Sitio Yera tiene una bodega y una bodeguera; una presidenta de CDR de pelo negrísimo hasta la cintura; un hombre de 62 años; una escuela que tenía un niño; un policlínico que tenía un médico; un perro sato y medio aburrido, y una cañada, y una muda.
En Sitio Yera tienen deseos de jugar dominó, y de chequearse a cada rato la presión arterial para saber cuándo es muy alta o muy baja, y de no caminar tanto. Porque no puede ser posible, dicen, que lo único bueno de un pueblo sea que los televisores no necesiten antena para verse bien y nada más. Hacen falta otras cosas, periodista. Hace falta, por ejemplo, la cerveza.
Y confiaron en mí.
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Sitio Yera es un sitio extraño. A uno le parece extraño que a más de cuatrocientos metros sobre el nivel del mar haya gente que tenga fe en el Periodismo. Es más, la única gente que he conocido y que aún tiene fe en el Periodismo, se encuentra a más de cuatrocientos metros sobre el nivel del mar y solo ve el transporte tres veces por semana.
-¿Tres veces?
-Tres veces. Lunes, Jueves y Domingo
-¿Y el resto?
-Tú decides si bajas o no.
-¿Cuánto hay que caminar?
-Hasta Boquerone, que es por donde pasan los carros, son como siete kilómetros
-Y usted se llama…
-Alejandro de León.
-¿Y también se va?
-Claro que me voy. La semana que viene me estoy mudando para Manicaragua.
-¿Y la casa?
-Ahí se queda.
-¿Vacía?
-Vacía. Si aquí ya hay unas cuantas casas vacías. Cojo a mi mudita y me voy.
-¿Mudita?
-Mi mudita, mi esposa muda, que es lo único que me hace feliz.
Yo iba a Sitio Yera en un jeep soviético que se atrevieron a prestarme y con un joven que se atrevió a manejar y le dimos el chance a Alejandro. En Sitio Yera no se recibe visitas: el camino es demasiado malo y demasiado largo, y hay mucha piedra y mucha montaña para que la gente quiera subir, o para que los carros lo resistan.
Sitio Yera pertenece al Consejo Popular La Herradura, que a su vez está en Manicaragua, un municipio del Escambray de Villa Clara. Y nadie quiere vivir ya en Sitio Yera. Está muy alto y muy linda la vista, y su gente quiere descansar los ojos y los pies. Por eso se van, por eso se están yendo. Y porque les duele la cabeza, y por los problemas de presión, y porque los niños quieren becarse a los quince y no a los seis, y porque las mujeres quieren trabajar, y porque, quizás, deseen conocer el teatro. Y dijeron venga periodista, nosotros le contamos.
Y confiaron en mí.
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Dice Mirtha Valladares, presidenta del CDR y de pelo negrísimo hasta la cintura, que Sitio Yera ya no es el mismo y que antes se vivía feliz. “Pero ya no. Por eso veo bien que la gente se vaya, y en algún momento yo también me voy a ir como todo el mundo.” Y comenzó a pasar lista: “allí vive Alina y Ambrosio, y en aquel apartamento Noelvis y Felipe, y los de los bajo se fueron y la casa está deshabitada. Aquel otro apartamento también está vacío, y en ese edificio vive Olipio, que es el más viejo de este pueblo y tiene 62 años. La gente en Sitio Yera es joven, es joven por necesidad, y más vale no empezar a envejecer aquí arriba, porque no se puede vivir en Sitio Yera y además ser viejo”. Y así fue contando, y dijo que ya se han ido 24 personas, y que ahora hay 29, Sitio Yera no es grande, aquí todo el mundo se conoce, se conoce demasiado, y cada día somos menos. Es bueno cuando tienes 53 personas para poder hablar, pero da miedo cuando te das cuenta de que te quedan 29, y de que pronto te quedarán 20 y luego diez, y que si no te apuras y te vas de la montaña te quedarás solo y eso sí no puede ser.
