Parado en una esquina aledaña al Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, pregunto quién fue Wifredo Lam.
Al azar, varios chicos bulliciosos de una escuela secundaria, dos jóvenes albañiles, un cobrador del servicio de gas, un canoso profesor de Matemática y una modista jubilada accedieron a la encuesta.
No tienen idea, salvo esta última. Su estrafalaria respuesta sirve de título a este texto, aunque el tono y la pose con que fue dicha sugieren una tomadura de pelo y el conocimiento inconfeso de un espíritu burlón.
De cualquier manera, el botón de muestra adolece de valor alguno. Son cuatro gatos. Dirían los sociólogos, y llevarían razón. Numéricamente despreciable. El margen de error es muy alto. Todo, al final, pudo ser obra de la casualidad. En dos palabras: pura anécdota. Pero… ¿y si se tratase de un iceberg estadístico?
Mirando por sobre sus lentes, Roberto Cobas Amate se toma unos segundos antes de responder.
“A unos le gusta el arte y a otros las telenovelas. Respeto a ambos”, zanja para desbancar la presunción de ignorancia colectiva sobre uno de los grandes creadores de la plástica del siglo XX, a tal punto que algunos críticos europeos se lo roban sin disimulo, alegando que es un artista francés que nació —juegos del azar— en Sagua la Grande, centro de Cuba, el 8 de diciembre de 1902.
Cobas Amate (La Habana, 1958) es el curador de la exposición Lam indivisible, que desde diciembre y hasta este febrero hospeda el edificio de Arte Cubano. Es, además, autor del libro Arte cubano. La espiral ascendente, de una monografía sobre Lam y de un texto inédito en torno al cine en la poesía cubana. Por más de tres décadas, ha dedicado su vida y obra a la curaduría de colecciones patrimoniales, en especial a la de Arte Cubano Moderno (1927-1950).
El set de la entrevista está animado. Un susurrante grupo de estadounidenses escucha muy atento en inglés las explicaciones de un cicerone del museo, mientras otros —los menos— se ensimisman sobre los óleos intentando descifrarlos a partir de su espesura simbólica.
Simultáneamente, un monitor en la sala contigua pasa Wifredo Lam, documental de Humberto Solás con música de Leo Brouwer, realizado en 1979.
“Es excelente”, distingue Cobas Amate, entre los tantos hechos, sobre todo, por realizadores y canales europeos de televisión desde los años 60 hasta la fecha. Luego de famoso, Lam se convirtió en un objeto mediático de deseo.
Un profeta en su tierra y fuera de ella
Dejando atrás lo caricaturesco de la encuesta que ha servido para provocarlo, ¿es Lam, hoy por hoy, profeta en su tierra?
Lam es un artista universal y en Cuba ha tenido mucha cobertura. Diría que es un artista afortunado, porque ha sido reconocido institucionalmente, tanto en los espacios nacionales de exhibición —Museo Nacional de Bellas Artes; Centro Wifredo Lam— como a través de la televisión, el cine documental, los noticieros culturales, las editoriales. Así que hay mucha gente que lo conoce y lo valora, más allá de quienes no… Y, fuera de Cuba, son numerosas las exposiciones en circuitos ya consagrados.
¿Qué tan concurrida está siendo la exposición?
A la inauguración vino muchísimo público, una acción difícil dado los problemas de movilidad que existen, y está asistiendo un número considerable de interesados, nacionales y extranjeros.
¿Qué intenta decirnos el título Lam indivisible?
Tiene que ver con la unidad coherente de la obra de Lam, tanto si se trata de la pintura, como el dibujo y el grabado. La palabra indivisible viene del término musical non divisi, que en una versión libre equivale a indivisible. En palabras del compositor sinfónico Roberto Valera, esta expresión significa “en la unión está la fuerza”.
La onda expansiva de una explosión llamada Lam
¿Ha tenido Lam epígonos o imitadores en Cuba y fuera de ella?
Dada su universalidad, Lam tuvo y tiene influencias en distintos grupos y personalidades. En Cuba su influencia llegó tanto a los artistas contemporáneos suyos, como a los artistas jóvenes. Es una pintura que llega a muchos por su connotación emotiva y por su calidad plástica.
