Una exposición en el Palacio Ferrer de Cienfuegos con objetos personajes de la artista cienfueguera Ana María Salas trae de vuelta este viernes el recuerdo de un personaje que marcó la infancia de muchos cubanos y que tal vez no todos recuerden: Toqui.
La muestra incluye collares, carteras, plantas y objetos entre los que tal vez se descubran vestigios del personaje. El nombre de la exposición es Parte de mí, reporta la Agencia Cubana de Noticias (ACN).
Ana María Salas nació en la ciudad de Cienfuegos pero vivió también en Santa Isabel de las Lajas y Santa Clara, porque su madre “la obligó” a estudiar pedagogía. Matriculó Ingeniería química, según contó en 2019 a la periodista Zulariam Pérez para el periódico 5 de septiembre.
De hecho, Pérez la describía como una “coleccionista de pulseras y collares antiquísimos”, pero también como “cinta negra en karate”, “libertaria e izquierdista”, “adicta a la historia” y “novia ardiente del teatro”.
En una fecha que ella no especifica, recibió una beca para hacerse instructora de arte en La Habana, experiencia que marcó su vida y en la que se incluye su paso por el grupo Escambray. Después conoció al que sería su esposo, un médico ecuatoriano, hijo de Agustín Aguirre, fundador del Partido Revolucionario de Ecuador, con quien viajó a ese país. Tuvieron tres hijos.
En Ecuador, cuenta, fundó un hotel, un restaurante y un bar. A los tres negocios los bautizó con nombres referidos a Cuba.
Toqui, un títere y su historia
Toqui no es el anagrama de Quito, sino la combinación de dos vocablos quechua, según explicaba Salas: “To”, que quiere decir “gran jefe guerrero” y “Qui”, que conjugado al anterior, “significa Gran Jefe Guerrero de la lanza obsidiana”.
Nació de la convocatoria de un megacentro comercial abierto en Quito. Salas se inspiró para su propuesta en el “niño callejero ecuatoriano”, “en su carita redonda”, en los rasgos de “un niño lleno de viveza, sueños, inteligencia, ganas de vivir.”
Ganó esa convocatoria y el programa comenzó a salir los domingos, según evocó.
Como el programa incluía la lectura de noticias, narró que un 28 de diciembre lanzaron una “inocentada” basándose en un hecho ficticio directamente relacionado con el entonces presidente José María Velazco Ibarra.
La idea, relataba Salas, determinó el cierre del programa y el canal de televisión que lo transmitía. Para la autora significó incluso prisión, durante un tiempo que no precisó.
Cambios en el personaje
Tras el incidente y consiente de la popularidad del personaje, Salas se concentró en programas educativos, periodo en el que nace el concepto bajo el cual conocemos a Toqui: una especie de viajero en el tiempo a través de las historias que cuenta a la audiencia.
Entrevistada por el telecentro Perlavisión, reiteró una vez que Toqui es “el niño que todos llevamos dentro” y que la mariposa que siempre lo acompañaba, haciéndole saltar al mundo de fantasía que compartía con la audiencia, significaba “la metamorfosis”: “de una cosa chiquitica, fea y arrugada, de repente salen unas alas, vuela…”.
“Toqui fue el primer personaje que la televisión ecuatoriana vendió en todo el mundo”, cuenta Salas, quien también es miembro de la Uneac: “No podía mandarlos [los programas] a Cuba porque no había relaciones diplomáticas entre ambos países, pero hice un arreglo con una televisora panameña para que sacaran una copia de los capítulos que se les mandaban y los enviaran. A cambio, no me pagaban derecho de autor. Así legó Toqui a esta bella isla”.
La residencia de Salas, situada en Punta Gorda, es conocida como La Casona de Toqui. “Aunque la entrada es gratuita para cubanos, todos deberán pagar un precio, o sea, plantar un árbol, guataquear el guayabal, darle de comer a las gallinas, sacudir los muebles de la sala de concierto…”, decía.