Mortalidad infantil, el problema más allá de la tasa

A pesar de los esfuerzos para revertir las cifras, al cierre del primer cuatrimestre de 2023 Cuba registra una tasa de 7,2.

Foto: Kaloian.

Foto: Kaloian.

La mortalidad infantil (MI) es un indicador de desarrollo socioeconómico. En tal sentido, para que se logren tasas bajas deben combinarse varias condiciones que determinan la calidad de vida. Cuba cerró 2022 con una tasa de MI de 7,5 por cada mil nacidos vivos: la segunda más elevada de las últimas dos décadas.

La MI define el número de muertes durante el primer año de vida que se producen por cada mil nacimientos. En la isla, su cifra previa más alta en este siglo (7,6) se reportó en 2021, año que revirtió de forma drástica el comportamiento del indicador. En el año 2012 Cuba había registrado una tasa de mortalidad infantil de 4,6 %, la más baja del continente americano. 

Desde el año 2000 Cuba no registraba una tasa superior a 7. De hecho, el país comenzó la centuria con una tendencia decreciente que mantuvo por casi dos décadas y cuyo punto culminante fue el logro, por dos años consecutivos (2017-2018), de su récord histórico más bajo: 4,0.

En 2021, según los expertos, la influencia directa de la pandemia sobre la salud de las gestantes y la tensión a la que se vio sometido el sistema sanitario tuvo un peso definitivo sobre las estadísticas. Ese año fue, sin dudas, el punto de giro.

Dos años después, controlado el coronavirus, y a pesar de los declarados esfuerzos para revertir las cifras, al cierre del primer cuatrimestre de 2023 Cuba registra ya una tasa de MI de 7,2.

Cuba regresa a una mortalidad infantil del siglo pasado

Cuando la pobreza puede más

La MI no es un indicador fácil de revertir. Para lograr y mantener tasas bajas deben darse una serie de condiciones críticas entre las que se cuentan la buena atención sanitaria en general, correcta nutrición de madre e hijo, buenas condiciones de vida y sanitarias, e infraestructuras e ingresos que puedan hacer sostenible el uso y acceso a estas.

Cuba vive un proceso de empobrecimiento. Desde 2019, año en que la tasa de MI ascendió a 5,0, la isla atraviesa la más reciente de sus crisis, catalogada por algunos como la más compleja de su historia desde 1959.

Lo cierto es que, tras el declive observado en el crecimiento estructural del producto interno bruto (PIB) entre 2010 y 2019, en 2021 este parámetro cayó un 11 %. Cuba ha enfrentado en los últimos años persistentes problemas con el suministro de energía; caída de exportaciones e importaciones; baja productividad; inflación; y desabastecimiento de recursos básicos, incluidos medicamentos y alimentos.

El impacto sobre la atención sanitaria ha sido contundente. El golpe demoledor lo asestó la pandemia. Sin embargo, la pérdida de buenas prácticas de organización y disciplina, la emigración de profesionales, obsolescencia de equipos, deterioro de las infraestructuras y carencia de insumos y medicamentos son, entre otros, fenómenos anteriores al virus. Pero, a diferencia de la COVID-19, estos han logrado persistir y agudizarse.

En 2022, Tania Margarita Cruz, viceministra primera de Salud Pública, reconoció que la carencia de cuadros debidamente preparados ha incidido de forma negativa en “la efectividad necesaria” de “las acciones de control y fiscalización que les corresponde realizar”.

La insuficiente gestión y control de recursos “en algunos centros” trajo consigo “incumplimientos de normas higiénico-sanitarias”, según el ministro, José Ángel Portal Miranda. El trabajo sin apego a los protocolos provocó “la aparición de Infecciones Asociadas a la Asistencia Sanitaria (IAAS) y la ocurrencia de brotes institucionales”, con particular incidencia en el Programa de Atención Materno Infantil (PAMI).

En enero de 2023 fue noticia el fallecimiento de ocho recién nacidos en el Hospital Ginecobstétrico 10 de Octubre, en La Habana. Cuatro de ellos murieron debido a un brote séptico; el resto, por prematuridad extrema y crecimiento intrauterino retardado (CIUR), de acuerdo con la doctora Yaima Rodríguez, especialista de primer grado en pediatría y jefa de la sección materno-infantil del centro.

En 2022 “las sepsis adquiridas” volvieron a situarse (como en el año previo) entre las cinco primeras causas de muerte infantil, de conjunto con las afecciones perinatales (CIUR, bajo peso y prematuridad), las malformaciones congénitas y hemorragias.

En el caso de Cuba el bajo peso y la prematuridad se mantienen estrechamente relacionados con indicadores como las deficiencias vinculadas al control del riesgo reproductivo preconcepcional1 y el embarazo en la adolescencia, que, aunque en 2022 se redujo de 18,1 % a 17,8 %, sigue manteniendo un índice elevado.

El embarazo precoz constituye un problema social y de salud. Seis de las 15 provincias cubanas contabilizan un índice superior al 18 %; entre ellas Las Tunas, Holguín, Camagüey y Granma.