Desde la segunda mitad de los años 40 ya Lam está influyendo en la pintura cubana en artistas como René Portocarrero o Mariano Rodríguez. Luego, en los años 50, es admirado por creadores de la corriente abstracta.
En el año 51, Lam participa en el Salón Nacional de Pintura, Escultura y Grabado con una obra, Contrapunto, que se mueve muy próxima a la abstracción y que les dio a los jóvenes artistas de entonces un punto de apoyo para seguir trabajando en esa corriente.
Además puede hablarse de la influencia de Lam al interior del grupo CoBrA, que se forma en París en 1948 por artistas provenientes de Dinamarca, Bélgica y Holanda. En otras áreas del arte europeo la presencia de Lam va a ser importante; por ejemplo, en la cerámica. También en la vanguardia italiana y en Estados Unidos.
En Cuba, un poco más contemporáneamente, un Mendive, por ejemplo, y otros que abordan la identidad afrocubana —pienso en el malogrado Roberto Diago o en el propio Choco (Eduardo Roca)—, ¿no beben de la poética de Lam para sus fabulaciones, o se trata de afinidades tangenciales que permiten desmarcarlos del maestro?
En el caso de Manuel Mendive, él hace una pintura que tiene que ver más con su propia vivencia personal y su credo religioso. La pintura de Mendive es eminentemente narrativa; mientras que la de Lam es de carácter simbólico. No es la misma esencia compartida. Son diferentes en sus trabajos respectivos, aunque naturalmente se registran puntos de contacto. Mendive es un artista plenamente original, que pasó por la academia, y que está dotado de cualidades excepcionales, pero no está necesariamente emparentado con Wifredo Lam.
Y en el caso de Roberto Diago y Choco, ambos ostentan una personalidad pictórica propia. Así que tampoco son epígonos.
¿La obra de Lam ha sufrido falsificaciones?
Al ser un autor tan prolífero y cotizado, obviamente ha sido víctima de falsificaciones. Sobre todo en dos ciudades: La Habana y Miami.
¡Vaya coincidencia, ¿no?!
Un trío surrealista: Lam, Breton, Picasso.
¿Cómo asimilaron los surrealistas franceses a Lam? ¿Lo trataron como un producto exótico y subalterno o lo miraron de igual a igual?
Lam conoce a los surrealistas europeos, sobre todo franceses, en Marsella, a principios de 1941. Y allí se encontraba el líder del movimiento, André Breton. Realmente el cubano fue muy bien asimilado por el surrealismo europeo, incluso para alguna crítica europea —específicamente francesa—, Lam continúa siendo un artista surrealista europeo que por coincidencia nació en Sagua la Grande, pero que no necesariamente es un artista cubano. Es una crítica reaccionaria la que piensa de esa manera, pero Lam estableció un diálogo de igual a igual con los artistas surrealistas europeos y tuvo una relación muy cálida, una amistad entrañable con Breton, el padre del movimiento surrealista, al punto de que este le encarga a Lam la ilustración de su censurado poema “Fata Morgana”. Por otra parte, con los surrealistas Lam tuvo una plena coincidencia de intereses.
En el caso de Picasso, se cuenta una anécdota famosa en la que el malagueño certifica la valía de la obra de Lam al ver sus telas: “Jamás me equivoqué contigo. Eres pintor”, le dijo con la mano sobre su hombro. ¿Cómo surge la amistad entre ambos?
Surge a partir de que en Barcelona Lam entabla amistad con el escultor Manolo Hugué, quien, a su vez, es amigo cercano de Pablo Picasso. Hugué le da a Lam una carta de presentación para Picasso y este lo acoge de una manera entrañable; sobre todo porque reconoce en Lam una cualidad: que lleva en sí mismo el arte africano, es su portador natural.
