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Ramón Blanco y Erenas, marqués de Peña Plata y gobernador de Cuba, organizó el recibimiento al veterano militar y político Ulises S. Grant, quien había sido presidente de los Estados Unidos entre 1869 y 1877. Lo hizo antes de marchar a la región oriental de la isla, donde grupos de insurrectos dirigidos por el general Guillermón Moncada y otros jefes de reconocida experiencia luchaban por la independencia del dominio español.
El jueves 22 de enero de 1880, a las 11 y 30 de la mañana, fondeó en la bahía de La Habana el vapor Admiral, que había partido de Cayo Hueso con Ulises S. Grant, héroe de la Guerra de Secesión (1864-1865), principal estratega de Abraham Lincoln durante la contienda contra los estados confederados del Sur, decididos en separarse de la Unión y mantener el régimen de la esclavitud.
Grant, de 58 años de edad, estaba acompañado de 25 personas, entre ellas, su esposa Julia Boggs, su hijo el coronel Frederick Grant, el general Philip Sheridan, los periodistas Jerome B. Stillson, corresponsal especial de The New York Herald, B. Andrews, del Chicago Inter Ocean, Frank Hamilton Taylor del Philadelphia Times.
Varias falúas navegaron rumbo al barco para darles la bienvenida. Destacaban las pertenecientes a la Capitanía General, la de Hacienda, Carabineros y un pequeño vapor que trasladó al Cuerpo Consular de los Estados Unidos y otras comisiones oficiales. El Gobernador Civil de la provincia de La Habana, Rodríguez Arias, encabezó el acto.
Tanto en los muelles de la Capitanía del Puerto como en el trayecto hasta el Palacio de Gobierno, recorrido que hicieron en lujosas volantas, apreciaron a muchas personas que les daban con entusiasmo el recibimiento.
Grant se alojó en una habitación decorada con un magnífico retrato suyo. Vestidos de frac lo esperaban Emilio Calleja Isasi, Capitán general interino; Pedro de Balboa, alcalde del ayuntamiento de La Habana; y el secretario del gobierno, D. Joaquín Carbonel. Una vez instalado disfrutó de un “espléndido lunch”.
Temblores nocturnos
La noche estuvo muy movida, y no precisamente por actividades protocolares, sino por dos desastres que mantuvieron desvelados a muchos habaneros y en alarma en el grupo de viajeros, sobre todo en la señora Julia Boggs, según contaba Grant en una carta fechada el 23 de enero a su hijo más joven, Jesse Root. Primero ocurrió un incendio, y luego temblores en la ciudad, provocados por un sismo.
En tono jocoso el periódico Don Circunstancias comentaba los acontecimientos:
Antes de las diez, los pitos de alarma nos dieron la nueva de un horroroso incendio; a las once ocurrió un violento temblor de tierra (…) cosa muy rara en esta localidad; y a las cuatro menos cuarto de la misma se repitió el temblor, aunque ya éste no fue tan largo como el primero. Podemos asegurar dos cosas a los insignes viajeros que hoy nos favorecen con su presencia en la capital de Cuba, y es que, ni aquí son frecuentes las ocurrencias de la noche del jueves, ni nosotros tenemos la culpa de lo que sucedió esa noche.
Al día siguiente, la prensa informaba que los mayores estragos se habían constatado en Pinar del Río.
El viernes Grant recibió a Vicente Galarza, presidente del Casino Español, quien lo invitó visitar la sede de la poderosa sociedad de instrucción y recreo. Leyendo la Gaceta Universal, periódico editado en Madrid, encontré más detalles acerca de lo acontecido ese día:
Hoy hubo una gran recepción en palacio, por ser el día del santo del Rey, a la que asistieron el Municipio, los jefes y oficiales del ejército y armada, los cónsules extranjeros y los altos funcionarios civiles. El general Calleja recibió en la sala del Trono, como es costumbre, teniendo a su lado a los generales Grant y Sheridan y al coronel Grant. Las señoras del acompañamiento del expresidente presenciaron la recepción desde un salón inmediato, porque a dichos actos no asisten señoras.

