Por: Lisandra Díaz Padrón y Alejandro Ruiz Chang
Un extraño llega a un poblado e irremediablemente cae sobre él la vista de sus moradores. Pesa entonces la incertidumbre sobre la aceptación o el rechazo al que será sometido y comienza así la duda. Una duda que se va extinguiendo junto al temor, al ridículo, y es que de todo ridículo se aprende y con él los errores se enmiendan. Con esta idea a sus espaldas llegaron a San José de Las Lajas, en la novísima provincia de Mayabeque, un pequeño contingente de artistas, un pequeñísimo grupo dispuesto a regalarse a la cotidianidad lajera para refrescarla con los recientes y, para algunos, desconocidos aires del performance.
Como una especie de puente se tendió esta intensión transmutada en evento quinceañero. Un suceso que suma años, pero no tantos seguidores. Un proyecto bien encausado, pero no siempre bien comprendido. Vamos a transitar por este puente que nos conduce al Sur de la Isla. Viajemos los caminos de un arte sin distinciones, provocativo y libertario. Desnudemos al artista y permitamos que cada performance cuente una historia tan personal como plural. Demos la palabra a este Puente Sur y dejemos que hable, que sangren sus derrotas y griten sus alegrías.
Los cimientos
Transcurrían los finales de la década de los 80 y en La Habana una procesión tomaba por asalto el malecón habanero. Un arte renovador se cumplimentaba con el mar para devolver una mirada otra a la ciudad y a sus habitantes. Un nuevo modo de hacer desde la exposición total del artista.
Así iba Manuel Mendive a la cabeza del movimiento performático cubano en un despliegue de cubanía y africanidad. Quizás fue este el leiv motiv para la arrancada de Puente Sur, quizás así vio la luz hace ya 15 años. En ese entonces Lázaro Yovany Enríquez tenía 14 años y el espectáculo que abría la Bienal del 86 lo atrapó en plena calle: “Melena del Sur tenía un movimiento de artistas plásticos muy grande, un grupo de jóvenes con el conocimiento y ganas de hacer cosas, pero carente de espacios. Ese factor, sumado a la obra que desplegaba Mendive, junto a la visita por aquella época del artista pop norteamericano Robert Rauschenberg, fue sembrando el interés por desarrollar algo grande relacionado con la plástica”, cuenta Lázaro Yovani, fundador y organizador de la Jornada Nacional de Performance e Intervenciones Puente Sur.
Aquellos mismos jóvenes que manifestaban diversas inquietudes artísticas, encontraban en Playa Mayabeque, un pequeño poblado pesquero al sur de la otrora provincia La Habana, un escenario más que para veranear, hacer surgir obras espontaneas y efímeras, al que pronto se sumaron otros artífices del territorio. La necesidad por lograr un evento propio no se hacía esperar, y luego de seis años la Asociación Hermanos Saíz (AHS) aprobó el presupuesto que dio origen a Puente Sur.
Si sus inicios fueron en arenas mayabequenses, con el paso del tiempo y la llegada de eventos meteorológicos la Jornada Nacional de Performance e Intervenciones, única de su tipo en el país, se movió por diferentes puntos de ese territorio, siempre una vez cada año y organizado por la AHS. Como premisa fundamental difundir el arte del performance y brindar un espacio a jóvenes de todo el país que desarrollan esta manifestación.
“La característica principal de este encuentro radica en buscar una comunidad o público no especializado, salir de las galerías, de aquellos lugares tradicionales para el arte, y ejecutar la obra en cualquier espacio, utilizando todos los elementos del entorno o medio. El evento no solo comenzó a acoger a artistas plásticos, también a artistas de la danza, la literatura, el audiovisual, la música, el teatro, pero con una condición performática”, agrega su creador.
Este marzo trajo algo inesperado a las calles lajeras, poco acostumbradas a arropar artistas de este giro. El poblado, con un fuerte aferramiento deportivo, tuvo que cambiar los estrictos reglamentos competitivos por esta apertura cultural. En una huida a la lluvia, Puente Sur se adelantó del mes de las flores al tercero del año, cambiando así su espacio-temporalidad como una llamada de atención. “Este año queremos hacernos sentir un poco más, por eso la idea del evento en la capital provincial. También porque de alguna manera nos sentimos apartados, aunque continuaremos respetando su origen y retomaremos los tradicionales espacios para próximas ediciones”, comentó Yosleiby Fernández Mesa, presidente de la AHS en Mayabeque.
Lo que el ciclón se llevó
En una vuelta a sus orígenes los asistentes a esta décimo quinta edición llegaron en un recorrido hasta el Campismo Popular Sol de Mayabeque, para decirlo con las palabras correctas, lo que queda de él. La maleza se adueña del terreno y la destrucción casi total de sus instalaciones reduce cualquier idea a puro recuerdos. Pero Puente Sur no perece, pues el empeño de sus organizadores hace que salgan a flote otras alternativas.
“Con los ciclones Charlie y Wilma, la playa y el campismo se deterioraron. En aquel momento pensé que el evento moría, pero surgieron otras estrategias, y tuvimos que movernos. Entonces aparecieron otros espacios como Boca de Jaruco, Surgidero de Batabanó, Santa Cruz del Norte, y ahora San José de las Lajas. Puente Sur perdura porque los artistas que necesitan hacer este arte, nos alientan a seguir buscando otras alternativas, y como es un espacio libre, hay artistas que se suman espontáneamente”, cuenta Lázaro Yovany.
Estas nuevas experiencias nómadas han nutrido al evento, el constante movimiento ha permitido no solo la visualización de los artistas performáticos en diversos escenarios, sino un provechoso intercambio entre estos y los habitantes de cada lugar. Un diálogo que comunica desde el arte, instruye y afianza los cimientos para el conocimiento de un movimiento bastante desconocido en estos contornos.
