Una de las peores combinaciones en política incluye un corazón grande, lleno de ideales y un cerebro pequeño, ignorante de las complejidades del problema que discute. El Comité para la Protección de Periodistas (CPJ) ha caído en esa trampa al producir un informe sobre la libertad de prensa en Cuba cuyo efecto no puede ser más contraproducente.
El lenguaje usado y la estructura de análisis, lejos de defender la libertad de expresión de una manera balanceada y justa, se dedica a enarbolar ese derecho civil de una forma claramente partidista contra el gobierno cubano. Justo cuando el comienzo de un cambio de política hacia Cuba permitiría reducir polarizaciones, y alentar diálogos autónomos, los autores de este informe montan una nueva operación para mantener las trincheras y la crispación.
En lo adelante expondré las fallas que identifico en el referido informe.
1) Sus referencias y recomendaciones sobre la política de bloqueo contra Cuba y sus efectos en contra de la creación de un ambiente amistoso a la libertad de expresión en Cuba y su comunidad emigrada brillan por su ausencia, salvo alguna mención muy comedida a Radio / TV Martí como ineficientes. Si se va a invocar un tema de derechos humanos como la libertad de expresión se debe partir de un apego estricto al derecho internacional. Una emisora como Radio / TV Martí no solo es un despilfarro del dinero del contribuyente estadounidense; es ilegal. Tampoco es Voz de América equivalente de otras radios o televisoras nacionales con proyección internacional legal. Es una emisora creada con irrespeto absoluto a la soberanía y jurisdicción cubanas sobre su espacio radioelectrónico y televisual.
2) El reporte exhibe un desconocimiento total sobre el emponzoñamiento en la discusión sobre libertad de prensa en Cuba, causado por la instrumentación de legítimas exigencias de derechos humanos en ilegales programas de promoción de posturas favorables a la política estadounidense de bloqueo bajo la sección 109 de la ley Helms. Como ha dicho uno de los cubanos citados en el informe, Harold Cárdenas Lema, del conocido blog La Joven Cuba: “el material utiliza un lenguaje de confrontación que no se corresponde con el escenario post 17D”.
3) Desde la misma introducción, Ernesto Londoño del The New York Times anuncia un enfoque incoherente con la pluralidad ideológica que él proclama, al escoger a sus cubanos preferidos: El Estornudo, Periodismo de Barrio y 14 y Medio. ¡Aleluya! ¡Habló el pontífice! Al margen de si los escogidos merecen o no la preferencia (Periodismo de Barrio, por ejemplo, rechaza cualquier donación bajo la sección 109 de la ley Helms-Burton), el informe repite el patrón plattista de proponer una agenda ideologizada sobre un problema que existe, pero que lo menos que necesita es una discusión polarizada y una estructura de análisis forzada, con interlocutores escogidos y modelos a seguir impuestos desde fuera de Cuba, sobre esa realidad.
Para que no se confunda el lector, no estoy llamando plattistas o no plattistas a los cubanos que respondieron al informe. Mi caso es contra el patrón de imposición de agendas y actores que pretende ahora perpetuar el CPJ bajo formas más sutiles pero no menos intervencionistas que las anteriores al 17 de diciembre de 2014.
Uno de los entrevistados para el informe, José Jasan Nieves ha denunciado la manipulación de sus respuestas. Lo que describió Nieves como “rebelión contra el estado de cosas” como espíritu animador a la cooperación de los jóvenes con los medios alternativos de expresión, fue tergiversado por arte de magia como “rebelión contra el Estado”. Algo fácil de explicar por la práctica condescendiente de no respetar al interlocutor cubano en su mérito y espectro de opiniones sino escoger mensajes que repitan lo que desde fuera se quiere oír. A veces el cubano no tiene que decir lo que el entrevistador quiere, los informantes foráneos tienen el oído ideológicamente entrenado para escuchar lo deseado, cortando y desconociendo lo que les sobra.
4) El informe descalifica los debates y procesos que se dan dentro de la prensa oficial para mejorar la situación del país y sus argumentos sobre las restricciones derivadas del acoso externo demostrado hasta en documentos desclasificados por las autoridades estadounidenses. Al margen de la discrepancia legítima con las ideologías gobernantes en Cuba y el derecho a tener proyectos autónomos del Estado desde la sociedad civil, es de rigor tratar los puntos de vista y posiciones oficiales sin caricaturas. Curioso que se ignore un artículo del pasado 1ro de septiembre como el publicado en Granma por Raúl Garcés Corra, expresando una postura favorable a un cambio de actitud en el manejo de información por esos medios y en la formación de valores de los periodistas mientras se impone la arbitraria medición de la libertad de prensa cubana por el número de periodistas en prisión. En un contexto cubano de reformas no liberales, en la que la oposición política organizada es casi inexistente y los actores de cambio más relevantes no se ha planteado una apertura al multipartidismo, esa medición de periodistas presos sirve para marcar puntos retóricos pero no capta la magnitud ni la tendencia en la ampliación o cierre de los espacios centrales de discusión política.