Lidia de León es la hermana de Alejandro y le va faltando poco, su hija la está ayudando, su hija está en Italia y la está ayudando y se va a comprar su casita en el llano, y le va faltando poco para completar el dinero. En la escuela de Sitio Yera llegó a haber hasta seis niños recibiendo clases, pero se fueron yendo, se fueron mudando con sus padres de casa y de escuela, y allí solo quedó el hijo de Lidia y el maestro. Lidia no sabe qué pasó con el maestro, pero a su hijo hubo que becarlo y ella no quería, aún no, su hijo tiene 12 años. Y dice que eso no es lo peor. Lo peor fue cuando se le deshidrató el esposo porque la ambulancia no venía, y porque el único médico que había en Sitio Yera también se fue, y el policlínico está cerrado, cerrado y vacío, y ahora tienen que tener cuidado y no enfermarse mucho.
No hay policlínico, no hay escuela, pero hay una bodega y quieren cerrarla. Según Lidia es por los núcleos, porque son pocos núcleos y quieren que vaya la gente a Boquerone a comprar los alimentos, pero la bodeguera se puso fuerte, dice, y todavía no la han cerrado. “Porque aunque es poco lo que llega, de algo sirve. Aquí no llega el pollo como a todo el mundo, nos tenemos que conformar con unas laticas cada tres meses y el picadillo ese que no hay quien se lo coma. Nadie quiere subir a vender nada, hay que cosechar vianda para comer porque no hay donde comprarla. Por eso hay que irse, por eso mi hija me está mandando el dinero de Italia, y me va faltando poco para la casita. Hay que irse ya de Sitio Yera periodista, o hace falta que esto salga por algún periódico y se conozca”.
Y confiaron en mí.
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Después de parquear el jeep, ya en la mismísima punta de la montaña en que está Sitio Yera, Alejandro me dijo ven, mira el policlínico, y efectivamente, las puertas del policlínico estaban clausuradas, y las ventanas solo dejaban ver restos de suero y de algodón, y de alguna receta médica en el piso. Y me dijo esto es Sitio Yera, esto el policlínico, aquello de allí la escuela, o lo que era la escuela, y allá los edificios. Y me dejó sola Alejandro, seguro de que en Sitio Yera es imposible perderse.
Caminé entonces hasta una de las aulas de la escuela, y había allí tres hombres y una mujer limpiando frijoles, y me miraron todos, todos a la vez, como diciendo a qué viene esta, a algo importante viene esta que se atrevió a subir. Y les dije buenas, y miraron y siguieron escogiendo frijoles, pero luego hablaron mucho.
Reían y hablaban. Hablaban y escogían frijoles. Sí, chica, aquí hay que luchar la comida dijo uno, aquí en Sitio Yera ya no se vive, se rabia, dijo otro, y el tercero que sí, que es verdad, que lo único que puede hacerse en Sitio Yera es rabiar. Y la mujer no dijo nada. ¿Y quiere saber más?, dijo el primer hombre, aquí no hay pincha, los machos nos vamos y chapeamos la calle y cogemos algo, pero las mujeres si no bajan todos esos quilómetros que tú subiste, no tienen trabajo. Y el segundo agregó que era verdad, que nadie se acuerda de Sitio Yera, que pidieron una vez que por favor donaran un dominó para la gente de allí, para plantar la mesa y jugar, para hacer algo cuando cae la noche, que llega a Sitio Yera primero que a cualquier otro lugar de Cuba, pero nada, nunca trajeron el dominó. Y el primero volvió, y dijo que ni la cerveza se conoce ya en Sitio Yera, que toda se queda en Boquerone, y que hace rato tienen deseos de emborracharse, que borrachos no la pasarían mal. Y la mujer no dijo nada.
Que los niños no tienen con qué divertirse un rato, solo una cañada para ir y bañarse; que cuando las lluvias son muy intensas y el río crece, Sitio Yera permanece muchos días completamente incomunicado; que a nadie le importa, que qué bueno que vine, que qué bueno, gracias por interesarte, nos conformamos con un médico, gracias por venir, después lo otro se va arreglando poco a poco pero primero hace falta un médico, que la salud es importante. Y la mujer no dijo nada, y miraba como diciendo mucho, como diciendo a qué viniste, te vas a ir y todo va a seguir igual, te vas a ir y Sitio Yera va a seguir igual, te vas a ir como el médico, y como el maestro, y como casi todo el mundo.
-Se va a publicar, ¿verdad?
Eso preguntaban, y pensé que confiaban en mí.
-Usted ponga todo lo que le dijimos, que nada de esto es mentira.
Y yo anotando, y hasta sufriendo.
