Noel Díaz nunca estudió arte, ni ha exhibido sus obras en una galería. No existe un solo catálogo que lo mencione, ni siquiera en la casa de cultura de su municipio. Sin embargo, cada vez es mayor el número de personas interesadas en conocer sus esculturas.
Comenzó a realizarlas por pura intuición, un día de enero de 1997. Cuenta que venía del monte con una arroba de malangas, uno de los cultivos que siembra en los hoyos de la sierra, y se sentó a descansar en un claro del camino.
De pronto, en un tronco de árbol caído vio la figura de un hombre con un bastón y una serpiente enredada.
“Fui hacia él y lo desprendí, y en lugar de la malanga, regresé a la casa con el tronco”, recuerda.
Durante 15 días se dedicó a tallar la madera, con una lima afilada y un martillo, hasta que la pieza estuvo concluida.
A partir de ese momento, continuaría dándole forma a las figuras que “veía” en los árboles, las raíces, las piedras, y empezó a colocarlas en los alrededores de su casa.
Así, al cabo de varios años, la finca que por más de medio siglo le ha pertenecido a su familia, se iría poblando de animales prehistóricos, símbolos de las culturas africanas o los aborígenes, rostros y cuerpos humanos…
Ubicadas al aire libre, a un costado de la carretera que atraviesa Viñales rumbo al Moncada, más de 200 piezas conforman en la actualidad un auténtico parque de las esculturas que con el tiempo, se ha convertido en uno de los sitios más llamativos de todo el valle.
Sin abandonar las labores del campo, Noel considera que es esta su verdadera vocación. “A veces me sorprende la noche haciendo una pieza, y quisiera poder estirar el día para terminarla”, dice.
Aun cuando es capaz de trabajar la piedra, confiesa que prefiere la madera: “Entre ella y yo se crea una conexión que no sabría explicar”.
A sus 42 años, sigue empeñado en mostrar las imágenes que ve en las rocas, los troncos y las raíces, pero también ha aprendido a tallar cualquier cosa que se proponga.
Aunque no le han faltado compradores, entre las decenas de visitantes que diariamente llegan de manera espontánea hasta su casa, atraídos por las esculturas, asegura que la intención nunca ha sido venderlas. “Todas tienen un valor espiritual muy grande para mí. Cuando hago una obra me meto tanto dentro de ella, que luego quiero conservarla conmigo para siempre”.
WOE qué fotos más bellas… Saludos
Buenas imágenes y muy interesante el trabajo. Es uno de los sitios más atractivos de Viñales
Una vez le pedi a quien tuve el honor me tratara como un amigo, el gran escultor Matanzero Jesus Gallardo QEPD cuando daba mis primeros pasos en la escultura, que me enseñara a esculpir y su respuesta fue. Los negros Nacen sabiendo esculpir, en Africa no hay escuelas de Arte y todos los negros hacen esculturas… Me abrio los ojos sobre cosas que por ahi yo no veia de las formas y se dedicó luego a criticar cada una de las piezas que salian de mis manos…por decirlo el creo que es una gran verdad.