5) En el tratamiento del acceso a Internet, el informe exhibe una ignorancia olímpica sobre las dinámicas selectivas referentes al acceso a la red y la compra de equipos de computación para ese fin, que fueron parte hasta muy recientemente de la política estadounidense hacia Cuba. Por décadas, se combinó una negación a las instituciones culturales y educacionales del país de esos accesos mientras se instrumentaba una provisión selectiva de los mismos a aquellos cubanos preferidos que comulgaban con la agenda de cambio de régimen impuesto desde fuera. El nivel de educación significativo que el informe reconoce a la población no es el resultado de una mano mágica de mercado o de la sociedad civil opuesta al Estado sino de políticas públicas y asignaciones presupuestarias concretas desde el gobierno. Una cosa es pedir una relación menos vertical entre gobierno y sociedad civil –como lo plantean muchos actores cubanos desde su propia lógica nacional– y otra es transpolar a Cuba un enfoque liberal de autonomía ciudadana, hostil hacia el Estado, reñido incluso con las mejores prácticas socialdemócratas de los países nórdicos.
6) El informe es silente en el tema de Miami y la diáspora cubana donde una parte de la nación cubana, no sujeta a las políticas que denuncia del gobierno cubano, no ha sido tampoco capaz de exhibir estándares democráticos de respeto a la libertad de expresión. No hay allí un ambiente favorable sin coacciones a la expresión de las múltiples opiniones en la comunidad cubana. Se usa el presupuesto público estadounidense asignado a Radio / TV Martí para denigrar a los emigrados con puntos de vista diferentes a los apoyados por la derecha pro-embargo o las políticas aupadas bajo la sección 109 de la ley Helms. Esta ausencia de una discusión sobre el tema de la libertad de expresión en la emigración cubana es todavía más negativa cuando la agenda de cambio en Cuba hoy reconoce la unidad de la nación en la que la emigración es parte inseparable de esta. No se puede defender que los cubanos en la diáspora son parte inseparable de la comunidad política de la nación cubana mientras se ignoran las desviaciones de los estándares de derechos humanos que ocurren en sus espacios y su mal ejemplo para la población en la Isla. Si el Comité quiere proteger a los periodistas cubanos, ¿por qué no entrevista a periodistas expulsados de los medios en Miami por desobediencias a la política anticastrista, o incluso a aquellos que han sufrido agresiones terroristas?
7) Las recomendaciones del informe expresan una ignorancia mayor sobre el estado y la trayectoria de de las relaciones Cuba-OEA. El informe recomienda una prematura remisión del tema de la libertad de expresión a un relator de esa organización hemisférica, de la cual Cuba no es miembro porque fue expulsada bajo la narrativa hipócrita de guerra fría por no ser un país compatible con las normas democráticas de la región, mientras se dejaba en el seno de la organización a dictaduras de derecha de la peor clase, culpables del asesinato, secuestro y desaparición forzosa de centenares de periodistas. En lugar de favorecer una actitud cubana más amigable al regreso al organismo continental y al escrutinio internacional de derechos humanos a través de instituciones multilaterales, el informe recomienda sentar forzadamente a las autoridades cubanas en el banquillo de los acusados sin contar con su derecho soberano a retornar o no a un sistema del que fue expulsado por lógicas ajenas a una promoción responsable de libertades civiles.
Lo peor que puede ocurrirle a una agenda de derechos humanos y sus defensores dentro de Cuba es verse asociados a una coyunda intervencionista. Todo el que ha subestimado el atractivo en Cuba de la cultura nacionalista se ha equivocado. Una cosa es defender el derecho a la libertad de prensa y otra es escudarse en ese tema para alentar una estructura de análisis, pensamiento y acción que legitima posturas intervencionistas y pretende desarmar al nacionalismo cubano, político, y cultural.