-Póngalo todo, que si la cosa se arregla no nos vamos, si este es el lugar más lindo que hay para vivir.
Y yo pensando que, definitivamente, la única gente que he conocido y que aún tiene fe en el Periodismo se encuentra a más de cuatrocientos metros sobre el nivel del mar.
Y me fui de Sitio Yera, después de un buen rato, y ellos nunca supieron realmente a lo que iba. Yo iba, creo, a preguntar sobre teatro, a saber si les gustaba, y si sabían de Teatro Escambray, y si les agradaba lo que hacía ese grupo, y su opinión, y su punto de vista, y qué usted cree sobre, y cómo valora tal, y qué impresión le causó. Pero en Sitio Yera, señores, hay que ver lo que se pregunta. Uno no puede subir el Escambray y encaramarse en Sitio Yera, donde hay poco calor y la noche viene rápida, a preguntar cualquier cosa. Si es periodista y no va a ayudar, si es periodista y no va a hacer nada, nunca suba, porque la gente en Sitio Yera no imaginaría jamás, que usted llegó allí en jeep, por ejemplo, a preguntarles del teatro.
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Aclaración: Los lugares más elevados del Escambray como Sitio Yera, Can Can y Sabanita, están sufriendo actualmente un despoblamiento. Las casas se están quedando deshabitadas por la fuerte emigración hacia el llano. Para evitarlo, se llevó a cabo el llamado Plan Turquino como acuerdo del Buró Político del Partido para mejorar las condiciones de vida en la montaña –teniendo en cuenta que estos despoblamientos afectan el trabajo cafetalero en la zona. Al parecer, los pobladores de Sitio Yera no han sido beneficiados con dicho plan.
Otro dato: Según el último diagnóstico sobre problemáticas sociales realizado en el lugar, el Consejo Popular La Herradura, al cual pertenece Sitio Yera, y que posee en general una extensión territorial de l80 km2 con una población de 3132 habitantes, actualmente presenta una deficiente incorporación de jóvenes al trabajo y al estudio; bajo peso de los niños al nacer, grandes cifras de embarazo en la adolescencia y altos índices de tabaquismo y alcoholismo. No obstante, los pobladores de Sitio Yera parecen estar excluidos de esto último. Aún esperan con ansias que les llegue la cerveza.
Y otro dato: quise saber antes de irme, y como a escondidas me acerqué a uno, uno que tenía un perro sato y medio aburrido, para ver si por casualidad el teatro, si sabía, si un grupo así, y me dijo que cree, si mal no recuerda, haber visto una vez por allá arriba a Colina, Caolina, la de apellido Mestre.
-¿Y el Teatro Escambray?, le pregunté.
Y me dijo eso no, de eso no me acuerdo, pero no se olvide de nosotros, lo que más apura, recuerde, es el médico.
Y, creo, confiaron en mí.
Los santaclareños de mi generación sabemos de qué va eso… Yo hice la escuela al campo del 91 recogiendo café en Bernal, justo al lado de Boquerone, y dos años después pasé todo diciembre en Can Can, quizás el campamento de escuela al campo más elevado y recóndito del Escambray: había una pueblucho con par de televisores Caribe, y un hambre de tres varas… Eso fue hace 20 años, y ya partía el alma. A medianoche me levantaba a mear, y se oían los perros jíbaros, la grillería y los rescabuchadores alebrestados por el soplo de “civilización” que les caía… “Sitio Yera” es sin dudas el mejor reportaje de la Cuba profunda que he leído este año: si no fuera suficiente su contundente sobriedad y la denuncia que hace, es una confirmación de que las historias abundan, solo hay que salir a encontrarlas y atreverse a contarla… Felicidades Carla
Hermoso trabajo. También me trae recuerdos. Por razones de edad los míos más “remotos”. Recuerdo mi práctica de cuarto año de la carrera – Dramaturgia en el Instituto Superior de Arte (ISA-) en La Macagua. Entonces- verano de 1981- Teatro Escambray estaba en su momento de plenitud y llegaba a casi todos los rincones de la zona. Nos contaban los veteranos del grupo que al principio los campesinos le llamaban al Teatro “el cine personal”.
LI O ARTIGO SOBRE SITIO YERA E ME COMOVI. A IMPRESSÃO QUE PASSA AO LEITOR É UMA VIAGEM AO TÚNEL DO TEMPO, QUANDO AS RECORDAÇÕES O LEVAM DE VOLTA À SUA ORIGEM.
