El segundo viaje a Cuba del DJ y productor musical neoyorquino Derek Turcios tiene más el ritmo de quien regresa a casa, que de pisar una tierra ajena. Hijo de una cubana, que le enseñó casi al mismo tiempo a tocar el piano y a hablar español con el acento de un nativo, es el primer artista estadounidense en hacer un concierto en la isla, desde que ondea en La Habana la bandera norteamericana.
Al describir lo experimentado en su primera presentación durante esta gira, el sábado 22 de agosto en la Fábrica de Arte Cubano, el DJ dijo que había sido “épica”. Turcios trae consigo música que nadie ha escuchado nunca aquí, y lo sabe. Hay algo de especial para él, entonces, en descifrar cómo se mueve la noche habanera, donde el house y el techno ganan cada vez más seguidores.
El músico ha puesto a vibrar las discotecas de Nueva York, Ibiza, Europa, y multitudinarias fiestas al aire libre (raves) de todo el mundo. Pertenece a la nueva escuela del sonido electrónico estadounidense, con un repertorio que bebe de los más variados ritmos, y donde siempre hay espacio para su herencia latina.
Como en su primera visita a la isla, en 2013, OnCuba conversó con el DJ.
¿Cómo decide ser DJ alguien que proviene de la tradición del piano clásico?
Comencé a tocar el piano cuando era muy joven. Oía los temas en la radio, o los cartoons, y por el oído los llevaba al piano. Luego toqué profesionalmente durante casi 20 años en Miami, donde desarrollé mi carrera en el jazz. Después, en los años noventa visité Inglaterra, y me acuerdo que entré a una discoteca en Londres. Esa fue mi primera experiencia con este tipo de energía.
El cuarto estaba vibrando. Y era gigantesco. Me aproximé a donde estaban los DJs, que eran muy famosos. Vi que tenían cuatro mesas de vinilo e inmediatamente me encantó. Dije “ay, esto lo tengo que hacer”. Entonces empecé a comprar discos. Pero como sólo podía tener una mesa, encendía el radio y practicaba con las dos pistas hasta ponerlas en sincronía perfecta. Así aprendí a mezclar. Luego regresé a Miami y empecé a tocar en fiestas, y también Orlando, en los noventa, hasta que volví a Nueva York, donde empecé a presentarme de verdad en discotecas grandes.
¿Cómo describiría la experiencia de hacer música, las sensaciones que le hace sentir?
Yo soy un pianista de jazz, y por eso escribo la música original para mis producciones. Al mismo tiempo, produzco música techno o house por la inspiración que recibo al interactuar con el público. Me fascina cuando toco un tema y veo que la energía del cuarto está creciendo. Ver los gritos del público al entrar el Bajo es algo increíble, me encanta eso. El artista siempre tiene que estar pendiente de qué sienten ellos para ajustarse a la noche. Tiene que darle al público algo que le encanta pero a la misma vez es responsabilidad de cada artista electrónico presentar ideas nuevas, temas y estilos.
Como artista siempre busco un sonido original, algo que me mueva. Nunca pongo música que no me fascina. Hay DJs que tocan temas porque es popular, a mucha gente le gusta. Pero yo solo tengo música que me fascina. Poder compartirla y ver la reacción de alguien que también disfruta, he ahí la felicidad del DJ.
Nunca he entendido a los DJs que tocan un solo estilo. Lo que yo toco es house music, pero también deep house, y me encanta el techno al final de la noche, cuando la energía lo requiere. Poder cambiar de género a mitad de la madrugada es increíble, la gente lo siente. Cuando toco en Alemania, o Inglaterra, el público presta mucha atención a cómo el DJ guía la noche.
Al recibir influencias de distintas culturas, ¿qué le aportan los ritmos cubanos, al regresar a Nueva York, su ciudad, y a otros escenarios del mundo?