Este informe, al margen de algunas verdades que dice, es fundamentalmente más de la misma política fracasada, ahora bajo un ropaje más ligero pero igualmente plattista. En lugar de ayudar a mejorar la libertad de expresión en Cuba, enturbia lo que pudo ser una discusión justa y no sesgada del tema según los principios del Convenio Internacional sobre los derechos civiles y políticos de 1966. Con amigos tan chapuceros como el informe del Comité para la Protección de Periodistas, la libertad de prensa en Cuba no necesita enemigos.
Oye no pude terminar de leer porque me entraron ganas de ir al baño… Hasta donde lei: porque mejor no poner enlace del informe para asi tener libertad de pensamiento… Que se parece bastante a libertad de expresion… Y de prensa… O al menos algunas partes… Quien dijo que los que quieren libertad de prensa quieren al mismo tiempo justicia… O programa ideologico… O injerencia de transmisiones radiales… O ser legal… U otras cosas… Si el articulo se ciñe a la prensa… Esta bien no? Digo yo.
Yo veo muy bien este análisis, entiendo sus señalamientos, pero ahora mismo, cuando se está realizando una cruzada de las más extremistas contra la libre circulación de información en Cuba, me parece que artículos como éste pueden ser utilizados como base de tergiversaciones y manipulaciones afines a la censura Iroeliana.
esperando por un analisis del sr. Lopez-Levy con relacion a la prensa oficial en Cuba … no un analisis sobre el que se hizo, sino el suyo … quisiera saber cual es su criterio … gcias.
Magnifico artículo y análisis que claramente expone que y quienes imposibilitan el proceso de cambio en Cuba.
Leí el articulo hasta donde se hizo mención a Ernesto Londoño, ahora resulta que su opinión es incoherente y cuando se trató de crear estado de opinión favorable antes del anuncio del restablecimiento de relaciones fue incluso recibido por los medios de prensa oficiales en Cuba. Increíble su parcialidad A.L.L.
Convertir derrotas en victorias y culpar siempre al enemigo,venga el cambio que venga,el gobierno cubano siempre mantendra la censura sobre todos los medios de comunicacion,es la unica manera de esconder sus fracasos.
Pero que hay de malo en permitir una prensa intervencionista ? Si de todas formas ya tenemos una prensa alineada con una dictadura asqueante, la libertad no es de nadie
Claro…solo recuerdo lo de las “25 noticias más censuradas” en un pais más al norte…proyecto universitario, pero creo que la OEA, la CPJ, la SIP, RSF y unos cuantos más no quieren decir nada…
Y en cambio algunos tontos útiles piensan que la censura no existe en ningún lugar de este mundo..
Entre El estornudo, Periodismo de Barrio y 14 hay diferencias ideológicas. El estornudo y Periodismo… (a diferencia de 14 y medio) no participan de una línea ideológica determinada, y los caracteriza que llevan a cabo un periodismo serio y honesto en que se refleja una realidad fraudulentamente desconocida y distorsionada por la prensa oficialista, solo atenta a los intereses de la oligarquía que gobierna a Cuba. Una prensa oficialista, por cierto, de la que cada vez con menos disimulo está haciendo parte OnCuba, que en un principio guardaba más las apariencias de imparcialidad. Claro que nunca había caído tan bajo en la abyección como con este panfleto en el que el Dr. López-Levy afirma sin sonrojo que el número de periodistas presos es un criterio arbitrario para medir el grado de libertad de prensa de un país.
La irrupción de una nueva generación de periodistas, muchos de ellos estudiantes, jóvenes y emprendedores, que están incursionando en el periodismo de investigación, explorando el género narrativo, el deporte, la moda y la cultura en general, sumado a la consolidación de un medio digital como 14ymedio, han oxigenado los medios en la isla y producido una transformación vital del panorama de la prensa en Cuba en los últimos cinco años.
Desde el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) nos propusimos elaborar un informe para describir el nuevo escenario. Con un objetivo claro: informar a la comunidad internacional y contribuir al debate sobre el estado actual de la prensa en Cuba y el rol de los medios en la sociedad.
El informe “Conectar a Cuba: Más espacio para crítica, pero restricciones frenan avance de libertad de prensa” publicado en nuestro sitio web el 28 de septiembre generó reacciones dispares. Desde el portal Cubanet, duro crítico del gobierno, Luis Cino lo calificó de “injusto y decepcionante” al señalar que los autores fuimos “muy cándidos o demasiado optimistas acerca de las posibilidades de los informadores bajo las condiciones de una dictadura”.
El informe, según Cino, reforzó una tendencia desde hace unos meses de “invisibilizar” al periodismo más crítico. Un concepto con el que no coincido con el periodista de Cubanet ya que el informe cuenta con opiniones diversas de los críticos más acérrimos hasta quienes se desempeñan en los medios del estado.