Picasso se tiene que esforzar; no tiene una raíz étnica, biológica ni cultural respecto a África. Reconoce que Lam sí lleva esa raíz étnica, histórica, genética de África en su sangre. Es algo que lo motiva a reconocer la importancia de Lam para la cultura europea de entonces, la Escuela de París, donde el cubano se inserta sobre todo por influencia de Picasso, quien le presenta a su primer representante, Pierre Loeb, quien organiza su debut expositivo en París en junio-julio de 1939. El hecho fue toda una revelación en los medios parisinos.
Cómo miramos a Lam. ¿Con o sin prospecto?
En calidad de espectador común, ¿cómo hay que enfrentar a Lam? ¿Hay que disponer de un manual de instrucciones, o no ser un principiante en las artes plásticas para poder asimilar su genialidad? ¿Es imprescindible un ojo entrenado?
Evidentemente, mientras más conocimiento tengas de pintura, más puedes darte cuenta de la calidad de su obra. En Lam indivisible hemos querido que un público general adquiera una apreciación de su legado desde los grabados de los años 50 hasta la pintura. O sea, hay distintos tipos de lectura, cosa que permite la obra de Lam, esa multiplicidad interpretativa, en la que se aprecia que es un artista con un dibujo extraordinario (lo puede captar el más simple de los observadores) hasta entrar en elementos de carácter etnográfico, como es la representación de los símbolos, que Lam siempre enfatiza para hacer ver que su pintura es eminentemente simbólica y no narrativa.
¿El hecho de tener un padre chino, carpintero y letrado, por demás, es un dato menor en la obra de Lam o dejó huella en su arte?
En general, en la pintura de Lam predomina el factor africano que le viene por vía materna y esa cultura, asentada como afrocubana, es la fuente en la cual Lam beberá. Quizá lo asiático pueda verse ligeramente en la ejecución de sus grabados, en esa exquisitez formal que él tiene para trabajar esa técnica. Pero no es la fuente principal de la cual él se nutre que, reitero, son las religiones y cultos afrocubanos y posteriormente afroantillanos, cuando incluye la influencia del vudú y el imaginario de Haití.
Un cartesiano en manos de los orishas
¿Lam tenía alguna confesión religiosa o era ateo o gnóstico?
El tenía una influencia familiar religiosa, puesto que su rama materna practicaba el espiritismo. No eran santeros, pero su madrina sí lo era, Antoñica Wilson, una sacerdotisa muy famosa de la santería. Ella le da un resguardo cuando Lam viaja a España por primera vez, en 1923, siendo muy joven, y ese resguardo luego se le pierde en España.
Pero esencialmente Lam es un cartesiano. Es un hombre que no profesa una religión específica y por ello pasa mucho trabajo en España, porque no quiere ir a misa y en España era muy importante hacerlo. En una ocasión se quedó sin comer, porque solo le dieron comida a los que asistían a misa. Sucedió cuando vivió en Cuenca.
Lam se acercó más a la religión afrocubana cuando conoció a Lydia Cabrera, la gran antropóloga cubana que escribió un libro increíble, El Monte, considerado la biblia de las religiones afrocubanas.
España. Retratos, pobreza y guerra civil
En su período español de preguerra, 1923-1936, Lam se gana la vida haciendo retratos académicos. ¿Por qué renuncia y acude a la experimentación? Era una mente inquieta, por supuesto, pero el retratismo le aportada estabilidad económica.
Realmente Lam pasó mucho trabajo en España. Intentó vivir de hacer retratos. Hizo los que pudo. Se casó con una española, Eva Piriz, y tuvo un hijo llamado Wifredo, y entre los años 30 y 31 ambos murieron de tuberculosis. Eso dejó una huella terrible que marcó a Lam para siempre.
Lam era pobre y los retratos académicos no le alcanzaron para poder sobrevivir. Entonces en una evolución natural del arte español se pone de moda la pintura moderna, y Lam comienza a encaminarse en esa corriente en la propia España. Ya en el año 31 está haciendo una pintura de carácter surrealista, y en el 36 acude como espectador a una exposición de Picasso. Fue toda una conmoción (palabra que él mismo utiliza). A partir de ahí comienza a hacer un tipo de pintura cercana a Picasso, a quien conoce personalmente en París en el 38.
Y durante su estancia en España lo sorprende la guerra, y toma partido por el republicanismo.
