La luz del domingo se iba lenta, inexorable. De pronto divisé un punto allá donde se perdía el camino, allá…
–Es ella, grité.
–Pero ¿dónde?, me replicaron mis compañeros.
La mirada de un hijo atraviesa montañas. Poco a poco se fue acercando. Los sudores le habían desencajado el semblante:
–Caminé durante horas, me dijo en un susurro…
Nos sentamos en unas piedras. De un bolso extrajo revistas, periódicos de días pasados, un libro. En aquel campamento del Plan la escuela al campo, en aquel paraje perdido de la Sierra, sabían de madrugadas, de niebla, de café.
Compartí con ella el almuerzo casi a la hora de cenar. Un almuerzo hecho en casa. Y una conversación familiar, de esas en las que uno no repara hasta que las pierde. Desenroscó el pomo y llenó un vaso de jugo:
–Lo preparé especialmente para ti. No fue fácil encontrar el melón….
Probé el primer sorbo. Apuré el contenido hasta el fondo.
–¿Estaba bueno, hijo?
–¡Riquísimo!
Nunca le dije que nada había podido con el calor del camino, con el camino demasiado largo, que estaba ácido. Y cuando ella se alejó hasta volverse un punto, allá donde se perdía el camino, lo vomité todo, me volví al revés.
En estos días ando buscándola hasta en el aire. No sé por qué milagros he encontrado aquel vaso, un vaso como cualquier otro, aquel donde tomé el mejor jugo de esta vida.
Conmovedor y lindo. El sacrificio de las madres por llevarnos comida a la escuela en el campo no tiene comparacion. Felicidades por tan linda mamoria.
Las madres son únicas. Nunca se les olvida, pero para fin de año siempre una encuentra un vaso perdido, una tela, una revista, una palabra, algo que estuvo ahí siempre. Riquísimo es recordar, solo eso. Gracias Reynaldo.
Tierno y conmovedor…. Gracias
me sacaste las lágrimas, estoy medio bobalicona en estos días, pero aún tienes el mérito
Que lindo y tierno…. Cuantos recuerdos vividos con Mami… Y cuanto aprender y aprehender .
Madre Es una Estrella que nunca se apaga
Brilla y Brilla para seguirnos protejiendo desde lo lejos… Gracias por ser tu mismo..
Lindos recuerdos, tambien me hiciste recordar con nostalgia aquella epoca, la dedicacion y los esfuerzos de mis viejos.. Gracias por compartirlo.
Riquísima también esa historia, hermano
Una historia enternecedora, me remitió a mi propio pasado.
Rei, tienes toda la razón TODA, me has hecho llorar como un bebé, solo con el terror de pensar que la perderé, todo se pierde. Feliz 2016.
Rubén Darío
“RÍQUÍSIMO”, me ha gustado mucho. Sobre todo la belleza, el tono, el ritmo y calidad narrativa. Expresiones como: “La mirada de un hijo atraviesa montañas”, “desencajado el semblante”… Los diálogos, lenguaje coloquial, pero lleno de ternura entre una madre y su hijo, creo no equivocarme si te digo que muchos de los lectores que tengan la oportunidad de leerlo recordaran escenas similares a las narradas. Tienen tal naturalidad que me sentí identificado dialogando con mi progenitora pocas veces, cuando haciendo sacrificios inenarrables lograba visitarme (por sorpresa) en lugares casi inaccesibles donde yo cumplía deberes patrios.
Bella tu historia que puede ser de cualquiera de nosotros , sobre todo de los que pasamos los 40 y aguardamos con impaciencia en parajes similares al tuyo la llegada de la madre y que también saboreamos con gusto sin exigir , lo que nos pudieran dar , porque sabíamos que siempre ella iba a parecer al final del camino quizás muy tempranito en la mañana , quizás un poco tarde , pero iba a aparecer , cansada ,sudorosa pero contenta . Esos recuerdos llegan todos los días de mil maneras diferentes y nos hicieron crecer como seres humanos ,,,, lindo homenaje a todas las madres que un día tuvieron un hijo en la escuela al campo .
Gracias por compartirlo.
Muy bueno. Pero muy triste.
O será que durante estas fechas de fiestas era cuando único mí madre se permitía tomar algo de alcohol. Pero tenía que ser, únicamente, las sangría que yo le preparaba.
Hay acciones y gestos, en la vida que solo cuando no tenemos a la persona querida a nuestro lado, los valoramos y nos duelen mas. Gracias por tan conmovedor artículo
Leí el trabajo como quien se come un dulce. Es estremecedor. Ahora cuando comente, me fijaré en el nombre del periodista. Lo felicito
Es un relato corto escapado del alma. No solo la poesía brota del
espíritu, sino también la narrativa y demás géneros literarios. Y ese
es un ejemplo fehaciente. Yo también perdí a mi progenitora desde hace
11 años y todavía la recuerdo con la misma ternura que cuando era un
pequeño príncipe.
Hermoso relato mi querido amigo poeta y escritor Reinaldo Cedeño, hijito entrañable. Al leerte, cada línea hacía volar el pensamientos, por esa dulce bendición que tienes para comunicar. Esa retrospectiva lograda me haces recordar muchas experiencias vividas (…)Y cuando se ella se alejó hasta volverse un punto, allá donde se perdía el camino, lo vomité todo, me volví al revés. (…) En estos días ando buscándola hasta en el aire.
No cabe la menor duda, he ahí el despertar de ese momento, el recuerdo que aflora, la ternura que bulle y todo logrado de manera suscita, mezcla de añoranza. (…) No sé por qué milagros he encontrado aquel vaso, un vaso como cualquier otro, aquel donde tomé el mejor jugo de esta vida.
Porque ese vaso, amigo mío, te lo ofreció “ella” y ese jugo contenido en “ese vaso” tiene una significante exclusiva, lo había hecho para ti con toda la dulzura de corazón.
¡Esta vivencia es encantadora! Lo que hacen las madres… y los hijos cuando la veneran. Caridad está orgullosa de ti, lo sé. Un fuerte abrazo y feliz Año Nuevo!