De noche asistió al banquete que, en su honor, la ofrecieron en el Palacio de los Capitanes Generales. Además de altos funcionarios gubernamentales encabezados por el general Calleja, militares, diplomáticos y empresarios, participaron en el convite figuras de la nobleza como los condes de la Casa Moré, de Bayona, de Lagunillas, los marqueses de Sandoval y de Aguas Claras.
No escatimaron a la hora de preparar el menú para más de 60 personas. Nos dice el Diario de la Marina que sirvieron:
Sopa a la Reina, ídem de yerbas (Printannier), croquetas (…), hígado de ganso de Estrasburgo, trufado, pescado con champiñones, pescado gratín, filete a lo Perigneux, perdices trufadas, pintada a la Vileroy, galantina de aves, ensalada rusa, ponche a la romana, pastel de liebre, pavo asado, espárragos, galantina de frutas, queso helado, vino Jerez, Sauterne, S. Stephe, Macon, Borgoña, Rhin y champagne, café y licores.
Al concluir la cena, Grant, su hijo y el general Sheridan pasearon en coche por la ciudad.
El sábado por la noche, los empresarios del teatro Tacón organizaron una función extraordinaria par celebrar el cumpleaños de Rey de España Alfonso XII de Borbón y homenajear a Grant. Se puso en escena la zarzuela El Barberillo de Lavapies y el baile La Tertulia.
Al día siguiente, según la Gaceta Universal:
Hoy domingo pasaron el día tranquilamente en palacio el general Grant y su comitiva. Esta mañana el general Sheridan y otros del acompañamiento asistieron a misa en la capilla de palacio. Después de almorzar salieron en coche las señoras a visitar las iglesias. Esta noche, después de comer, darán una vuelta por la ciudad.
El lunes 26 de enero, Julia Boggs, esposa de Grant, celebró su cumpleaños en el Palacio de los Capitanes Generales, donde suspendieron las actividades programadas para realizar el festejo. Durante la velada, presidida por Calleja y su cónyuge, a la que concurrieron “damas de la alta sociedad habanera”, se ejecutaron composiciones al violín y al piano y en la Plaza de Armas, la banda de música del Ejército interpretó diversas piezas.
Al parecer, en la noche del 27 fue cuando Grant disfrutó de un espectáculo, junto al general Calleja y su familia, en el Circo Metropolitano, engalanado en su honor con banderas y faroles.

Pinar del Río
El miércoles 28 de enero, Grant y el séquito que le acompañaba salieron de La Habana a las 9 de la mañana por el ferrocarril de Oeste, en un tren especial rumbo al afamado balneario de aguas minerales de San Diego de los Baños, invitados por Julio Durege, concesionario de aquel lugar.
A pasar por San Cristóbal quedaron consternados por los estragos que había causado el sismo. Hicieron una prolongada escala. Un cronista había descrito así el panorama: Muchas casas derrumbadas. La generalidad inhabitable, por amenazar ruinas. Las ocupadas son pocas. Destruidas la cárcel, la casa consistorial y la iglesia”.
La comitiva observó todo con detenimiento. “El general Grant demostró cuánto lamentaba tantas ruinas y con vivo interés quiso conocer en su más mínimo detalle lo ocurrido”.

Después continuaron hasta Paso Real de San Diego. Llegaron a la una de la tarde y fueron recibidos por el Alcalde municipal y otras autoridades. Esa noche cenaron en la residencia del funcionario y allí pernoctó Grant.
Al día siguiente por la mañana recorrieron los Baños de San Diego, donde esperaban encontrarse con el Gobernador de la provincia de Pinar del Río, el brigadier Francisco Albear y Acosta, quien no pudo trasladarse debido a que se hallaba de recorrido por otras zonas para constatar los daños del terremoto.