En el mismo 36 se incorpora como un miliciano más a la causa de la República española y trabaja en una fábrica de explosivos que llega a dirigir, pero se intoxica y lo envían a curarse a Barcelona. Estando en un hospital conoce a la alemana Helena Holzer, la que sería su futura segunda esposa.
¿Cómo lo marcó la guerra?
Profundamente; pero, más que la guerra, la derrota de la causa republicana. El hecho de que Franco ganara con el apoyo de Hitler fue una afrenta y un dolor que siempre llevó consigo. Uno de sus cuadros más significativos de la etapa española se llama La guerra civil, pintado en el año 36. Después hay otros que pinta en París, como el famoso lienzo Dolor de España.
Al parecer, Lam es un hombre anti-partido, porque no milita en el Partido Comunista, ni otro de corte marxista, ni anárquico. A la vez, no es un nihilista, sino un hombre definitivamente militante de izquierda…
Lo llamaría un hombre progresista, con una tendencia hacia la izquierda, que le viene desde España y su compromiso con el ideal republicano. Desde entonces él estará a favor de las causas democráticas, contra el fascismo —tanto alemán como italiano—, ayudando a los exiliados españoles y luego apoyando activamente la Revolución cubana, desde México incluso, en el año 58, y luego en su primera década en el poder.
¿Nunca fue un antiestalinista declarado, por ejemplo?
No conozco. No puedo aseverar nada al respecto.
Y en el caso Padilla, que tanto convulsionó y escindió la izquierda cultural europea en 1971, ¿Lam tuvo algún pronunciamiento?
No tengo información de que haya tomado partido.
La Habana 67. Ombligo plástico del mundo
Años antes había gestado junto con Carlos Franqui (uno de los hombres más influyentes en la cultura y política cubanas de entonces), el Salón de Mayo, que fue una operación audaz.
En 1967 Lam mueve a la intelectualidad europea para traer el famoso Salón de Mayo de París a La Habana. Tuvo una gran repercusión internacional para la Revolución cubana, así como que se pintara aquí, en el Pabellón Cuba, el mural Cuba colectiva, de más de 50 metros cuadrados, con la intervención de firmas reconocidas; entre ellas, Loló Soldevilla, René de la Nuez, René Portocarrero, Salvador Corratgé, Mariano Rodríguez, Amelia Peláez, Antonia Eiriz y Agustín Cárdenas.
¿Y entre los invitados extranjeros?
Entre los extranjeros sobresalieron Jorge Camacho, Eduardo Arroyo, Jean Messagier, Leonardo Delfino, Piotr Kowalski e Irene Domínguez, entre otros.
Catálogo de alimañas
Alguna crítica habla de una estética chocante en Lam. Esas figuraciones esperpénticas que delineaba y que, vistas sin remilgos, eran una suerte de catálogo de alimañas. ¿Qué se proponía Lam con esto, era un manifiesto contra o a favor de qué?
Creo que Lam concilia lo mejor del arte europeo, la influencia de Matisse, Cezanne, Picasso, con las creencias afrocubanas. Él va a favor, sobre todo, de la identidad del negro, especialmente el negro de Cuba. Para él era muy importante el respeto hacia el negro en la isla, y dijo que su pintura era como un caballo de Troya, que era capaz de penetrar e invadir el espacio de los colonizadores.
Para Lam era decisivo mostrar en su pintura la influencia del arte africano a través de lo afrocubano y afroantillano. Sin embargo, no se detiene ahí. Va en busca de otras culturas en la lejana Oceanía, de Nueva Guinea, del archipiélago de Las Polinesias, del cual los surrealistas estaban enamorados.
En general, Lam trabaja con la cultura de los pueblos originarios. La evolución de Lam no es desconcertante, sino un ejemplo de superación y crecimiento; un arte que siempre va a incorporar elementos nuevos, pero que tiene códigos de interpretación y diversos niveles de lectura. Quienes lo demeritan —sospecho— no han llegado a conocer en profundidad la esencia de la obra de Lam y su vocación universal.