Según estudios realizados por la socióloga Norma Fleitas, la maternidad temprana ocurre más en adolescentes mestizas y negras, residentes en entornos rurales, desvinculadas de la vida escolar o el trabajo y en viviendas con bajos ingresos, en condiciones precarias.

Mortalidad materna en Cuba, detenida en el tiempo

La causa básica de la gestación precoz en las dos últimas décadas ha sido el fallo o no uso de anticonceptivo, así como la escasa percepción sobre los riesgos del aborto inducido.

Desde finales de 2018 las deficiencias vinculadas con el control del riesgo reproductivo preconcepcional se encuentran particularmente agravadas. Como parte de la escasez de insumos y medicamentos cuyo punto crítico comenzó en 2021, se reportan en falta o con baja cobertura los métodos anticonceptivos de uso extendido, entre los que se incluyen preservativos y píldoras.

La falta de preservativos y sus silenciosas consecuencias

En 2022 las autoridades reconocieron la ausencia de las tabletas prenatales y el ácido fólico para las embarazadas. La carencia persiste. Leidys Pérez, de 36 años de edad y en sus 20 semanas de gestación, asegura que ha tomado estos suplementos gracias a la ayuda de su familia en Estados Unidos, que se los ha enviado.

Las pastillas prenatales generalmente contienen ácido fólico, hierro, calcio, y otras vitaminas y minerales esenciales para el desarrollo del bebé. La deficiencia de estos nutrientes durante el embarazo aumenta en el feto el riesgo de presentar defectos del tubo neural, anemia y resultar en un bajo peso al nacer, o causar retraso en el crecimiento intrauterino.

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Los que se van y lo que queda

Para Cuba y su sistema sanitario uno de los fenómenos más sensibles de la crisis ha sido la emigración. El factor humano, que incide en la disponibilidad y calidad de los servicios, así como en la administración, gestión y control de los recursos, se pierde.

Datos expuestos por el investigador Juan Carlos Albizu-Campos muestran que “la migración actual es mayoritariamente femenina (133 mujeres por cada 100 hombres) y el 76,7 % de quienes migran tienen edades entre los 15 y 59 años”. En la isla, más del 70 % de los médicos y casi el 90 % de los profesionales de enfermería son mujeres.

Aunque no son públicas las cifras de las bajas específicas en el sector, la emigración de especialistas jóvenes o con experiencia se verifica en las plantillas incompletas. En 2022 el Programa del Médico y la Enfermera de la Familia —eslabón inicial de la atención a embarazadas dentro del PAMI— presentó problemas con la “estabilidad y funcionamiento” de los consultorios y, entre otros procesos, afectó “la calidad del ingreso en el hogar”, según las autoridades de Salud.

La atención primaria no solo sorteó dificultades con la disponibilidad de personal, sino con el deterioro de las instalaciones. El 29 % de los consultorios se registraron con regular o mal estado constructivo. Se suma la sobreexplotación del resto de las edificaciones sanitarias, resultado acumulado de la carencia de medios para la restauración y el mantenimiento.

Otra expresión de la pérdida de profesionales son las debilidades en “la gestión hospitalaria”. En 2022 estas se asociaron a deficiencias “de dirección, organizativas y de recursos”, en palabras del ministro Portal.

Los cuadros que hoy reemplazan a aquellos que migran, se jubilan o cambian de puesto de trabajo, no alcanzan la preparación necesaria. Lo reconocen las autoridades. La deficiente gestión y control de los recursos en infraestructuras deterioradas —incluidos los salones de parto y cesárea— deviene catalizador para la aparición de infecciones adquiridas dentro de los centros médicos.

En términos de ingresos, la posibilidad de retener los recursos humanos no resulta alentadora. El proceso de dolarización parcial de la economía y la inflación han hecho que se desplome el poder adquisitivo de salarios y pensiones, congelados desde enero de 2021. El salario medio mensual en Salud Pública es de 4054 CUP.

Mientras, la moneda libremente convertible (MLC), en la que se comercializan productos de primera necesidad y alimentos, se cotiza en el mercado informal sobre los 200 CUP x 1 MLC.

Por su carácter multidimensional, la reducción de la MI en Cuba depende de la superación de la crisis. Pero ello exige revertir la carencia de ingresos en divisas, reconocida por las autoridades como principal obstáculo en la solución de los problemas más graves: producción de alimentos, crisis energética y adquisición de recursos que garanticen las demandas de salud.

Sin embargo, como también declaran las autoridades, nada indica que haya pronto un cambio en las condiciones financieras del paía. En consecuencia, el desarrollo integral y la recuperación de mejores estándares de calidad de vida que tributen a menores cifras de MI serán difíciles de alcanzar en el corto plazo. 

 

 


Nota: 

1 El riesgo se define como la probabilidad de sufrir un daño, siendo así, el riesgo reproductivo es la probabilidad que tienen una mujer o su bebé de sufrir daño, lesión o muerte durante el proceso de la reproducción. La mayoría de las mujeres que pertenecen a un grupo de riesgo para gestar lo desconocen, y desconocen la importancia que tiene la utilización de los diferentes anticonceptivos, como método importante, para espaciar los nacimientos. En condiciones ideales, los embarazos deben planificarse y las gestantes deben contar con apoyo médico con 6 meses de antelación a la concepción.

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