“Un escritor, o todo hombre, debe pensar que cuanto le ocurre es un instrumento”, dijo Borges. “…todas las cosas le han sido dadas para un fin y esto tiene que ser más fuerte en el caso de un artista. Todo lo que le pasa, incluso las humillaciones, los bochornos, las desventuras, todo eso le ha sido dado como arcilla, como material para su arte”.
En 1965 a Servando Cabrera (1923-1981), por su abierta homosexualidad, los comisarios ideológicos y del “sexo fuerte” le prohibieron enseñar. Sacaron al pintor de la academia, de su verdadera bottega, primer núcleo de aprendizaje y formación artística, para sumirlo además en el ostracismo; condenado sin juicio.
Pero Servando no dejó de pintar; y no solo siguió pintando, sino que precisamente cuerpo y deseo conformaron su foco de creación en la que se considera su estación temática más duradera.
Esa fractura que lo hace crecer en otra dirección, ese momento de máxima oscuridad antes del amanecer, es lo que escogió el realizador Claudio Pelaez Sordo como hilo conductor de La Hora Azul, documental sobre el influyente pintor cubano, en el que se recrean su vida y su legado artístico a través del testimonio de quienes fueron sus amigos y de especialistas en su obra.
El filme forma parte de la celebración del centenario de Cabrera Moreno, que tiene como homenaje central La memoria de los borrados, una exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes con curaduría de Teresa Toranzo Castillo y Rosemary Rodríguez Cruz.
La sala teatro del propio museo acogió días atrás el estreno de La Hora Azul; momento en que Reynaldo González, Neyda Peñalver, Rigoberto Otaño y Jorge Fernández presentaron además un catálogo de Servando por la Fundación Los Carbonell, diseñado por Pepe Menéndez.
A propósito de la película, conversamos con Claudio Pelaez Sordo, su director.
¿Cómo se decide hacer este documental sobre Servando?
La Hora Azul es un documental del que me siento director adoptivo, porque no es un proyecto que yo haya acompañado desde el principio. Se empezó a filmar en febrero de 2020 pensando en el centenario de Servando, celebrado el 28 de mayo de 2023.
La Fundación Los Carbonell, productora de la película y quienes atesoran parte de la colección de Servando Cabrera, empezó a trabajar en el proyecto en aquella fecha. El rodaje incluyó entrevistas a sus amigos Natalia Bolívar, Graziella Pogolotti, Reynaldo González y a historiadores que custodian la obra de Servando y trabajan en el museo que lleva su nombre (cerrado por reparación desde hace años).
El documental lo empezó a rodar Yandro Tamayo, luego lo asumió Alejandro Gutiérrez. Luego de que ambos emigraran cayó en mis manos y terminé de filmar las últimas entrevistas y escenas. Me encargué del proceso de edición y de darle forma y cuerpo al documental, respetando la esencia de lo que habían filmado los otros directores.
Durante estos tres años los guionistas, Neyda Peñalver y Nibaldo Carbonell, se encargaron de conservar lo filmado y mantener la esencia de lo que querían mostrar. Tuve la suerte de unirme a este equipo, de que me llamaran y de poder asumir y terminar el proyecto.
¿Cómo invitarías a alguien a ver La Hora Azul? ¿Por qué debería verlo?
Es un documental que hay que ver porque habla de la vida y la obra de un artista conocido por muchas personas en Cuba; pero a la vez desconocido para muchos otros. Y quienes lo conocen también ignoran una parte de su obra o sus motivos.
Fue un artista visual que transitó varias etapas; primero tuvo un estilo académico, después pasó por el cubismo, con influencias de Picasso. Y cuando triunfa la Revolución llega la etapa que se conoce en él como la épica. A partir de su expulsión de la Escuela Nacional de Arte comienza un periodo erótico de su obra, incluido el homoerotismo, marcado por los efectos de una política cultural errónea y por la homofobia que él mismo sufrió.
Intentaron silenciarlo; pero, como dice Reynaldo González en el documental, lejos de apartar a Servando de su obra, esto provocó que se decidiera más y empezara a expresar la libertad de los cuerpos que se aman, que se desean.