Pero tal vez algunas de las críticas más agudas sobre el informe se pueden leer en un artículo de opinión publicado en OnCuba por el académico Arturo López Levy y titulado “Libertad de prensa en Cuba: Con amigos como estos…” López Levy alega que el informe tiende a montar “una nueva operación para mantener las trincheras y la crispación”. Una afirmación, a mi criterio, alejada de la realidad: el informe busca promover el diálogo y el debate desde la perspectiva que el panorama actual para la prensa es más abierto que el de hace una década atrás.
El autor indica que el informe utiliza el lenguaje de la confrontación pero no ofrece ejemplos. Como cada informe del CPJ a nivel global, existen críticas hacia las políticas del gobierno basadas en nuestra visión de una prensa libre. Pero por cada afirmación crítica se buscó el comentario y la réplica de las autoridades. No una sino en repetidas ocasiones y con distintos interlocutores. En las oportunidades en las que encontramos la posibilidad de dialogar con representantes del gobierno, el intercambio fue fructífero, productivo y respetuoso.
La crítica de López-Levy insiste en afirmar que existen sectores en Cuba que deben ser excluidos del diálogo. Con todo respeto, esa una opinión que simplemente no compartimos. Y aunque estamos convencidos de que los cambios en Cuba son el resultado (y seguirán siéndolo) del trabajo valiente y esforzado de periodistas que informan dentro del país, entendemos que las organizaciones internacionales tienen un rol para informar sobre lo que ocurre no sólo en Cuba sino en el mundo con la prensa y el ejercicio de la libertad de expresión.
Menciona a unos de los entrevistados en el informe, el periodista José Jasán Nieves Cárdenas, luego de que el reportero identificara inexactitudes en un par de frases suyas. El CPJ realizó ambas aclaraciones en su sitio Web. José Jasán Nieves Cárdenas comentó en Facebook: “Reconozco a Carlos Lauría y al CPJ por la rectificación en la edición digital del informe, así como por el intercambio abierto que hemos sostenido para llegar a este punto”. El informe, según definió, fue “bastante equilibrado”.
El artículo de López Levy sostiene que el CPJ “descalifica los debates y procesos que se dan dentro de la prensa oficial para mejorar la situación del país”. Por el contrario, esa discusión es parte del informe, que incluyó entrevistas con periodistas de medios del estado y un prominente intelectual, José Ramón Vidal, ex director de Juventud Rebelde.
López Levy hace referencia a Radio y Televisión Martí y critica que no hayamos abundado sobre este medio y también sobre los medios de Miami. Este informe está dedicado al periodismo, los reporteros y blogueros que cumplen con su tarea informativa en la isla y no a medios radicados en Estados Unidos. La tarea del CPJ no tiene estándares distintos según el país, como sugiere López Levy. Y mucho menos con los Estados Unidos. Por eso recomiendo que lea el informe que el CPJ elaboró en 2013 sobre Estados Unidos, que contiene duras crítica al marcado deterioro que ha experimentado este país en materia de libertad de prensa.
Con respecto a las críticas referidas a la OEA, la carta de la Organización de los Estados Americanos afirma con especial énfasis que todos los países independientes que firmaron el documento son miembros del organismo. Y si bien Cuba fue expulsada de la OEA en 1962, el levantamiento de la suspensión en 2009 y la histórica restauración de relaciones con Estados Unidos han comprometido a los estados a buscar la integración plena de Cuba.
Aceptamos las críticas, las de Cino, López Levy y otras, como un intercambio de opiniones indispensable para favorecer el debate. Y aunque podamos no compartirlas, estamos lejos de descalificarlas. Al igual que el informe, en el CPJ estamos dispuestos a debatir ideas y opiniones, aunque sean distintas y hasta contrarias a las nuestras. Lejos de la crispación nos anima un espíritu constructivo, de aporte honesto al diálogo, sin ningún tipo de agenda o postura política-partidaria. Nos avalan más de 30 años de trabajo independiente en la promoción de la libertad de expresión en todo el mundo.
*Director de Programa del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ).
la censura es la carta de victoria que tiene el estado,años de ineficiencia y corrupcion nunca son recogidos por la prensa oficial,por eso cada dia menos personas la leen
Señor Lauría: No sea ingenuo (dicho sea esto con el mayor respeto); no vale la pena tomarse en serio los argumentos del autor de este artículo, que no habla desde una razón, sino desde los intereses de un poder totalitario enemigo de la prensa independiente.