Un hombre barbudo y con uniforme verde, como si acabara de bajar de la Sierra Maestra, le da una serenata a una muchacha, mientras en un cartel de la Cuba revolucionaria se lee : “Juventud, alegría y Coca Cola bien fría”.
El insólito dibujo fue publicado en Cuba por el caricaturista, ilustrador y publicista Conrado W. Massaguer (1889-1965), justo después del triunfo de la Revolución, cuando coexistían la publicidad y los negocios con la propaganda política y las nacionalizaciones.
Como en la desembocadura de los ríos cuando llegan al mar, donde el agua no es ni dulce ni salada, o las dos cosas a la vez, Massaguer consiguió publicar un volumen entero dedicado a los nuevos tiempos que corrían en la Cuba post 1959, antes de que sus principales publicaciones privadas se cerraran.
“Anunciar es ayudar a Cuba”, se lee en uno de los dibujos, con un personaje barbudo leyendo un periódico que publicita marcas como Cigarros Hatuey o la estadounidense Jell-O.
Estas y otras obras del prolífico ilustrador cubano conforman la muestra Cultura y caricatura cubanas: El arte de Massaguer en el Museo Wolfsonian de Maimi Beach en la Florida.
La idea de comenzar una de las exposiciones más completas de la obra de Massaguer (y la primera de su tipo en Miami) surgió del trabajo de la coleccionista estadounidense Vicki Gold Levi, editora y curadora de fotografías e historiadora.
Antes de coleccionar originales de Massaguer, revistas, objetos, cartas, Gold Levi lo descubrió a través de la revista Social, durante una investigación para conformar el libro Cuba Style, coescrito junto a Steve Heller.
Social fue una revista de “estilo de vida”, fundada por Massaguer y que durante más de tres décadas destacó no solo su trabajo sino el de los mejores ilustradores y dibujantes de la época en Cuba.
En sus páginas y portadas aparecieron en numerosas ocasiones sus famosas “Massa-girls”, una representación artística, idealizada y pudiera decirse reivindicativa de la mujer de la época, con pelo corto, moderna, trazadas en dibujos art déco, comentó Frank Luca, curador de la exposición y jefe de los bibliotecarios del Museo Wolfsonian.
“Incluso en las caricaturas de los turistas estadounidenses para promocionar la Isla, el ilustrador optaba por ridiculizar solo al acompañante masculino, en un tono burlesco que no utilizó con las mujeres”, comentó Luca.
Otras revistas donde publicó fueron El Fígaro y Carteles, también donadas por Gold Levi a la institución para la colección.
Durante sus viajes a Cuba a inicios de los 2000, Gold Levi acaparó todo lo que encontraba de Massaguer, y continuó profundizando en su obra y en su vida. El próximo noviembre realizará su séptimo viaje a la Isla, aunque para comprar algo nuevo deberá ser “muy especial o único”, dijo la coleccionista.
“Caí deslumbrada por sus ingeniosas gráficas, por sus líneas tan puras y simples pero que expresan tanto”, dijo.
Sin embargo, dentro de la muestra tiene dos objetos favoritos que no reflejan una etapa madura del artista, sino su lado más íntimo. El primero es una carta dirigida a su padre y a su tío, con los primeros trazos conocidos del artista donde mostraba edificios altos y el tranvía de Manhattan, en la época en que estudió en el frío Upstate New York.
El segundo es un sillón de madera que hizo con sus propias manos para el primogénito de un buen amigo radicado en Miami, decorado con sus trazos y conservado casi intacto hasta el día de hoy.
El valor de la obra de Massaguer, reconocido internacionalmente por su trabajo en revistas estadounidenses como Vanity Fair, Life, Cosmopolitan y Collier´s, llegó al punto de desatar una oleada de piezas falsas que se venden como auténticas.
En los inicios de su colección, Golden Levi adquirió uno de esos falsos dibujos, también expuesto en la muestra, en este caso sobre Albert Einstein, incluido en la sección “Ellos” de la revista Social.
En la exposición no faltan sus caricaturas. Aunque no eran retratos fieles (ni buscaban serlo), explica Luca, su economía de trazos, humor e imaginación, captaban la esencia del personaje, fácilmente reconocible en toda instancia.
Así se muestran los principales dirigentes del mundo durante la Segunda Guerra Mundial mientras juegan dominó, o van a una gasolinera en Navidad.
Además, numerosas figuras de Cuba y EE.UU. pasaron por su lápiz, desde el cubano Capablanca hasta el estadounidense Walt Disney, en una época en que La Habana era un punto de encuentro para artistas y personajes famosos de todo el mundo, en especial de Estados Unidos.
El director del Museo Wolfsonian, Tim Rodgers, dijo en la inauguración de la muestra que “este nuevo material marca una emocionante suma que prueba como nuestro intercambio cultural fue realmente una vía de dos sendas, pavimentada en parte por artistas cubanos y creadores de tendencias”.
“Compartir la historia de Massaguer justo aquí en Miami, puerta hacia Latinoamérica, es muy apropiado”, dijo Rodgers en un comunicado a la prensa.
La exposición, abierta hasta febrero de 2020, es un viaje a la Cuba del pasado y de la relación entre los dos países a través de los trazos de uno de los mejores caricaturistas e ilustradores cubanos de todos los tiempos, quien en uno de sus autorretratos utilizó un diablo y un ángel como acompañantes. El bien y el mal en sus caricaturas, la picaresca y el ingenio.
En Sancti Spíritus había un original de Massaguer: una caricatura del pintor Oscar Fernández-Morera. Estaba en casa de su hijo Plinio y al morir este, la caricatura cogió rumbo incierto. ¿Estará en esa expo?