El tercer mundo
Ahora que lo alude y dejándonos seducir por las simplicaciones, en términos de identidad, ¿podría ser Lam al Tercer Mundo lo que Picasso para Europa y el arte occidental en su conjunto?
Bueno, requiere un análisis fuera de esta entrevista. Pablo Picasso es universal. El Guernica toca todas las fibras del sentimiento humano; pero una obra como El Tercer Mundo también va a tocar muchas fibras, y es una obra concebida como reflejo de la cultura planetaria que acontece en los años 60, cuando están en auge los movimientos de liberación en África, Asia y América Latina. La pieza está considerada importante no solo para la cultura cubana: es una obra clave para la pintura universal.
Viaje a la semilla: La jungla
A su juicio, ¿cuál es el período más fructífero de Lam?
Sin duda, los años 40 en Cuba son los decisivos para su pintura. Es aquí donde realmente madura como artista y logra encontrar un lenguaje propio al cual asirse y continuar evolucionando.
En Cuba tiene dos ciclos: el primero del 41 al 45, que incluye La jungla, La mañana verde, La silla, Omi Obini, todas obras maestras, y un segundo ciclo que va del año 46 al 51, que incluye obras como Huracán, Belial, emperador de las moscas, Natividad, El nacimiento; piezas que van a ser constitutivas del mayor alcance que pueda tener la producción de Lam. Pienso que a partir de aquí su creación se proyecta con fuerza universal.
¿Dónde pintó La jungla?
En su casa en Marianao, que tenía ocho habitaciones, de ellas dos contiguas que fueron habilitadas como taller. Aún existe la casa. Lam vivía en Luyanó y se mudó gracias a Lydia Cabrera, que encontró esa vivienda que le permitió pintar cuadros de gran formato. Para sus propósitos él compra una bovina de papel kraft.
¿Tenía ayudantes?
No. Lo hacía todo él. No podía darse el lujo de tenerlos. Cuando Lam llega a Cuba en 1941 procedente de Francia, luego de sus escalas en Martinica y República Dominicana, es pobre nuevamente. Tan pobre, quizá, como cuando vivía en España. Todo lo había dejado en París. Incluso, le encomienda el cuidado de su obra pintada en Francia a su amigo Picasso.
¿Durante la ocupación de Francia, los nazis no se metieron con la obra de Lam? De seguro, la habrían tachado de arte degenerado.
No tengo información que los nazis hayan dado con la obra de Lam, pero donde más segura estaba era con Picasso, que continúo viviendo en París en su taller. Tenía prohibido exponer; pero no pintar… Lo que trajo Lam a Cuba fueron apuntes realizados en Marsella, en su período más surrealista; pero no su obra realizada en París. Estamos hablando de un hombre pobre.
Kraft. Un héroe sin medallas
La jungla y otras obras están pintadas sobre papel kraft, ese que conocemos los cubanos más viejos como papel cartucho o papel de estraza. ¿Qué vida útil tiene como soporte? ¿El MoMa ha tenido que enfrascarse en la conservación de La jungla?
Lo que ha demostrado es que permite una larga vida a la obra, porque la mayor parte de lo que se ve en esta exposición en Bellas Artes es obra pintada sobre papel kraft. Tiene durabilidad, es muy resistente al desgarro, tracción y estallido, pero demanda los mismos requerimientos de cualquier soporte de papel. O sea, cuidado con la iluminación, en el montaje, en los traslados de la obra.
La jungla, que es óleo sobre papel kraft, es una obra de gran formato que mide 2 por 2 metros y, sin embargo, el soporte ha resistido hasta hoy sin ningún problema.
El MoMa, de manera excepcional, lo prestó al museo George Pompidou en París para una gran retrospectiva que hubo en 2015 del artista cubano. O sea, es una pieza que incluso ha cruzado el océano, resistiendo las dificultades que puede presentar el traslado de una obra de arte de tamaño semejante.
De pobre a millonario. Cotizaciones de mercado
¿Llegó Lam a ser millonario con el tiempo?
