El Tubo es uno de los sitios de obligatoria visita en el centro de Zaragoza. Se le llama así al conjunto de calles estrechas y laberínticas que los comerciantes se han encargado de llenar de bares, tiendas de todo tipo, discotecas y restaurantes especializados. Algunos de estos locales tienen muchísimos años de fundados. La denominación del sitio data de 1930, cuando se nombró haciendo alegoría a su estructura; desde entonces su popularidad comercial se mantiene.
Las mañanas suelen ser bien tranquilas. Transitan por El Tubo algún que otro turista curioso, personas locales que “cortan camino” para llegar a la Plaza del Pilar y los trabajadores de los diversos comercios establecidos en los alrededores.
Nada comparado con la noche. Cuando se esconde el sol, empiezan a bajar los maños y los turistas para hacer rutas de tapas, degustar vinos y escuchar buena música.
En una esquina de El Tubo, en la calle Casto Méndez Núñez, número 32, me encontré con Regla Yuneiky Santamaría Pruna. Esta habanera emigró hace veintitrés años y siempre ha vivido en tierra aragonesa, me comenta. A sus cuarenta años es dueña, junto a su esposo español, de la primera y única tienda de artículos religiosos afrocubanos de Zaragoza.
Quedamos en vernos a las once. A esa hora allí estaba yo, puntual dispuesta a escuchar su historia. Me esperaba una mujer muy risueña, empoderada, con aspecto de niña y baja estatura. Se conserva muy bien, la verdad. Sobre todo, proyecta una actitud juvenil tremenda.
Yo supe por primera vez de este lugar gracias a un link que me pasara una amiga. “Una santera cubana en el corazón de Zaragoza”, rezaba el titular de la noticia en el Heraldo de Aragón. Aunque provengo de una educación religiosa meramente protestante y me he mantenido alejada de escenarios relacionados con la religión afrocubana, a pesar de mi desconocimiento con respecto a muchísimas cuestiones, recuerdo que saber tal detalle me hizo pensar: “¡Qué bien! Otro rinconcito para regresar a Cuba cuando me coja el gorrión”.
El espacio es acogedor. Regla me cuenta que solía ser una tienda de ropa. Ella y su esposo lo alquilaron en muy buenas condiciones. Apenas tuvieron que remodelarlo. Eso sí, desde donde estaba no imaginé que el lugar tendría un sótano; a esa parte de abajo Regla tuvo que “pasarle la mano” y acomodarla para sus trabajos de santería. Volverla más íntima. Me encanta que tenga grandes cristales. Desde afuera pueden verse los trajes típicos, los caracoles, los collares de colores, las calabazas, los jarrones y accesorios dedicados a las distintas deidades.
Hace un año solamente abrió sus puertas “Omilay”. A pesar de que el público en un principio era la población cubana emigrada, Regla dice asombrarse cada día de los muchos españoles que se acercan interesados por la religión yoruba y pasan a frecuentar la tienda. Tiene clientes también nicaragüenses, argentinos, brasileños. Le confieso que soy una ignorante de algunos términos y prácticas.
Inmediatamente me cuenta que tiene hecho Yemayá1 con Orisha oko2 desde hace dieciséis años. Desde niña tiene familiaridad con la religión afrocubana. A su santo, me dice con un orgullo, le debe su vida entera: le ha dado salud, mucha paciencia, estabilidad y una serenidad en su vida impresionante, que antiguamente no tenía. También resalta la transparencia conque asume su fe y su trabajo. Aprovecha para explicarme que en su religión son fundamentales las energías y la búsqueda de lo ancestral.
Mientras conversamos, me fijo en los transeúntes que se detienen del otro lado del vidrio. Observan los maniquíes con trajes tradicionales yorubas y en algunos se nota el sobresalto al descubrir de lo que se trata, como si ya conocieran de antemano la religión. Regla me habla de la alegría que le proporciona el hecho de que la religión y cultura afrocubanas se ramifiquen y fusionen con otras idiosincrasias. La interrumpo para comentarle que, en efecto, su negocio no solo tiene un fin religioso-comercial, sino que también se trata de un pedacito de Cuba en esta ciudad ibérica, y que ella, más allá de su trabajo, es una embajadora y un referente clave para comunicar aquí nuestra existencia y, sobre todo, nuestra identidad.
Paramos unos minutos; llega un cliente.
