Leer un libro digital, escuchar música o ver videos vía streaming, realizar un recorrido virtual a las salas de un museo o pasar un curso online, son actividades cotidianas desde hace años en el mundo.
En Cuba, muchas de estas variantes suponen casi un lujo e incluso algunas son inexistentes, tanto por el alto costo de los precios de acceso a la navegación digital, como por las pocas alternativas de los centros e instituciones del arte en el país.
Algunas manifestaciones como la música y las artes visuales exhiben una mayor presencia de sus artistas y catálogos, a través del trabajo de centros especializados en las redes sociales y plataformas de comercio y promoción, pero todavía de forma muy magra.
Las disqueras del país buscan cada día más insertar la música que realizan en sus estudios, pero, ¿cuántos realmente acceden a las plataformas digitales de música desde la isla?
Si bien no son pocos los músicos que buscan alternativas para la promoción de su obra a través de perfiles personales y oficiales en plataformas como Facebook, Instagram y YouTube principalmente, el trabajo de las disqueras en estos ámbitos muchas veces se queda por debajo de las dinámicas que debieran tener en las redes sociales.
Los sitios web de las casas discográficas es otra vía factible para que el público amante de la música puede encontrar las obras de nuestros artistas, algo difícil considerando el pobre estado en el cual se encuentran muchos de estos, desactualizados y sin mecanismos eficientes para el acceso asequible, en materia de tecnología y precios, a quien navegue en estas páginas.
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Mucho se pudieran explotar estos espacios virtuales, anclados a servidores .cu, que permiten una navegación libre de costo a los cubanos, ahorrándole los valiosos megas del saldo, tan necesario en estos tiempos de aislamiento social, donde la red de redes resulta vital para mantener el contacto con el resto del mundo y un oasis para aliviar el aburrimiento durante el extenso período en casa.
En el caso de las artes visuales pasa algo similar. Un breve periplo por los perfiles de nuestros artistas en redes sociales basta para actualizarnos de lo más reciente de su trabajo, cuya producción excede el tiempo y espacio que pudiera concentrarse en una exposición o galería.
Por eso resulta vital cada día más estas variantes de promoción en el mundo de las artes visuales, donde contar con una galería virtual es tan importante como organizar una exposición, cada cierto tiempo.
De nada sirve una promoción eficaz en Facebook, Instagram o Pinterest, por mencionar algunas de las plataformas más populares, si no existe un sitio web de referencia donde se pueda encontrar las obras promocionadas. Instituciones comoel Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, la Galería Galiano y Collage Habana, muestran sus sitios web en construcción; aparecen solo actualizados los perfiles de inicio y los catálogos publicados hasta el momento contienen una información bastante precaria.
Si bien algunos de los espacios de mayor actividad expositiva en la capital (La Acacia, Villa Manuela, Artis 718) exhiben sitios de factura considerable, muchos de estos están montados en servidores fuera de Cuba con dominios .com, imposibilitando un acceso más económico a quienes navegan dentro del país.
Por estos días, varias galerías y proyectos han mudado su espacio físico al virtual, ante las medidas de cierre de instalaciones culturales por la expansión de la pandemia en todo el territorio.
Las propuestas de Galería Galiano y Galería Habana se mantienen mostrando al público lo expuesto en sus salas, donde las obras de Chuly Herrera (Como yo puedo) y Wilfredo Prieto con Fake News respectivamente, son vistas por el público en redes sociales, en tiempo real. Una iniciativa que bien pudieran considerar otros espacios que cerraron sus puertas con muestras aun en cartelera.
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Mención aparte merece el Museo Nacional de Bellas Artes, una de las pocas instituciones donde la labor en redes sociales y el funcionamiento de su plataforma online van por el buen camino, demostrando que no todo es gris en el mundo digital de las artes plásticas en Cuba. Respecto a otros museos del país, la diferencia es sustancial. La mayoría tiene una presencia casi invisible en redes.
Los libros, un mundo… ¿a tu disposición?
Conseguir un libro digital en la actualidad no resulta tan complicado, teniendo en cuenta la facilidad con la cual se pueden encontrar estos materiales en la red de redes y la preferencia por las lecturas digitales en las nuevas generaciones.
En la nación caribeña este fenómeno es también común, aunque no son muchas los espacios institucionales donde se pueden adquirir estas obras, si bien no son pocos los centros dedicados a la publicación y promoción de la literatura en la mayor de las Antillas.
Este año se celebran el 27 aniversario de la aparición del primer libro digital en Cuba, fecha recordada durante la 29 Feria Internacional del Libro, donde además se presentó una vez más el proyecto Cubadigital, que desde el 2018 aboga por un mayor alcance de las lecturas digitales con decenas de editoriales participantes en cada edición.
Se presentó además en ese contexto el proyecto Estanquillo, que abarca un total de 3000 libros en formato PDF para la descarga gratuita, otra buena noticia en este sentido, sin embargo, una vez terminada la Feria, estas iniciativas se desvanecen, pues de momento solo tienen presencia durante este evento.
