El arte de los cubanos afrodescendientes protagoniza la exposición “El Pasado Mío/ My Own Past: Afrodescendant Contributions to Cuban Art”, que abre sus puertas este viernes en la Cooper Gallery de la prestigiosa universidad estadounidense de Harvard.
La muestra, que se mantendrá en exhibición hasta el próximo 21 de diciembre, propone, a decir de sus organizadores, “un nuevo acercamiento al arte cubano a través de una reconstrucción histórica construida a partir y a través de la producción de artistas de ascendencia africana”. La misma pretende “resaltar los sesgos racializados que han informado el canon tradicional” y, como adelanta su título, poner de relieve las contribuciones artísticas de un grupo insuficientemente reconocido y estudiado.
“El Pasado Mío / My Own Past”, según refiere la nota de presentación del Afro-Latin American Research Institute de la Universidad de Harvard, muestra “un grupo de artistas que nunca han sido presentados juntos, incluyendo artistas que han recibido muy poca atención por parte de historiadores del arte, críticos y coleccionistas”. La exposición reúne a más de 40 creadores cubanos afrodescendientes desde el período colonial hasta la actualidad, desde el pionero Vicente Escobar hasta jóvenes como Susana Pilar Delahante y Carlos Martiel, pasando por figuras de la prominencia de Wifredo Lam, Agustín Cárdenas, Ruperto Jay Matamoros y Belkis Ayón, y otras con mucho menos reconocimiento y visibilidad en los entornos académicos y comerciales.
Con el coauspicio de Cernuda Arte y el David Rockefeller Center for Latin American Studies, se trata de “una exposición sin precedentes en la cultura cubana”, en opinión de Alejandro de la Fuente, Director del Afro-Latin American Research Institute, integrante del equipo curatorial de la muestra junto a Bárbaro Martínez Ruiz, de la Universidad de Indiana; Cary A. García Yero, de la Universidad Libre de Berlín y la Universidad Leibniz de Hannover; y Sebastián Pérez, del Trinity School, de Nueva York. De acuerdo con este prestigioso profesor e investigador cubano radicado en Estados Unidos, “lo que propone ‘El Pasado Mío’ es una nueva mirada a la historia del arte cubano desde la producción de artistas afrodescendientes”.
“En 1761, Martín Félix de Arrate, en su historia pionera sobre La Habana, habla de las ‘primorosas obras’ creadas por artistas ‘negros y pardos’. ¿Dónde están esas obras? ¿Quiénes son sus autores? ¿Por qué no las conocemos? ¿Y cómo es posible que, después de Vicente Escobar (1762-1834), no tenemos un solo pintor afrodescendiente en todo el siglo XIX?”, se pregunta De la Fuente en diálogo con OnCuba sobre la muestra que se inaugura este viernes en Harvard.
“Cuando nos centramos en la producción de artistas de ascendencia africana vislumbramos una cronología muy diferente del arte cubano. Tradicionalmente, la historia del arte cubano está ligado a la creación de la Academia de San Alejandro en 1818, que es presentada como un antes y un después. El antes es afro y popular, el después es blanco y elitista. La Academia reclama la producción artística como un espacio de refinamiento, buen gusto y entrenamiento académico, es decir, como un espacio blanco. Y lo hace eliminando, borrando, silenciando la producción artística de los africanos y sus descendientes”, añade.
“Y otra cosa, cuando uno exhibe a estos artistas juntos se da cuenta de que es imposible encasillarlos en un tema, estilo, o escuela. Sus lenguajes visuales y aportaciones son múltiples y diversos”, abunda el especialista, quien no quiso dejar de agradecer “a los que de muchas maneras han hecho posible esta exposición, en especial a coleccionistas privados que nos han dado acceso a sus obras. Y en especial a Cernuda Arte, sin cuya colaboración este proyecto no hubiera sido posible”.
¿Qué relevancia le concede a la exposición dentro de la cultura cubana, y en la reivindicación del legado cultural de África de este lado del océano?
Esfuerzos como este no son exclusivos de la cultura cubana. En los Estados Unidos, los museos y centros de enseñanza superior han avanzado mucho en el proceso de repensar el arte desde las contribuciones Afroamericanas. Hay cursos especializados, libros de texto, colecciones, exposiciones. También han existido esfuerzos en América Latina. De alguna manera, nuestra propuesta curatorial se inspira en la exposición pionera que Emanoel Araujo hiciera sobre arte Afro-Brasileño en 1988. Y desde luego, las contribuciones africanas crean espacios continentales de diálogo y entendimiento. África nos es común a todos los habitantes del hemisferio. África nos une.
¿Qué distingue, en su opinión, a esta muestra de otras exposiciones realizadas sobre el tema?
A diferencia de otras exposiciones, que se han centrado en artistas, grupos, o temas específicos, “El Pasado Mío” se concibe a partir de cuestiones de autoría. En ese sentido es una exposición sin precedentes en la cultura cubana.
¿Qué caminos o aproximaciones al tema podrían abrirse a partir de su exhibición?
Uno de nuestros objetivos es destacar la necesidad de realizar investigaciones serias y desde nuevos presupuestos epistemológicos y teóricos sobre el arte cubano. Esta exposición permite destacar, primero, cuán importante es la producción de artistas afrodescendientes, su enorme peso en el arte de la isla, desde el periodo colonial hasta el presente. Segundo, permite destacar la existencia de numerosos artistas hoy olvidados, ignorados, excluidos. La cultura oficial cubana de los últimos sesenta años ha sido una factoría de olvidos que necesitamos desmantelar. Queremos llamar la atención de especialistas jóvenes, de curadores, museos y colecciones.
En el contexto de la exposición está prevista la realización, el próximo día 20, de un panel con algunos artistas participantes. ¿Cuál es la idea del mismo y cómo se complementa con la muestra en sí?
La mesa redonda con la participación de varios artistas de “El Pasado Mío” (Gertrudis Rivalta, Juana Valdés, Elio Rodríguez y Alberto Lescay), que será moderada por mí y por Bárbaro Martínez Ruiz, es una oportunidad para escuchar sus percepciones, saber cómo ven ellos la exposición y su importancia. En la muestra hay artistas de trayectorias y etapas muy diferentes; algunos muy famosos, como Wifredo Lam, y otros apenas conocidos, como María Ariza. Entonces, ¿qué significa para los que participarán en el panel ser parte de una propuesta de este tipo? ¿Cómo perciben su propia obra en ese contexto? Estas son algunas de las preguntas que nos interesa explorar.
Hay que tener en cuenta que Cooper Gallery es un espacio académico de exposición, lo cual implica que siempre se realizan numerosas actividades (conferencias, talleres, debates) alrededor de nuestras exposiciones. Pero, lo más importante son los estudiantes, que escriben trabajos sobre la misma y se interesan por estos temas. Una exposición como esta busca sembrar. Son semillas para la producción de conocimientos futuros. Ojalá pudiéramos hacerlo en Cuba.