Le pregunto sobre las ofertas del local. En “Omilay” hay muchos artículos religiosos: pulseras, collares, aceite de palma, manteca de cacao, amuletos. Regla los vende por encargo. Ha mantenido como sello de su emprendimiento que la mayoría de los productos provengan de Cuba, fundamentalmente por la calidad de algunos, como la cascarilla, el pescado ahumado y la jutía ahumada. Hacen, además, misas de desarrollo, misas espirituales, misas de investigación, limpiezas, ebboses3.
Preparan también omieros4 para espantar las malas energías. Vuelve a resaltar su deseo de que todo el que acuda a esta casa halle, como lo ha hecho ella, paz individual. “No buscamos el mal para nadie.”
Pasamos a hablar de los meses iniciales. Siempre duros. Los maños son tradicionales y muy devotos del catolicismo. Un local de religión afrocubana en ese lugar de fiestas y tapeo interfería en la dinámica tradicional del sitio. Poco a poco, Regla fue ganando adeptos y fue educando a las personas en la espiritualidad positiva que encierra su trabajo. Tuvo que diluir con acciones la idea de que la santería era una práctica “mala”. Enseñar sobre el sincretismo entre la religión yoruba y la católica. Demostrar que su religión es sacrificio, fe y amor; amén de las falsas opiniones y las distorsiones. Todas las religiones son una, es un mismo Dios para todos, concluye.
Sé que esta cubana tiene una visión de futuro bien ambiciosa. En los pocos minutos que compartimos admiré su optimismo y determinación. Su carisma transmitía su confianza en sí misma y en quienes la ayudaban a mantener a flote aquel hijo-negocio: su madre y su esposo. Se me ocurre entonces indagar en cómo veía aquel panorama dentro de cinco años. Suspira con aires de soñadora: “Me veo súper expandida por todo Aragón. Y feliz de que la gente me venga a visitar, que puedan solucionar sus problemas, ya sea de salud, de amor, de lo que sea. Quisiera ser un referente cultural muy firme de lo cubano dentro de esta provincia española.”
En silencio, le dedico ashé y un amén.
La conversación se desvía un poco hacia gustos musicales: bachata, salsa. Charlamos sobre su anterior etapa laboral en la hostelería y como auxiliar de geriatría, sobre cómo aquí a los cubanos nos suelen confundir con los dominicanos. Bromeamos sobre eso. Me dice que tiene entradas para el concierto de Romeo Santos, quien finalmente se presentará en Zaragoza. Se le nota emocionadísima por eso. Nos quejamos un poco de lo caros que resultan ciertos sectores de la vida aquí y de los elevados impuestos que debe pagar como autónoma. Reconoce el alto nivel de responsabilidad y gastos que conlleva tener un negocio como “Omilay”, pero a la vez disfruta ser su propia jefa.
Antes de marcharme, se me ocurre la última pregunta. ¿Por qué “Omilay”? Omilay es el nombre de santo de Regla. Significa agua y caracol. En unas vacaciones en Cuba le predijeron que tendría ese negocio. Desde ese momento decretó que su futura tienda tendría ese nombre. Le gusta la curiosidad que despierta y, por supuesto, le funciona a nivel de marketing.
En ese momento llega Lázara, la madre, con tabaco en mano y una saya de saco con el color morado que representa a Babalúe Ayé, o San Lázaro5. Me presento y me despido. Hay una persona esperando afuera. Una consulta que tengo ahora, me aclara. Por el español con acento de la mujer intuyo que no es hispanohablante. Vienen de muchas partes del mundo, pienso y me marcho pensativa. He estado media hora en la pequeña Cuba que han construido estas mujeres. Me está gustando demasiado esta idea de rastrear historias de cubanos y cubanas en esta, mi nueva ciudad.
Sonrío satisfecha.
Notas:
1 Yemayá, deidad del mar. Representa la fertilidad, la maternidad, el origen de la vida, sintetizada en el agua salada de los mares. Sincretiza, en Cuba, con la Virgen de Regla, protectora de los navegantes.
2 Orisha Oko, deidad de la agricultura y el campo, representa la tierra, el trabajo agrícola y los cultivos. Sincretiza con San Isidro Labrador.
3 El ebbó es un trabajo de santería o ceremonia que puede ser de ofrenda o de sacrificio. Son para refrescar, enamorar, cumplir con los Orishas.
4 Omiero es una preparación a base de hierbas que se usa en rituales de purificación.
5 Babalúe Ayé o San Lázaro es uno de los santos más venerados en Cuba, considerado protector de los enfermos y sobre todo, de las enfermedades de la piel.