Yo siempre estoy buscando música nueva, oyendo un pianista por aquí, un bajo por allá, una colaboración con alguien en Japón. Los ritmos cubanos son perfectos para cualquier estilo de música, especialmente el sonido afrocéntrico que tienen ustedes. El sonido de Chus & Ceballos, por ejemplo, en Ibiza, es un house con muchos tambores. Ese es uno de los estilos que siempre toco. Y esos tambores vienen de la música cubana.
Cuando habla de tocar música, menciona con frecuencia el intercambio de energía, como si fuera algo más que crear una melodía para bailar o escuchar. ¿Cuán diferente es la sensación que experimenta al hacer música electrónica, y al tocar un concierto de piano?
Es algo interesante. Cuando toco el piano, es algo muy personal, son las emociones que siento y las emociones de mi pasión. El público no está ahí. Ellos vienen a escucharme y a disfrutar, pero yo toco por mí. Cuando soy DJ en la discoteca, es completamente lo opuesto. Necesito ver los ojos de esa chica, la cara. Quiero ver la felicidad, la euforia que compartimos, por la energía de mi música. Los sistemas de sonido en las discotecas del mundo son tan increíbles ahora, que cuando entra un bajo, es una explosión. Como cada disco es diferente, como DJ voy manipulando esa energía, que crece poco a poco, hasta que al final de la noche ya no estamos bailando sino brincando. Me gusta sentir que llevo a la gente en un viaje.
¿Qué impresión ha recibido de la escena electrónica cubana, en este momento?
Yo no tenía idea de cómo iba a ser la Fábrica de Arte Cubano, y al ver la energía cuando comencé a tocar mi música, la explosión fue increíble. Era lo que soñaba. Al final de la noche le estaba dando durísimo a ese cuarto, y la gente todavía bailaba y gritaba. Aunque estábamos muriéndonos del calor, nadie paraba. Fue definitivamente épico para mí. Al final de la noche hasta estaba mareado por tanta energía. Aquí he compartido con varios DJs, como DJoy De Cuba, quien para mí es el artista más importante de la música electrónica cubana ahora, y es un pionero en mi opinión.
Siendo el primer músico electrónico estadounidense que visita Cuba luego de que ondee aquí la bandera norteamericana, ¿cómo valora los efectos que puede tener el proceso de normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, para los artistas de ambos países?
Creo que vivimos un tiempo sumamente especial. Estoy muy feliz de poder venir a tocar en Cuba. Lo que está sucediendo entre Cuba y Estados Unidos es increíble. Es algo que yo quiero. Cualquier cosa que abra el intercambio entre los artistas, que dé la oportunidad de que yo pueda venir a tocar en vivo, y que los artistas cubanos puedan tener intercambio de ideas y de música, eso es siempre formidable.
Aquí me han aceptado de una manera muy calurosa y me siento en casa, estoy muy feliz de poder compartir mi música, de ver que es aceptada y que les gusta. Esto es solo el comienzo, me gusta mucho que la escena esté creciendo.
¿Cree que exista desde el lado de allá la disposición necesaria para viabilizar un mayor acercamiento, y avanzar hacia otras etapas en la relación, como la eliminación del bloqueo?
Hay tantas opiniones sobre ese tema. Vamos a tener que esperar a ver qué pasa. Pero definitivamente estamos en una etapa donde pueden cambiar las cosas. Es algo muy posible y ya es hora de pensar más sobre ese tópico. Ha pasado mucho tiempo, y si hay algo que puede ayudar a crecer el arte, el pueblo, el estilo de vida aquí, eso me gustaría mucho.
Ser parte de este momento, en esta cultura tan bella, con unas personas tan hermosas, es un privilegio, un honor. Me tratan como estrella cuando estoy aquí, pero yo me siento más como un hermano. La gente es tan cariñosa, me ha aceptado tremendamente. Me siento muy feliz. Definitivamente, esta no será la última vez que venga. Cada vez el show es mucho más grande, y me alegra que cada vez venga más público, porque ya me están conociendo.