“Una de las intenciones de este evento es interactuar con la comunidad, en cada espacio que hemos intervenido, la participación popular ha sido interesante, de la que han salido muchísimas anécdotas y vivencias. A todos los poblados que llega Puente Sur, las personas siempre se quedan esperando su regreso”, comenta Oslendy Hernández, vicepresidente de la AHS en Mayabeque.
“Esa idea de trabajar con la naturaleza, con los elementos propios que existen alrededor nuestro es muy provechosa, a veces no somos consciente de lo que pueden aportar, cuán importante puede ser para las personas ver su entorno habitual convertido en una obra de arte”, expresa el artista de la plástica Manuel Mendive, quien participó en esta ocasión.
Nuevos puentes
De conjunto con la búsqueda de novedosos espacios transitan sobre este puente diversos artistas que cada año concurren al evento en busca de provechosas experiencias. Caras frescas que llegan para diversificar y airar el proyecto. Ahora, en su décimo quinto año no existe excepción. A pesar de que el número de participantes no fuera el soñado por sus organizadores esto no hizo mella, por el contrario, sirvió de guía para poner en marcha distintas iniciativas en posteriores ediciones. De esta manera alrededor de 16 obras arribaron a la cita, lo que pudiera parecer un número considerable, pero si tenemos en cuenta que solo provienen de cuatro provincias del país, este número se torna insuficiente para un evento de carácter nacional.
Desde Santiago de Cuba llegó Alcides Carlos González Díaz “Tití”, al frente del proyecto Ojos, quien por vez primera se acerca a esta jornada nacional y casi al cierre nos deja saber algunos criterios, “hubiera sido la quinta o sexta vez de Ojos aquí en Puente Sur, pero ha habido muchas dificultades, nosotros trabajamos con muchos materiales, que son difíciles de transportar. Este año finalmente tuvimos la oportunidad. Hace tiempo vengo escuchando sobre este evento y siempre lo creí pertinente para el tipo de trabajo que desarrollo”.
La OfiSina, otro de los proyectos que llegó por primera vez a Puente Sur, que integran Yurien Aguiar, Félix Curiel y Robert Pruna, regresó a la capital con la satisfacción de haber participado en un evento de este tipo sin pertenecer ni siquiera a un gremio institucional.
“La primera ventaja que le atribuimos a Puente Sur es que se sale del típico elitismo que persiguen otros eventos. Nosotros ni siquiera somos de la Asociación Hermanos Saiz y aquí estamos, con el buen sabor de haber conseguido una reacción ante nuestra obra. Sabemos que este año el evento cambió su escenario habitual, pero específicamente para nuestro trabajo fue muy importante lo que provocamos en la ciudad, pues era la meta principal que nos planteamos desde un primer momento”.
Un punto flaco para el evento es sin dudas la poca divulgación que este tiene, aun existiendo las vías y canales para la misma. A ello va ligado el insuficiente apoyo de las instituciones gubernamentales implicadas. Algo tan imprescindible como la logística cuenta solamente con un presupuesto de 2 000 pesos cubanos, dependiendo el resto del aseguramiento de la gestión personal de sus organizadores.
“Mucha gente piensa que el arte no necesita presupuesto, y sí, pero aunque no exista, lo que hagas tiene que tener calidad. Quizá esta no ha sido la edición más buena de Puente Sur, pero por lo que he visto y sé, digo que un espacio como este no debe caer porque es importante para una localidad, para un proyecto colectivo y para el artista.
“El año 16 debe ser otra era para Puente Sur, este, que fue aniversario cerrado, no mostró su mejor rostro, sus impulsores tienen que revisar con fuerza lo que tienen a su alcance, sobre todo por la ventaja de estar muy cerca del ISA. ¡Cuántos muchachos no salen de ahí haciendo cosas buenas! Pudieran captar también lo que se presente en eventos parecidos a este, por ejemplo, en las Romerías de Mayo. Hay muchas ventajas que Puente Sur debe aprovechar para continuar manteniendo el lugar que se ha ganado dentro de las artes plásticas”, agrega Alcides “Tití”.
“Veo que hay muchos artistas haciendo performance y eso me alegra de una manera especial. Es muy bueno que este evento sea apoyado más por instituciones del gobierno, para que pueda desarrollarse sin contratiempos, porque sus artífices están llenos de ideas, pero faltos de recursos. Mientras tanto, seguir trabajando con lo que se tenga, especialmente los jóvenes. Y creo que sí, que es vital la ayuda para que espacios como este no mueran”, reafirma Manuel Mendive.
Transcurrirá un año más hasta que el próximo puente se despliegue sobre aguas o tierras. Concurrirán artistas y pobladores a la nueva cita que todavía desconoce sede, pero que asegura espacio. Aguardarán aún más corroídas las ruinas de aquel campismo que la vio nacer, y que hoy se extingue con el paso del tiempo. Puente Sur seguirá buscando su sitio en el escenario cultural cubano hasta que, como las olas, sus huellas queden por siempre en cualquier rincón de esta Isla.
Para los pobladores de San Jose fue un nuebo despertar cuando el proyeto Ojos Teatro nos dio la suerte de una capital con nuevos brios. El hombre del saco creo espectativas de miedo para los pequeños, y a los mayores nos llevo a buscar en el registro de nuestra memoria de edades tempranas. Para la direccion de la AHS en Mayabeque fue gratificante el revote de Puente Sur en los medio y la aceptacion del publico. En nombre de la Casa del Joven Creador y del comite organizador del certamen quiero agradecer a todos los que de esta y otras maneras han hecho trascender el trabajo de los artistas y de la AHS en Mayabeque.