia de América” disfrutó la deliciosa comida junto con su esposo y representante, el productor, guionista y pianista Alfredo Malerba, la noche del jueves 23 de enero de 1945. Jorge Negrete, con el trío Las Calaveras, estuvo el 10 de marzo de ese mismo año.
El listado de visitantes ilustres es amplio: incluye a Imperio Argentina y Pedro Infante, entre los extranjeros, y entre los nacionales al comediante Enrique Arredondo y su compañía teatral, a Ernesto Lecuona, Bola de Nieve, Rita Montaner, Esther Borja, entre otros.
La Bodeguita
Ángel Martínez, residente en el poblado de Majagua, al oeste de la ciudad de Ciego de Ávila, fue cliente de La Confronta. Natural de Vueltas, en Las Villas, desde niño aprendió el oficio de comerciante en las típicas bodegas o tiendas mixtas.
Esto sucedió, en la década de 1930, antes de que se mudara a La Habana, donde abrió una bodega en la calle Empedrado, cerca de la Plaza de la Catedral, llamada La Complaciente. Luego de remodelarla pasó a nombrarse La Casa Martínez y el 26 de abril de 1950 sería oficialmente la legendaria Bodeguita del Medio.
La escritora e investigadora Gina Picart en una de sus crónicas nos comenta acerca de la conexión entre este sitio de referencia internacional y La Confronta:
“El modelo de gestión de Anacleto inspiró a Ángel. Antes de salir a la capital a cazar fortuna en los años treinta, Martínez se convirtió en asiduo comensal y tertulio del café y fonda La Confronta, ubicado en una concurrida esquina de la ciudad de Ciego de Ávila, donde se comía y conversaba de todo lo humano y lo divino, de Cuba y el extranjero. Aquel comercio adquirió gran fama por la calidad de su cocina y por el ambiente acogedor y amable en que los asistentes “confrontaban” sus más disímiles criterios, lo que dio origen al nombre del restaurante.
Y se hace obligatorio mencionar a La Confronta, porque el propio Martínez reconoció en múltiples ocasiones que La Bodeguita del Medio era hija del café y fonda avileño. Él se esmeró en reproducir en su negocio habanero el ambiente rústico y el sabor cubano de aquel restaurante que tanto siempre le atrajo. “Yo solo reproduje en La Habana Vieja el ambiente criollo y popular de La Confronta de Ciego de Ávila…”
Recuerdo que, cuando llevé a unos amigos irlandeses a La Confronta, les conté estas remembranzas. Mientras hablaba, miraba por instantes la escultura de Anacleto que allí te recibe, como si el laborioso gallego estuviera vivo, sirviéndote un trago, en espera de que Celia Gil terminara de cocinar un bistec de palomilla.
Fuentes:
Silverio Almanza: Efemérides avileñas, trabajo inédito, copia en el Museo Provincial de Historia Coronel Simón Reyes Hernández, de Ciego de Ávila.
Juventud Rebelde
El Pueblo
https://ginapicart.wordpress.com/