La obra de Lam se disparó en las cotizaciones hacia las últimas décadas de vida del pintor. Pero, por ejemplo, La jungla se vendió en Cuba por 300 pesos a una pareja de estadounidenses, que para la época era una suma importante. Ahora está valuada en millones.
Después de la muerte de Lam, sus obras han subido mucho de precio, sobre todo las del período de los 40. Actualmente cotizan millones de dólares. Por ejemplo, la obra Omi Obini, de 1943, estableció en 2020 un nuevo récord para el artista en una subasta de Sotheby’s. Se vendió por 9,6 millones de dólares, duplicando casi la marca anterior más alta de Lam, 5,2 millones de dólares, establecida en 2017.
Fondos cubanos de Lam
Esta exposición, Lam indivisible, ¿de qué fondos proviene?
Todas las obras exhibidas provienen de los fondos del Museo Nacional de Bellas Artes, de La Habana, que atesora más de doscientas piezas de Lam. En la exposición hay una selección de sesenta y cinco, escogidas sobre todo para dar la impresión de unidad y organicidad que tenía la obra de Lam, como un conjunto coherente y armónico.
¿Dónde se localizan los mayores fondos de Lam? ¿En la familia? ¿La colección cubana qué lugar ocupa dentro de la galaxia Lam?
Para no ser absoluto, diría que la colección cubana del Museo Nacional de Bellas Artes es una de las mejores del mundo por su diversidad y calidad.
Dilemas de un curador
Ud. es el intermediario entre la obra del creador y el público espectador; el puente entre esos dos extremos. ¿Qué responsabilidad tiene un curador y cómo maneja conflictos potenciales, como entrar en contradicción con el propio autor a la hora de seleccionar las piezas?
Lo primero que se hace es un trabajo de investigación. Segundo, a la par que investigas, tienes que tener un espíritu de modestia, porque el curador puede tomar decisiones que impliquen la mirada del espectador; o sea, el espectador va a ser guiado por la mirada del curador. Si esta es equivocada, esa impresión errónea se trasladará al público.
Ahora, la curaduría es propiamente un trabajo de creación de algo que no es un cuadro en particular o una pieza en particular, sino un conjunto de cuatros y piezas, que van armonizándose de una manera, digamos que también artística.
Un curador no es solo un investigador, sino alguien obligado a tener un ojo entrenado para poder llevar a las paredes lo que va a mostrar al público.
Esta exposición de Lam llevó cinco proyectos o cinco versiones, para conseguir una lectura lo más comunicativa posible para el espectador.
Son muchos años de experiencia, pero es un trabajo de responsabilidad, amor y de mucha modestia. Un curador que parta de su vanidad para organizar una exposición, puede arruinar el trabajo de un artista. Eso es nefasto para el curador y más para el artista.
¿Qué resulta más difícil: trabajar con un autor vivo o con un autor muerto?
Con un autor vivo es muchísimo más difícil, porque generalmente quiere presentar lo que entiende que es lo mejor para su obra y muchas veces lo que hace es conspirar contra su propia obra.
Lo ideal es dejar que el curador haga su trabajo y el artista presentar sus obras como materia prima para que se escoja y se haga la curaduría; pero ese equilibro se logra pocas veces. Los artistas difícilmente se dejan llevar por los curadores y es algo lamentable.
Son muy vanidosos…
No solo eso. Es que tienen una idea preconcebida de la calidad de sus obras, lo que hace que tomen partido de una manera apasionada por lo que ellos suponen es lo mejor. Otras veces piensan que lo mejor es poner la mayor cantidad de piezas en exhibición y eso satura la vista del espectador, que casi saldrá corriendo de la sala. Lo mejor que puedes hacer es una muestra agradable y visualmente reconfortante.
Últimos días
Lam murió en París el 11 de septiembre de 1982, pero poco antes estuvo en La Habana tratándose en el hospital ortopédico Frank País. ¿Qué dolencia lo aquejaba?
El sufrió un evento cerebrovascular que lo dejó hemipléjico. El doctor Rodrigo Álvarez Cambra lo estuvo tratando; pero nunca logró recuperarse. Una parte de su cuerpo quedó inválida. Aun así, hacía cosas, como terminar Anunciación, aguafuertes que acompañan los poemas de su amigo Aimé Césaire, vieja promesa que le había hecho al pensador y poeta martiniqués desde 1969. Estaba postrado en un sillón de ruedas. Fue un final duro para él.