Uffffffffff, creo que esta texto, chita, es lo mejor que ha publicado OnCuba en su año y medio de vida!!!
Muy buen texto Carla, Felicidades
Me encantó este trabajo…. !Super bueno! Hacía mucho tiempo que no leía algo tan espectacular como esto.
Lo he leído de una sola vez, sin pestañar y con la piel muy erizada. Historias como esta son las que se deben contar, así, sin dejar de mencionar el mínimo detalle.
De no entrar a este sitio que me fascina y de tu atrevimiento Carla por querer explorar ese recóndito lugar nunca hubiese conocido lo que pasa en Sitio Yera, lo que pasa con esas 29 personas. Me has conmovido y mucho. Pero felicidades carla porque cuando el lector se engancha y conmueve con lo que has escrito lograste tu objetivo.
Carla: Leerla ha sido el mejor accidente digital que he tenido en mucho tiempo. Me ha recordado a Rulfo: no tengo mejor elogio.
Mi felicitación en Mayúscula para Carla por este reportaje, no es cronica es un reportaje con pocas imágenes pero tiene todo lo que tenia que tener. Gracias a Samuel Orgado me lei este material y despues vi el blog, y me parece excelente que nuestros jóvenes desde la escuela ya promuevan en internet espacios para compartir sus ideas e impresiones. Sitio Yera existe,ahora bien. Qué vamos a hacer para cambiarlo? Ese es el otro reportaje que quisiera ver publicado aqui Carla…porque la vida sigue y un dia, tendremos que mirar lo que dejamos, para embellecer lo que tenemos. Gracias por este momento periodistico.
No creo que Carla pueda hacer mas, de hecho creo que pocos tienen el valor de publicar cosas como esta y con ello ha cumplido de sobra con su deber civico. Ojala la vida le de la oportunidad de escribir nuevamente sobre el tema, luego de que los que si pueden cambiarlo cumplan con el suyo. Felicidades Carla.
Carla, felicidades! Hasta qué lo lograstes, lo que fue una idea de aquella estudiante deperiodismo de 1er año (2012) en sus prácticas por el Escambray, se han convertido en un bello relato, y subistes a Sitio Yera, no fue imposible, un abrazo
A mi me gustaría saber de dónde salió Sitio Yera, qué había antes allí, si es que había algo; cuándo y por quienes fue fundado ese luga, que por el tipo de construcciones no se ve tan viejo. También me gustaría saber por qué la periodista llegó con la idea de preguntar por el grupo Escambray. Qué le habían contado para llegar a un lugar tan remoto con esa idea.
silvio buena pregunta e inteligente. comparto contigo. veremos si alguien nos puede dar respuesta ( no lo creo)
excelente trabajo, una realidad que puede encontrarse en cualquier lugar de la geografía montañosa del centro cubano. Quedan muchos sitios como Sitio Yera y gente que espera la confianza de dárseles a conocer…
Debo decir lo mismo que le dije a Carlos M. … la narracion me hizo recordar a Onelio Jorge Cardoso. Felicidades Carla!!
Son muy tristes estos campos,yo q soy habanero, una vez fui de guerrilla al oriente del país,para conocer y por poco me quedo como pilar,termine queriendo dejarles la manta,el anillo y hasta el último pullover lleve. Buen reportaje,serio e interesante,la narración y estilo me recuerda un poco a nene traviesa,pero bueno,mira,asi me acordé d pilar y de ese sentimiento q experimente en esos lares.
Recién me gradué en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, de la carrera de Periodismo. Yo debía, los primeros días de junio, entregar una tesis de grado para concluir estudios. Estaba buscando, hacía un tiempo, el tema para echar a andar mi tesis. Yo quería escribir sobre teatro, pero también quería escribir sobre personas y sobre lugares, y quería encontrar historias, y quería –porque no lo había hecho durante la universidad- probarme y hacer periodismo. Un día me hablaron del grupo Escambray, un amigo estudiante del ISA sabía que yo quería escribir sobre teatro y me propuso el Grupo Escambray.
