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Las esculturas de Félix Semper (La Habana, 1964) parecen desmentir la naturaleza misma del papel. A primera vista son bustos sólidos, objetos que podrían haber sido tallados en mármol o madera. Pero basta un gesto del artista para que esas piezas se abran como un acordeón infinito, revelando que lo que parecía inmutable es, en realidad, flexible y vivo. Esa magia de lo inesperado ha convertido a Semper en un creador único dentro del panorama contemporáneo.
Nacido en La Habana y criado entre España y Miami, atravesó un camino singular antes de dedicarse de lleno al arte. Trabajó como impresor y constructor hasta que una crisis personal lo llevó a reinventarse. Fue entonces cuando el papel —ese material que conocía desde los talleres de imprenta— se convirtió en su aliado y en la base de una técnica que hoy deslumbra en museos, ferias internacionales y programas de televisión.
Su obra más célebre, un busto flexible de Notorious B.I.G., marcó el inicio de una carrera que ha rendido homenaje a figuras icónicas como Frida Kahlo, Andy Warhol, Bob Marley o José Martí. Más allá de estas celebridades, cada escultura de Semper encierra una reflexión sobre la dualidad de la vida: la solidez aparente y la fragilidad interna, el estatismo y el movimiento, lo eterno y lo efímero.


Con exhibiciones en ciudades como Nueva York, Doha, Copenhague o Riad, y un reconocimiento que lo ha llevado a ser reclamado tanto por coleccionistas privados como por instituciones, Félix Semper no deja de experimentar. Hoy explora el uso de maderas flexibles, mecanismos electrónicos y nuevas formas de infundir dinamismo en la escultura. Su arte, como él mismo dice, no quiere quedarse quieto: busca sorprender, abrirse, moverse, ser tan cambiante como la vida misma.
Como artista, nos deja la certeza de que el arte puede reinventarse en lo más sencillo: una hoja de papel convertida en escultura infinita. Su obra, marcada por la sorpresa y el movimiento, no solo transforma la materia, también invita a mirar la vida con otros ojos, a entender que nada es tan rígido como parece y que siempre existe la posibilidad de abrirse y desplegarse hacia nuevas formas de creación.
¿Cómo surgió la idea de crear esculturas de papel “estirables”? ¿Fue un proceso planeado o fruto de la experimentación?
Fue totalmente fruto de la experimentación. Siempre me ha gustado explorar los límites de los materiales y un día, trabajando con papel, descubrí que podía transformarlo en algo vivo, flexible e inesperado. No fue un plan premeditado, sino el resultado de jugar, equivocarme y dejarme llevar por la curiosidad.

¿Podrías describir paso a paso cómo transitas de una idea a la escultura final?
Primero llega la visión: a veces es una imagen muy clara en mi mente y otras, una intuición más vaga. Después hago bocetos, pruebas de proporciones y estructuras. Luego comienza la construcción capa por capa del papel, un proceso largo y meticuloso que requiere paciencia. Finalmente trabajo en los acabados: pintura, detalles… hasta que la pieza cobra vida y puede moverse y estirarse.
¿Por qué elegiste el papel como tu material principal y qué desafíos presenta en comparación con otros materiales tradicionales?
El papel me eligió a mí. Es un material humilde y cotidiano, que todos conocemos, pero a la vez versátil y sorprendente. Su gran desafío es la fragilidad: se rompe, se deforma y no perdona errores. Pero ahí está la magia: transformar algo tan frágil en esculturas fuertes y dinámicas.


¿Cuál es el significado que le das a la flexibilidad y el movimiento en tus piezas?
Para mí representan la vida misma. Nada es estático; todo está en constante cambio. El movimiento simboliza la libertad de transformarse, adaptarse y reinventarse. Mis esculturas no son estáticas porque yo tampoco lo soy; siempre estoy en evolución.
La fragilidad del papel contrasta con la fuerza de tus esculturas. ¿Ves en ello una metáfora de la vida o de la condición humana?
Sí, absolutamente. Somos frágiles y vulnerables, pero al mismo tiempo tenemos una enorme capacidad de resiliencia y fuerza interior. El contraste entre la debilidad aparente del papel y la potencia de la escultura es una metáfora de nuestra propia existencia.

Tus esculturas cobran movimiento y vida ante los espectadores. ¿Cómo influye la interacción del público en tu trabajo?
El público es fundamental. Una cosa es la escultura en mi estudio y otra muy distinta cuando alguien la toca, la estira y la explora. Es entonces cuando la obra se completa y realmente cobra vida. La interacción me inspira y me motiva a seguir creando.
¿Cuáles han sido los mayores desafíos técnicos o artísticos que has enfrentado en tus esculturas de papel?
El mayor reto siempre es la resistencia. Lograr que una pieza de papel se mueva muchas veces sin romperse exige innovación constante en técnicas, adhesivos, cortes y procesos. A nivel artístico, el desafío es no repetirme, mantener la frescura y seguir sorprendiendo.
¿Cómo ha influido tu herencia cubana en tu visión artística y en tus temas?
Mi herencia cubana me dio color, ritmo y pasión. Cuba es un lugar lleno de energía creativa, improvisación y la habilidad de transformar lo poco en algo grande. Esa manera de ver el mundo está presente en mi obra: el papel, algo simple, se convierte en algo extraordinario.
La innovación es central en tu trabajo. ¿Qué nuevas técnicas o materiales te entusiasma explorar en el futuro?
Me interesa combinar el papel con nuevas tecnologías, explorar resinas ecológicas, impresión 3D y materiales reciclados. Quiero seguir rompiendo barreras y expandiendo lo que una escultura puede llegar a ser.

Cuando alguien contempla una de tus esculturas por primera vez, ¿qué emoción o pensamiento esperas provocar?
Quiero que sientan sorpresa, asombro e incluso incredulidad. Que se pregunten: “¿Cómo es posible que esto esté hecho de papel?”. Y más allá de eso, que sonrían y reflexionen sobre la belleza de lo inesperado.
¿Hay alguna obra que consideres tu favorita o más representativa?
Cada obra tiene su historia, pero si tuviera que elegir, sería la primera escultura estirable que logré terminar. Fue el punto de partida, el momento en que comprendí que había encontrado mi lenguaje. Esa pieza cambió mi vida y mi camino como artista.

Finalmente, ¿qué consejo le darías a un joven artista que busca crear algo completamente nuevo y diferente en el mundo del arte?
Le diría que no tenga miedo de equivocarse, que experimente sin límites y confíe en su voz interior. El arte nace de la autenticidad, no de seguir tendencias. Lo nuevo surge cuando te atreves a ser tú mismo al cien por ciento.