¿Y el Lam ceramista, a qué nivel está si lo comparamos con su pintura?
¡El Lam ceramista es extraordinario! Sería magnífico que alguna vez pudiéramos tener una exposición de esa vertiente suya.
¿Dónde puede verse?
En el Museo de la Cerámica hay dos piezas, y son preciosas. Se dice que realizó unos mil objetos de cerámica, entre ellos numerosos platos, y cada uno es una obra de arte sin lugar a dudas. Todo ese trabajo lo hizo en la localidad italiana de Albissola Mare, donde habían varios talleres de cerámica y Lam se entregó a ese trabajo de manera intensa y apasionada. Valdría la pena hacer una exposición de ese tipo aquí. Con unas cien piezas ya sería suficiente.
Fidel y la posteridad
¿El tenía una amistad con Fidel Castro o fue una relación circunstancial?
Él conoció a Fidel Castro en los años 60. Hay una famosa foto en la que aparecen Fidel, Lam y Lou Laurin-Lam, su tercera esposa, sueca y madre de sus tres hijos. Es una foto muy reproducida en los libros sobre Lam.
Ellos tuvieron una relación tangencial, pero no creo que se estableciera una relación de amistad. Siempre existió una simpatía mutua.
Después, el 8 de diciembre de 1982, tienes que Fidel asiste a los funerales de Lam en el cementerio Colón, donde su viuda depositó sus cenizas, y veinte años más tarde, en ocasión del centenario del artista, acude a una gran retrospectiva en el centro Wifredo Lam, de La Habana.
¿La posteridad ha sido justa con la obra de Lam?
Ha sido muy justa por todas partes. Te remito a la exposición en el Pompidou, de París, o en el Reina Sofía, de Madrid, por citar dos de las más grandilocuentes de los últimos años.
En Cuba tenemos el centro Wifredo Lam, que promueve su legado y se han realizado exposiciones por su centenario tanto allí como en Bellas Artes. Ahora tenemos esta exposición por los 120 años de su natalicio que posibilitó una experiencia muy interesante con el saxofonista estadounidense Ted Nash.
Nash estuvo en esta sala con un grupo de músicos cubanos y se inspiraron en obras de Lam. El espacio compartido sirvió para una conexión espiritual no solo con Lam, sino con la música y eso me parece fabuloso. Lam sigue vivo. Muy vivo.
Post Scriptum
En sus dos edificios, separados por unos 500 metros, estilos y veintiocho años de diferencia constructiva, el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana es un artefacto metido en una geografía erizada de advocaciones.
Barrios donde las mitologías y las religiones son mixturas cotidianas, a despecho de la inteligencia artificial agazapada en los smartphones en manos de creyentes engreídos que manejan biblias y oráculos electrónicos. Esquinas coronadas con pestilentes cazuelas de barro con restos de comida y de animales muertos, que parecen levitar por el zumbido de las moscas; ceibas penetradas por clavos inmensos y herrumbrosos, a los que se atan tiras rojas, o que sujetan por las alas palomas blancas o grises o tornasoladas —algunas decapitadas, todas inocentes— y ofrendas recetadas por los padrinos o las madrinas —calabazas, plátanos, muñecas de trapo, tortugas diminutas— al pie del árbol sagrado inmune a los rayos; puertas conjuradas contra los maleficios o los osogbos gracias a cadenas en el piso y guano bendito colgado en sus dinteles; ojos con lágrimas de sangre y lenguas atravesadas por puñales. Todo ese dispositivo abigarrado que, bronco y anhelante, apela a la magia negra con el fin de evadir las trampas de la realidad, para bien o para mal, tuvo a un ídolo post colonial que lo reivindicó en las vitrinas culturales del mundo con sus visiones plásticas más prodigiosas, fractales y disruptivas: Lam.
Por justicia poética y no poética, es hora de tenerlo, además, en los altares. Es un orisha más.