Hace dos años me enviaron a hacer prácticas laborales al Escambray, insertada en el periódico Granma. Granma puso el carro, la gasolina suficiente, todo lo que hizo falta, y envió a cuatro estudiantes de Periodismo y una fotógrafa rubia al Escambray. Pasamos una semana en La Macagua, sede del grupo de teatro, y de allí nos movíamos a lugares que eran de interés para la publicación. Ahora pude decirlo: yo no tenía idea ni sabía cómo llegar a La Macagua a conocer aquel grupo de artistas, así que cambié mis prácticas laborales de Juventud Rebelde para Granma, como creo que jamás ha sucedido en la historia de los estudiantes de Periodismo. Yo necesitaba saber si por fin me decidía a hacer mi tesis sobre el grupo Escambray, y sí: era un grupo de teatro –alguien se preguntará que en las salas de La Habana confluyen decenas de grupos de teatro-, pero este grupo, fundado en 1968 por Sergio Corrieri y su madre Gilda Hernández, junto a diez personas más, era un grupo con una historia, había hecho teatro por, para y con los campesinos, desde los campesinos, había subido lomas con una planta eléctrica cuando en el Escambray no había luz y no sabían tampoco lo que era el teatro, sino que lo llamaban como usted dice arriba, Amado, cine personal.
Este fue por años un renombrado grupo de teatro tanto en Cuba como en muchísimos países de América Latina y Europa, pero ya hoy apenas se conoce. Algunos habitantes del Escambray se preguntan si aún existe. Este es el porqué fui buscando al Grupo Escambray, me facilitaba dos cosas: escribir sobre teatro y sobre los campesinos, sobre artistas y sobre la vida en las lomas. Si yo escribía sobre artistas, tenía que escribir sobre su público, si escribía sobre el Grupo Escambray, tenía inevitablemente que irme a conocer el Escambray.
A Sitio Yera llegué por pura casualidad, o por pura curiosidad. Porque yo quise. En una conferencia un funcionario de la agricultura nos hablaba sobre el café, sobre cómo ha habido escasez de mano de obra para su cultivo, que las personas no quieren vivir en la montaña, porque las condiciones de vida en la montaña son feas. Mencionó, de pasada, que en los poblados de Sitio Yera, Can Can y Sabanita estaba ocurriendo un despoblamiento, que había apartamentos de edificios vacíos. A Granma le hacía falta lo que siempre necesita: logros del plan Turquino- Manatí; las excelentes condiciones de un hospital en la montaña; el gran desarrollo económico en aquellas lomas; índices, cifras, resultados, avances de lo que fuere.
El día que pedí que me llevaran, que me subieran a Sitio Yera, lugar donde nadie quiere vivir ya, el periódico Granma tenía que ir a reportar sobre el desarrollo mular del Escambray, la cantidad de mulos que allí había. Sitio Yera quedaba muy lejos, la gasolina escaseaba, el carro no subía a Sitio Yera. Así que Granma se fue por un lado y yo por otro. Pues no me llevaron, así que llamé, medio escondida, a Célida, secretaria del Partido en Manicaragua y señora sumamente gentil, y le dije que yo era una de las periodistas de Granma –no estudiante de Periodismo sino periodista para facilitar la cosa- que el Periódico estaba interesado en subir a Sitio Yera –mentira-, que quería hacer un reporte sobre el despoblamiento, sobre por qué la gente no quiere vivir allí –mentira-, sobre las condiciones de aquellas personas –falso-, y que por favor me enviara un carro y un chofer para poder ir. Subimos el chofer y yo en el jeep soviético, y allí estábamos, en Sitio Yera. Yo quería ver los apartamentos vacíos, y me encuentro lo del médico, y lo de la escuela, y lo del maestro, y lo de la bodega. La gente en Sitio Yera, como ven, querían gritarle a alguien que no tienen médico, que no tienen maestro, y que les quieren quitar la bodega. Ellos no tuvieron chance de decirme, y creo que no les pasó por la cabeza contarme la anécdota del surgimiento de Sitio Yera, o de cuándo datan sus edificios de prefabricado, y a mí tampoco me preocupó: estaban demasiado aturdidos con lo del médico, y con lo del maestro, y con la cuota alimenticia. Esos fueron los datos que me llevé y los creí suficientes.
“-Se va a publicar, ¿verdad?
Eso preguntaban, y pensé que confiaban en mí.
-Usted ponga todo lo que le dijimos, que nada de esto es mentira.
Y yo anotando, y hasta sufriendo.
