“Liberar” las obras en poder del Estado cubano de la pintora Amelia Peláez (1896-1968), quien estuvo a la cabeza de la vanguardia artística en la primera mitad del siglo XX, es el inusual objetivo de una emisión de Token no Fungibles (NFT) en Miami, según la promotora de la iniciativa.
Detrás del lanzamiento de estas obras de arte digital basadas en la tecnología “blockchain” está una sobrina nieta de la pintora, ceramista y muralista cubana: la actriz, escritora, dramaturga y cineasta cubano-estadounidense Carmen Peláez, que dirige la Fundación Amelia Peláez, con sede en Estados Unidos.
Este 8 de diciembre la Fundación pondrá a la venta a través de una página de internet un total de 1.000 NFTs realizados a partir de imágenes de 20 obras de Amelia Peláez que hoy se encuentran en el Museo de Bellas Artes de La Habana.
“En todo el mundo los herederos de un artista son los que tienen los derechos de reproducción de sus obras”, afirma Peláez tras ser preguntada por EFE sobre si su iniciativa no le traerá problemas legales.
La sobrina nieta de la pintora asegura que, en contra de lo que muchos piensan, Amelia Peláez, de origen asturiano, nunca estuvo de acuerdo con el sistema político instaurado en Cuba a partir de 1959. Según ella, el gobierno cubano “se apropió de las obras que estaban en la casa familiar” y “engañó al mundo haciendo creer que la artista simpatizaba con la Revolución Cubana”, refiere un reporte de la agencia española, que no ofrece informe sobre posibles réplicas de la parte oficial cubana a estas declaraciones.
La descendiente de la artista dice que su tía abuela estaba a favor de “la libertad y la democracia” y en contra de los totalitarismos y autoritarismos del signo que fueran, motivo por que apoyó a los republicanos en España durante la Guerra Civil y ayudó a los que se exiliaron en Cuba huyendo de Franco.
Además, del presunto “secuestro” de las obras de Amelia por las autoridades cubanas, Carmen Peláez lleva años denunciando la proliferación de obras falsas con la firma de su tía abuela, a la que nunca conoció. En 2019 estrenó y protagonizó en Miami una obra de teatro de su autoría titulada “Fake”, cuya trama gira en torno a una pintura atribuida falsamente a Amelia Peláez.
En la web de la Fundación que lleva el nombre de la artista se advierte a los interesados en hacerse con un “Amelia” que existe un “gran mercado” de obras falsas y “muchas” de esas falsificaciones tienen como vidriera la plataforma eBay. Por ello, los compradores de las NFTs bautizadas como “Amelias” van a tener un certificado de autenticidad expedido por la fundación.
El precio está fijado en una criptomoneda (ETH) y los interesados en comprar uno de esos NFT deben antes hacerse con un “monedero” para pagar el día de la subasta. Aproximadamente el precio equivale a unos 400 dólares por cada “Amelia”.
Según EFE, Carmen Peláez mantendrá en reserva hasta que se hayan vendido las 1.000 NFTs cuáles son las obras de su tía abuela escogidas para esta operación de “liberación”, que servirá para financiar la creación de un catalogo definitivo de Amelia Peláez, del que serán depuradas las falsificaciones institucionalizadas. El comprador no sabrá hasta el final cual es la obra que compró, pues se distribuirán al azar.
“Yo creé estas obras a partir de imágenes de los archivos de la fundación y de fotografías que tomé personalmente en Cuba”, indicó Carmen Peláez, quien dice que el gobierno cubano “no ha cuidado en absoluto” el legado de la artista, que tras haberse graduado de la Academia de Bellas Artes de San Alejandro en Cuba estudió en The Art Student League, de Nueva York, y vivió en París de 1927 a 1934.
Según informa el medio especializado nftevening.com, esta no es la primera vez que las obras de un artista reconocido del pasado se convierten en NFTs. El Museo Británico anunció el pasado septiembre que hará 200 NFTs de algunas obras del artista japonés Katsushika Hokusa (1760-1849), el autor de la emblemática pintura “La gran ola de Kaganawa” (1831).
Pero las “Amelias” sí pueden ser los primeros NFT que se usan como herramienta de “liberación” del arte, tal como concibe el proyecto la descendiente de la artista. No obstante, a esta historia le falta la versión de las autoridades y las instituciones oficiales cubanas sobre la iniciativa y las polémicas palabras de Carmen Peláez sobre el manejo de las obras de Amelia en la Isla, donde se le estiman por su alto valor artístico y se le consideran parte del patrimonio cultural de la nación.