Iván Soca Pascual este año renuncia a muchas cosas. Ha elegido tener la oportunidad de despedirse, después de haberla perdido varias veces. Dice adiós a Van Van luego de diez años trabajando para registrar el fenómeno que significan esta orquesta y Juan Formell para un país como Cuba. Dice que es porque no sabe bailar, pero en realidad es consecuente. Aprendió de Juanqui que uno no debe perpetuarse en la vida, y ha decidido que el 4 de diciembre, a los 45 años de fundada esta maquinaria, va a despedirse con una nueva exposición fotográfica, titulada Fantasía.
Pero sucede que su última muestra sigue siendo noticia. El 30 de septiembre inauguró en Fábrica de Arte Cubano Out of the Blue, inspirada en la extensa obra musical de la banda británica de rock Pink Floyd, que fue interpretada en vivo por el DJ Iván Lejardi, y Rafael Berlanga en la guitarra.
En la noche de ayer, en el Club Melen de la capital, los acordes de canciones como Wish You Were Here y Brings the boys back home volvieron a escucharse como el acompañamiento perfecto a las fotos de Iván Soca. Una selección de 14 imágenes pertenecientes a una serie de muchas otras “surreales” fotografías que el artista ha dado a llamar SuRealAutoretrato, y donde se agrupan abstractas instantáneas, anamórficas, paisajes visuales de mediano y gran formato.
“La memoria no es memoria si tú no la compartes”, responde cuando le preguntan sobre su arte. “Por eso estoy en contra de los letreros, las firmas y marcas de agua encima de las fotos. Quien vaya a apropiarse de tu trabajo lo va a hacer con cartelito o sin él”, dice alguien que hace público todas sus obras en redes sociales como Facebook y Twitter, y que además las dona al sistema de la cultura cada vez que termina una exposición.
“Tengo la máxima del colibrí, que debe hacer su trabajo para que el equilibrio del ecosistema se mantenga. Si cada uno hace lo que tiene que hacer y aporta su grano de arena, al final tendremos una playa. Yo soy consecuente con lo que me toca hacer en esta vida. Tomo fotos. Creo que soy fotógrafo, no soy más na’. Ni político, ni muelero.”
¿Por qué la fotografía?
Estudié informática en Leningrado, antigua Unión Soviética. Una carrera cuyo título es tan largo que no cabe aquí dentro. Algo así como Ingeniero Constructor en máquinas computadoras y sistemas informáticos…. Larguísimo. Como parte de ella hice estudios en Información, Comunicación, Fotografía; la enseñanza rusa por aquel entonces era muy integral. Era un Instituto de Cosmonáutica, así que recibí clases en el área de Óptica, que es un principio básico de la Fotografía. Leningrado además es un gran set. El clima la convierte en una foto en blanco y negro, por la ausencia de luz directa del sol, y el difuminado gris que provoca el manto de nubes que cubre la ciudad. Espectacular. La fotografía por entonces era muy barata. Con quince rublos uno podía comprar una cámara, mientras que los reactivos para revelar, toda la química y el papel fotográfico, costaban cerca de cinco rublos. Mi estipendio era hasta de noventa, o sea que con tu primer salario podías comprarte tu equipo de fotografía favorito y pronto formar un estudio. Y estamos hablando de cámaras réflex espectaculares que lo siguen siendo hoy, después de 20 años. Es una ciudad que genera muchos fotógrafos, todos lo éramos. Ese es el principio.
¿Qué pasó una vez que volviste a Cuba?
De regreso a Cuba trabajé en la esfera en la que me preparé durante años: la Informática, en el departamento de hardware de la empresa Copextel. Durante el tiempo en que trabajé en esta corporación, fundé una empresa de productos informáticos multimedia, con el nombre de GONG. La segunda tarea fue crear un ISP (en inglés Internet Service Provider), que no es más que un proveedor de Internet. Desde la información, la imagen y el sonido, lo que más atrae sobre Cuba en el mundo es su cultura. Esta fue la oportunidad de crear, dentro de Copextel, la empresa Colombus Conectividad, que me permitió establecer el primer contacto con artistas cubanos. Sus trabajos dentro de la cultura se mostraban a través del mío, gracias al portal: Isla Grande.
Los principales aliados de ese primer proyecto fueron la Casa de las Américas, el Centro Pablo de la Torriente Brau, y Canto de Todos, el Centro Iberoamericano para la Canción Protesta, con Vicente Feliú al frente. Es en este último espacio donde empiezo a tomar fotos nuevamente. Un día una, a los diez días ya tenía 20, pero a los cinco años se convirtieron en un millón de fotos. Registrar estos eventos, que al principio era necesario, pasa a convertirse en algo imprescindible. Aquel proveedor de Internet que comencé siendo, me quedaba chiquito. Ya estaba más vinculado desde la fotografía a todo este planeta de la cultura cubana, que al propio Ministerio de Telecomunicaciones al cual pertenecía. Al cierre de Colombus, llegó otra oportunidad a mi vida: ser un fotógrafo común, como todos los demás. Me vinculé al Ministerio de Cultura, y al otro día ya tenía trabajo nuevamente. El título de Ingeniería, con el nombre largo, lo colgué en la pared.
¿Cómo explicas esa relación que existe entre tu obra fotográfica y la música? ¿Por qué se ha vuelto el motivo principal de tu trabajo?
Los trovadores son pura poesía, y mi fotografía, al estar vinculada a ellos, está impregnada de ese razonamiento. Hay un concepto, digamos, trovador, detrás de toda mi obra. Me considero una persona surrealista, muy rara; vivo rodeado de un mundo muy particular, muy propio, que como dijo una vez Silvio Rodríguez: ese mundo es el mejor. Tengo en él mi espacio, mis íconos y mis altares, y es en ese lugar donde fabrico mi fantasía.