-Póngalo todo, que si la cosa se arregla no nos vamos, si este es el lugar más lindo que hay para vivir.”
Esto es lo único que le puedo devolver a Sitio Yera. ¿Qué vamos a hacer, Maria Salomé, para cambiarlo? Yo creo que hice mi parte. En mis manos no está llevar al médico, o al maestro, sino hacerle entender a alguien que las cosas no andan bien en muchos lugares de Cuba, y que hace falta en esas lomas el maestro y el médico. Podría, Silvio, quién sabe, subir a cantarle algo a la gente en Sitio Yera. “No hacen falta alas”, por ejemplo. Seguro les gusta.
Muy bueno, desconocia esta triste realidad de los campos en Cuba. Felicidades por hacernos llegar esta informacion. Hace años sali de alla, sin embargo son lindas esas montañas, esos paisajes q ya habia olvidado. Gracias exitos y Dios quiera hagan algo por esas personas en Sitio Yera.
Excelente trabajo periodístico. Pero ese no es el único lugar en Cuba del cual la gente quiere irse y finalmente lo hacen. Acá, en la Sierra Maestra, en el municipio de Buey Arriba, inventaron una comunidad llamada Barrio Nuevo que en la segunda mitad de los 80 ya era un sitio fantasma. Yo estuve allí y también me encontré con casas vacías, un consultorio desierto y una escuela sin niños. Lo más paradójico de mi visita al lugar fue que tenía como objetivo reflejar las “bondades” del Plan Turquino. Huelgan los comentarios…
Es dificil conjugar hoy día en un trabajo periodistico el romanticismo, el amor y la melancolía. Y tu lograste meternos dentro de tu MacondoVillaclareño, y luego nos conmovistes hasta hacernos un nudo en la garganta.
No cambies Carla Gloria Colomé, tu futuro es brillante.
Historia hermosa y triste. Desgraciadamente en Cuba hay muchos ciegos… y mucha gente aprovechándose de programas que son para beneficiar al pueblo, como el Plan Turquino Manatí…
Me recuerda una historia que escribí de un pueblito de la Ciénaga de Zapata que se llama Santo Tomás cuando era coordinadora del periódico Humedal del Sur… con la diferencia de que allí las poquitas cosas que hay, funcionan (o funcionaban porque lo hice en 2002) y el gobierno era el que quería sacar a la gente para Buena Ventura o Playa Larga y hacerles casas mejores, pero cuando llegué a hacer el reportaje la gente lo que querían era quedarse y terminé por hablar del edén que era aquel lugar… y hablé no de irse, sino de “echar la vida en Santo Tomás”…
Felicidades por la forma, los recursos y el uso del lenguaje para narrar- denunciar una situación como al de Sitio Yera. Creo que nuestros medios de prensa deberían publicarla así, tal y como está en Oncuba.
La verdad Sitio Yera se replica en muchos lugares de Cuba,pero si vamos a la Madre Patria hay muchos pueblos fantasmas,pues la gente joven no quiere saber de Lomas ni de Campos,la vida en estos lugares es monotona,la tecnologia y la modernidad son mas llamativas que cualquier campo,aunque sea en Cuba,vivir rodeado de Lomas y Animales es saludable,pero solo para vacacionar o fines de semana,el reportaje se ajusta a cualquier lugar apartado del planeta,pero le doy credito.
Hola Carla, ha pasado más de un año cuando me enfrento a este artículo, redactado de forma espectacular. Hay una persona que quiere contactarte, se trata del fotógrafo Carlos Otero. No sé si es esta la vía correcta. Soy historiadora de la Dirección General de Proyectos de la Oficina del Historiador de la ciudad, estoy al frente del grupo de Investigación Histórica y me gustaría ponerte en contacto con Carlos, a quien aprecio y respeto su trabajo. Si lees este mensaje, me puedes contactar a través de este correo: Zenaida.id@proyectos.ohc.cu
Gracias desde ahora y mucha suerte y éxitos en tu trabajo.
Solo una palabra: Excelente!!!!!!!!!!!!!!!!!
Carla, saludos y felicitaciones por este excelente trabajo, que me conmovió hasta los tuétanos. Dime algo, ¿eres la muchacha que conocí en uno de los encuentros de Crónica celebrados en Cienfuegos? Por favor, confírmamelo.