Apoyados por el portal Cubaliteraria, perteneciente al Instituto Cubano del Libro (ICL), estos proyectos necesitan permanecer a tiempo completo online. Resulta ilógico que el portal del ICL tenga un archivo para la descarga menor de 150 materiales, cuando cada año se presentan cientos de novedades editoriales en las instituciones del país.
Una muestra del buen trabajo que se puede realizar en este sentido resulta Claustrofobias, a cargo de Naskicet Domínguez Pérez y Yunier Riquenes García, cofundadores del proyecto de promociones literarias que dentro de sus opciones presenta la descarga de libros digitales y el envío de textos en físico, a través de la empresa Correos de Cuba.
Aunque estas variantes se encuentran afectadas debido a la actual situación del país, resulta un bálsamo para los ávidos por la lectura que no encuentran casi alternativas para las descargas de libros en servidores cubanos. Cabe señalar que Claustrofobias cuenta también con un sello editorial creado para fomentar la promoción de la literatura autóctona mediante libros digitales.
En el caso de las bibliotecas, otra de las vías para el acceso a este tipo de materiales, su presencia en el entorno digital es casi nulo, salvo por la Biblioteca Nacional José Martí y la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena, aunque el acceso a archivos digitales en el caso de la segunda es casi inexistente, mientras en la Nacional no se puede acceder de momento a esta variante debido al rediseño de la plataforma.
Actualmente encontrar literatura cubana digital, hecha en Cuba, resulta complicado, algo lamentable teniendo en cuenta el gran número de obras que se publican cada año.
Para incentivar el hábito por la lectura hay que apostar de lleno en el entorno digital, carente de estrategias concretas y variantes de promoción en redes sociales donde además, poco se puede encontrar de las actividades de los sellos editoriales del país.
El cine y teatro que no se ve
Resulta el cine una de las manifestaciones artísticas de menor presencia en el campo digital cubano, considerando la escasa presencia de películas nacionales disponibles online o para descargar en las instituciones del séptimo arte.
Es cierto que en este sentido, resulta más complejo en materia económica contar con un servidor instaurado en el país donde se puedan encontrar un banco de películas para la descarga, pero no es excusa para no contar con este tipo de servicios, basta un poco de voluntad y organización para montar un catálogo del cine cubano vía online.
En menos de un mes, la página de Facebook Cine cubano en cuarentena ha logrado reunir más de 100 materiales fílmicos hechos por realizadores dentro y fuera de la isla, a través de la publicación en el sitio de los enlaces de estos filmes.
Carlos Lechuga: “El cine independiente cubano existe, todo el mundo lo sabe”
Actualmente existen disímiles plataformas en Internet que permiten el almacenamiento de archivo fílmico, no resulta tan descabellado que tanto la Cinemateca de Cuba como el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfico (Icaic), puedan disponer de un archivo con sus materiales organizados y accesibles para la consulta en sus sitios web.
Conocemos la escasa producción de largometrajes nacionales producidos por el Icaic, como también se conoce que este no es el único cine que se produce en la isla y fuera de nuestras fronteras.
En tiempos donde se aboga por un mayor reconocimiento del cine independiente cubano, una estrategia positiva sería promover los materiales producidos de manera independiente en las plataformas institucionales de la nación, un registro vasto además en cortometrajes, cintas más asequibles para ver vía online desde acá, sabiendo que la reproducción de videos gasta una mayor cantidad de datos en la conexión a Internet.
En el caso de las artes escénicas, también resulta pobre la presencia de estas en el entorno digital, donde son escasos los grupos de teatro y danza en el país que cuentan con una plataforma web.
La presencia en redes sociales suele ser por temporadas, atendiendo al momento presente de las presentaciones de las compañías, que prefieren recurrir a otros canales de comunicación más convencionales, como la prensa escrita, la radio y la televisión.
En estos tiempos de aislamiento social, varios grupos echan mano a la imaginación para mantener al público expectante y entretenido frente a la pantalla de una computadora o celular, mientras otros aprovechan para tomar esta temporada aciaga para el descanso.
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Mucho queda por hacer en materia de desarrollo digital en el panorama del arte contemporáneo cubano. El trabajo de las instituciones debe volcarse en mejorar las plataformas ya creadas, algo que se viene haciendo de a poco, pero que es necesario incrementar.
Esta crisis provocada por la pandemia, con el país virtualmente paralizado, ha dejado en evidencia que los cubanos deberían tener un acceso más económico a estas fuentes de entretenimiento y aprendizaje, pensar más en este sentido y no en el rendimiento económico de determinado producto, o de la conexión para datos en sí misma.
Se aboga por elevar la cultura del pueblo cubano, en especial de los jóvenes, pero al parecer se olvida que ellos son nativos digitales y ese es el mundo en el cual se desenvuelven, un mundo que avanza a una velocidad trepidante.