Visitó, además, el ingeniero azucarero Fortuna, invitado por su dueño, José García Barbón. Pudo apreciar el funcionamiento de la fábrica, pues era temporada de zafra. También estuvo en una de las fincas tabacaleras más connotadas de Vuelta Abajo, nombrada La Majagua, propiedad del catalán Miguel Jané, situada en el barrio de Río Hondo, Consolación del Sur, donde desayunaron y conocieron detalles del cultivo de la aromática hoja.
La entrada al poblado de Consolación del Sur fue muy emotiva porque lo esperaba, cerca del caserío, el general Francisco Acosta y Albear, al mando de un escuadrón de Caballería, integrantes del Cuerpo de Voluntarios y otros militares.
Antes de regresar a La Habana recorrieron Alquízar. El sábado 31 de enero, a las 8 de la noche, arribaron a la capital. El 3 de febrero con el Coronel Rafael Cerero, el concejal Leopoldo Carvajal y el Dr. Casimiro Roure, entre otros, recorrió las obras del Canal de Vento que abastecería de agua a la ciudad.
Grant que era un fumador empedernido, debió sentir agrado cuando Leopoldo Carvajal, codueño de la fábrica de tabacos Hija de Cabañas y Carvajal, le invitó visitar la industria. Allí los operarios mostraron cómo era el torcido y el anfitrión le obsequió algunos tabacos de superior calidad.
El 4 de febrero el desfile de coches de la alta aristocracia habanera en las proximidades del Palacio evidenciaba un acontecimiento. El general Calleja había organizado uno de sus legendarios saraos. Decía la gacetilla del Diario de la Marina que “El baile comenzó a las 10 y terminó a las 4 de la mañana de hoy. De una a dos se sirvió una opípara cena habiéndose ofrecido a la concurrencia desde un principio, dulces, helados y tabacos con gran profusión”.
Matanzas
Se acostumbraba en el protocolo oficial de la época que visitantes ilustres fueran a Matanzas, por su cercanía de La Habana, y valores naturales e históricos.
Después de la agitada noche en Palacio, Grant debió dormir hasta bien tarde el cinco de febrero, antes de viajar en tren hacia la Atenas de Cuba. Un cronista del periódico Aurora de Matanzas informaba acerca de las primeras actividades:
El jueves, poco después de llegar a esta ciudad, el general Grant se dirigió con las personas de su acompañamiento, el gobernador civil, el alcalde municipal y otros miembros notables de la ciudad, acompañados de sus familias, a las alturas de Simpson, donde está edificada la ermita de Nuestra Señora de Montserrat, desde cuyo punto los viajeros pudieron mirar el hermoso panorama que a aquellas horas ofrecía la puesta del rey de los astros, el sorprendente cuadro que presenta nuestra bahía llena de buques, y sobre todo ese cuadro bellísimo que se llama el valle del Yumurí, inspiración de los poetas y admiración de cuantos tienen ocasión de verlo.
A las ocho de la noche comenzó el banquete que le ofreció el Gobernador civil de la provincia, fue una velada privada, con pocos asistentes. Por la mañana del día siguiente viajó en volanta hasta las conocidas internacionalmente Cuevas de Bellamar; regresó a la capital en un tren especial en horas de la noche.
Retorno
El sábado siete de febrero, Grant declinó ir con la comitiva que le acompañaba a la recepción que les dio el capitán de navío Pedro Díaz Herrera. Quedó consternado, sin ánimos de fiestar, con la noticia recibida por un telegrama de que había muerto Adolph Edward Borie, secretario de la Marina de guerra durante su mandato.
La estancia se extendió casi una semana más. Continuaron los paseos por la ciudad y su entorno en coches y volantas y, por supuesto, también aquellos memorables saraos en el Palacio de los Capitanes Generales.
El general Grant tenía planificado partir el jueves 12, en el vapor City of Alexandria, rumbo a México, pero el capitán del barco pospuso la salida para el viernes. Así finalizaron los días cubanos del decimoctavo mandatario de la Casa Blanca y héroe de la Guerra Civil.

Fuentes:
Aurora de Matanzas
Diario de la Marina
Don Circunstancias
El Comercio
Gaceta Universal
Revista Económica