El documental no solamente habla de Servando; habla además del contexto en que vivió, y eso ayuda a entender un poco más, desde la vida y la obra de Servando, una parte de la historia cultural de Cuba después del 59. Una visita a la memoria, no solamente de un hombre, sino de la historia de Cuba.
Otra buena razón para verlo es hacerle justicia a Servando y darle la atención que merece, tanto a nivel nacional como internacional. Sobre todo a escala internacional, donde la suya no es una obra que haya gozado de la atención que han recibido otros artistas de las artes visuales.
¿Cómo fue el proceso de trabajo? ¿Qué fue lo más complicado?
El desafío mayor fue asumir rodajes que ya estaban hechos; entender la estética de lo que se había filmado y tratar de respetarla; aportar elementos nuevos desde la gráfica, la edición, el montaje. Que todo el material filmado antes quedara dentro de los parámetros en los que estábamos filmando. Sobre todo había que procurar que fuera dinámico.
El documental es básicamente de testimonios y el reto era que lograran atrapar la atención del público; que a lo largo de 55 minutos no se hiciera aburrido, sino que mantuviera el ritmo.
Debí investigar sobre la vida y obra de Servando; entender las etapas por las que pasó y respetar un orden cronológico. Incluimos el testimonio de Flavio Garciandía y Tomás Sánchez, otros grandes de las artes plásticas cubanas. Me encargué de coordinar el rodaje de esas entrevistas fuera de Cuba a través de la productora y la Fundación Los Carbonell, para mantener una estética uniforme.
¿Qué revela La Hora Azul sobre Servando Cabrera?
El documental revela al Servando artista; pero sobre todo al humano. Un ser humano que sufrió la censura, sufrió la marginación por ser homosexual; pero que por encima de eso no dejó de ser un artista que defendió todo el tiempo su obra.
Era una persona que compartía el conocimiento; tenía el afán de enseñar lo que había aprendido y no permitió que el dolor apagara la magia que tenía para enseñar ni para crear. Creo que es lo que revela el documental: un ser humano, un gran profesor y un artista que no dejó que el dolor acallara sus pinceles; al contrario, convirtió ese dolor en arte, en un arte que en su momento fue irreverente, de vanguardia; y que hoy tiene mucha vigencia.
El tema del cuerpo y el de los derechos de las minorías siguen estando en discusión, y la obra de Servando reivindica el derecho de esos cuerpos a existir, a quererse, a desearse…
¿Qué cambió en ti después de hacer el documental?
Conocer a Servando de una manera más cercana a través de los testimonios ha sido una experiencia muy linda. Encontrarme, más que un artista, a un ser humano inmenso que defendía lo popular cuando muchos no creían que fuera arte y él tenía el interés y la mirada aguda de ver en esa expresión popular, arte.
Me llama mucho la atención y me causa admiración saber que los trances más difíciles para los seres humanos inducen sus momentos de mayor creación y de apostar por lo que realmente creen. La coherencia de Servando es sobrecogedora. Sufrió en silencio sin dejar de pintar ni de apostar por lo que creía. Lo admiro más, conozco más y mejor su obra, porque pude percibir la sensibilidad que hay en su pintura.
¿Qué le espera a La Hora Azul?
Queremos presentarlo en festivales, en el de La Habana, por supuesto, y en otros festivales internacionales; pero es un recorrido que estamos comenzando a trazar ahora, viendo dónde puede caber un documental de 55 min sobre la vida de Servando.
Por encima de todo, queremos que se divulgue su obra, y la historia de nuestro país, en el afán de que los sucesos tristes no se repitan, sobre todo en el contexto actual, cuando los diálogos no se concretan, cuando ha habido fracturas.
Lo que quisiéramos es eso: que La Hora Azul sirva para hablar de lo que no debería pasar; de un nuevo amanecer. Desde la fotografía siempre llamamos al momento en que amanece. Hay una temperatura de color fría; pero no por tensión, sino por representar el momento justo antes de que salga el sol.