La obra de la artista cubana Rachel Valdés (La Habana, 1990) captó la atención del director de la Rockefeller Brothers Fund, ha expuesto en Times Square y varias veces en la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid ARCO, a la que ahora regresa.
“La instalación es mi manera de abordar ciertos espacios y de crear otros nuevos para el espectador. Crear ambientes es una de las cosas que más me interesa, ya sea desde un plano bidimensional, como es una pintura, al mundo tridimensional a través de la escultura o la instalación”, explica a Efe en una entrevista la artista cubana.
Conocida también por ser pareja de Alejandro Sanz, Valdés asegura que le interesa hablar de “la naturaleza, el espacio y de cómo el espectador puede pasar a ser parte de la obra”. Para ella ser pareja de Sanz es “desde el punto de vista artístico, complicado, porque hay que hacer frente a muchos estereotipos”, desgrana la artista, cuya obra es considerada como referente de la vanguardia cubana y avalada por galeristas de la talla de Brent Sikkema.
“Desde niña estuve enredada entre colores y pinturas, mi madre trataba de conseguirme lápices y papeles para motivarme a decidirme por el arte”, apunta Valdés, que siempre lo tuvo “muy claro”. Posteriormente estudió en varios talleres de la Habana, donde ganó concursos de pintura, hasta aprobar el primer escalafón para ingresar en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro.
Allí y con tan solo 19 años, se graduó con la máxima nota, y casi diez años después, considera que convertirse en artista es “un término relativo”. “Estudié arte así que se supone que por ello debería denominarme artista, pero creo que es un término que digieres con el tiempo, yo creo que se va alcanzando poco a poco”, reflexiona.
“Cuando terminé de estudiar comencé a tomármelo muy en serio. Hice mis primeras exposiciones, becas y residencias”. Entre ellas, la del Vermont Studio Center, uno de los centros más prestigiosos de Estados Unidos, donde ingresó tras impresionar con su obra al director de la fundación Rockefeller Brothers en la presentación en Nueva York de la Bienal de la Habana.
Aunque comenzó en pintura, destaca también por sus instalaciones, y realiza además fotografía y escultura. “Siempre tuve intereses abiertos, y traté de abarcar más. Medios como la instalación y la fotografía tienen cualidades muy potentes que no quise desaprovechar”, apunta sobre su obra, en la que, mediante elementos visuales, reflejos e ilusiones ópticas, erige “nuevos mundos dentro de la realidad”.
Su proceso creativo en la pintura lo define como “accidental”, y aunque asegura partir de una idea preconcebida, reconoce que no siempre sigue este cauce. “Me pierdo en el proceso de cambio y metamorfosis al pintar, como la propia naturaleza. Intento que sean creaciones orgánicas, como se forman los cráteres o fluyen los ríos. Las cosas orgánicas son hermosas”, explica.
Un proceso diferente al usado en sus instalaciones, testadas y creadas al milímetro y pensadas para ser recorridas. “Lo que quiero con mi obra es brindar al espectador momentos de paz, de contemplación”.
“Vivimos en un mundo tan rápido y convulso que el arte es un lenguaje que tiene que lograr que el espectador se abstraiga de la realidad, brindar momentos de quietud”, resalta Valdés, que regresa a ARCO en esta edición, expandiendo así su obra en Europa, donde poco a poco también comienza a afianzarse.
“Exhibir este año es una sensación muy extraña, es un momento complicado y sobre todo incierto” dice. “Es maravilloso el cúmulo de confluencias culturales y artísticas”, señala sobre la feria, en la que participa mediante “Detrás del muro”, uno de los proyectos curatoriales más importantes de Ciudad de la Habana, en la que la artista participa desde la primera edición.
En un formato de casi tres metros de largo y ancho y parte de su nueva serie “Una vez en el tiempo”, Valdés muestra una creación de “automatismo psíquico”, que define como “un paisaje abstracto sobre el lienzo” al que acompañan tres fotografías de la obra documental de la artista durante tres momentos diferentes en el proyecto “Detrás del muro”, que suma diez años.
“La fotografía la utilizo como parte fundamental del proceso creativo de las propias obras. Muchas veces la foto acaba siendo la obra documental de cómo fue crear las piezas”, señala Valdés, que, tras exponer obras como “The beginning of the end” en Times Square y posicionar sus piezas en colecciones privadas y públicas como The Donald Robin Foundation o The Rockefeller Brothers Foundation, llega ahora de nuevo a Madrid.