Viví mi juventud toda en Europa, porque mis padres eran diplomáticos. Y crecí rodeado de la música surrealista de grupos europeos como Pink Floyd, Jethro Tull, Yes, Génesis, Emerson, Lake & Palmer, en los 70 y 80. Nunca escuché música en español durante esos años, era imposible cuando mi mundo entero se escribía en ruso. Cuba era entonces el país donde había nacido, pero que se encontraba a doce mil kilómetros de distancia.
Cuando volví, conscientemente empecé a escuchar la música que se hacía aquí, y toda aquella ola que generaron Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Leo Brouwer, Santiago y Vicente Feliú, el movimiento de la nueva trova. Fue como llegar a otro planeta y toparme con todos estos monstruos de la cultura cubana. La pregunta que te haces entonces es ¿Dónde estaba yo? Ah sí, yo estaba con Chaikovski y todo ese lío, pero lo que me encontré era lo mío.
¿Después de ser el fotógrafo de este movimiento trovadoresco, y de una importante parte de la cultura cubana como es la orquesta Van Van, por qué decides hacer una exposición como Out of the Blue, sobre la obra de Pink Floyd?
Pink Floyd es la banda sonora de la mi vida. En la música hay una categoría que se llama súper banda, como son los Rolling Stone, Los Beatles, y largo etcétera, que no son más que grupos de las grandes ligas dentro de la música, y cuyo éxito es global. Ellos son prácticamente los padres de la psicodelia, son los que trajeron a la música el uso de las imágenes y las luces en los conciertos. Los padres del performance, de la puesta en escena. Y de ahí que para rendirles homenaje haya que hacerlo de esa forma.
Este año Pink Floyd presentó su último disco, después de casi 20 años. El 10 de noviembre se publicó The Endless River, y lo conformaron a partir de los descartes de su disco anterior, The Division Bell, en 1994. De la serie de fotos que he llamado SuRealAutoretrato, creí que era el momento de mostrar aquellas inspiradas en la música de Pink Floyd. Pero si me preguntas el porqué de la exposición, solo te diría que se llama Inesperadamente. Este año inesperadamente recibí varios golpes de la vida, como un hermano que se fue para los Estados Unidos sin decirme antes, salvo el día en que se iba; otro hermano que murió, Santiago Feliú; y otro, que se llama Juan Formell. Son cosas que no esperas que suceden cuando todo va bien, y de eso va la canción que da nombre a toda esta colección de fotos, que es Out of the Blue.
La exposición en Fábrica de Arte Cubano recordó grandes momentos de esta banda británica, como el concierto que realizaran al derribo del muro de Berlin, en las ruinas del lugar. En aquel entonces, y durante el tema The Wall, se construía un muro de atrezzo frente a las personas que luego se desmoronaba encima de ellas. De eso iba la película, y antes de comenzar la exposición nadie vio las huellas que delataban lo que sucedería luego: irrumpimos en el espacio de los espectadores con una puesta en escena y construimos el concepto de “la pared”, mientras montaba la exposición in situ. Finalmente este muro también se vino abajo, como símbolo de que hay que derrumbar cualquier tipo de barrera que exista entre dos que son lo mismo.
Eso es lo que dice Pink Floyd todos los días. Y es lo que dice Out of the Blue, la exposición. Nunca nadie me ha impedido decir nada, nunca he sido censurado como lo fue la banda de Roger Waters en Gran Bretaña. Sí pienso que uno debe decir las cosas en el lugar donde deben ser dichas. Las fotografías de esta muestra son parte de un discurso reflexivo de lo que yo creo que puede pasar. Y esa es también la función del arte: alertar. Los temas de los que trata, y sobre los que alertan las canciones de Pink Floyd son universales, porque todos tenemos a un hermano en los Estados Unidos y queremos que regrese. No tengo grandes amigos aquí, todos están en Facebook. Ese parece ser mi país.
¿Qué nuevo camino tendrá esta exposición-homenaje?
Puede ser que esta exposición también mute en una nueva, e incluir no solamente el homenaje a David Gilmour, sino traer otras fotos que están inspiradas en el resto de los integrantes de la banda, como Roger Waters, Rick Wright, Nick Mason, y Syd Barrett que también encarna el espíritu de Pink Floyd. Me gustaría poder exponerla en Estados Unidos, y ver la reacción al otro lado del muro.
geniales fotos. saludos
Yo mas que tu hermano soy tu gran admirador y sobre todo de tu obra, ojalá y pueda ser expuesta acá en Estados Unidos, te aseguro que tendrás tremendo público, acá al igual que en nuestra Isla hay personas muy cultas que saben apreciar el buen arte.
Con tus palabras me hiciste recordar de nuestra infancia y de como hacíamos fotografía en el pequeño cuartico oscuro que teníamos en nuestra casa de Leningrado.
Nuestros sucesores sabrán valorar el legado que dejaras plasmado en tu obra, porque no solo es Van Van, esa gran orquesta que desde sus comienzos supo poner la cultura cubana en lo mas alto, sino de todo el resto de tu obra que incluyen disímiles fotografías, todas bellas.
Gracias a Thays Roque, sus publicaciones siempre las sigo de cerca, nunca imaginando que pudiera leer una publicación la cual fuera una entrevista a ti.
Gracias OnCuba por diseminar la cultura cubana y otros temas de nuestra realidad.
Bendiciones……
Felicidades