Conversar con Aurora Basnuevo es siempre una fiesta. El diálogo fluye sabroso con el ritmo de la ciudad, que se cuela por las puertas del balcón de su apartamento de El Vedado, como música de fondo. Entonces hilvanar la historia de su vida no supone un ejercicio rutinario sino se convierte en el pretexto para descubrir la mujer sencilla y optimista que es. Además el gusto es doble porque el diálogo crece aderezado con las frases ocurrentes que solo ella sabe decir.
Su trayectoria artística es amplia. No ha habido medio o género que se le resistiera. Cada trabajo en teatro, cine, televisión o la radio ha sabido asumirlos con profesionalismo y autenticidad. Esta actitud ante la vida y el trabajo no ha hecho más que reportarle el agradecimiento infinito del público cubano.
Aurora es una mujer de la radio. Entre cabinas y micrófonos se siente en su elemento, por eso buena parte de su carrera profesional la ha desarrollado en los programas Fiesta Guajira y Alegrías de Sobremesa de la emisora Radio Progreso. Cuando le pregunto por qué les dedica todavía tanta atención la respuesta surge rápida, sin demasiados rodeos.
“La predilección por la radio es un amor muy grande por la comunicación y por la forma que permite a los artistas llegar al pueblo. La radio no es un medio menor como mucha gente piensa. Opino que es la vía principal para acercarnos al público.
“Yo empecé en el teatro. Soy fundadora del grupo Rita Montaner. Como artista teatral hice cosas muy importantes como la obra Las Yaguas, la primera comedia musical de Piloto y Vera, también La pérgola de las flores, una comedia musical chilena. En fin, actuaba, cantaba, bailaba, hacía de todo. Después pasé al Teatro Martí donde desarrollé mi carrera como dama joven del teatro vernáculo. Tuve muchas oportunidades para brillar en él y eso fue muy importante porque lo considero la escuela de la vida. He trabajado con Héctor Quintero, con Nicolás y Nelson Dorr, entre otros importantes directores. También hice mucha televisión como actriz de dramatizados, comedias musicales, aventuras y presentadora de varios espacios.
“Pero a la hora de escoger entre la televisión y la radio para comunicarme con el pueblo me cayó en las manos Alegrías de Sobremesa, ese clásico del humor cubano. Desde que empecé estuve rodeada de los mejores actores, que no eran humoristas sino actores, podían hacer humor, tenían esa bis cómica para hacer las dos cosas. Allí trabajé con Idalberto Delgado, un primerísimo actor que hacía el personaje de Paco, con Marta Jiménez Oropesa, Agustín Campos, Antonio Ñico Hernández, José Antonio Rivero, todos eran de primera línea. Me formé así con mi personaje. Aquí debo aclarar que Estelvina no soy yo, es un personaje que ha calado en el pueblo a través de Radio Progreso.
“Cuando empecé a abordar este personaje nunca creí que tendría tanta aceptación entre el público. Hoy Estelvina es una obligación ya que se ha convertido en la alegría del pueblo. La gente quiere mucho a la mulatísima, tanto los niños como las personas mayores. Estelvina le ha trabajado a muchas generaciones. Eso es muy lindo pues ahora estoy recogiendo los frutos de todo lo que yo he hecho a través de ese personaje. Muchas personas me dicen que cuando no estoy en el programa me extrañan porque soy la alegría de la casa, y eso a una la obliga. El público mismo me ha llevado a permanecer tanto tiempo en Alegrías de sobremesa. Yo pude haber hecho otras cosas pero tenía que sacrificar a Estelvina. A veces lo he hecho pero no pienso abandonarla mientras tenga salud.”
La mulatísima Estelvina ha venido a ser el alter ego de Aurora Basnuevo. Muchos no conciben a una sin la otra, como si de las caras de una moneda se tratara. Adonde quiera que vaya la Basnuevo inevitablemente tiene que llevar a su otro yo. Por eso nos interesamos por el nacimiento de Estelvina como personaje, para muchos la estampa viva de la picardía y el gracejo criollos.
“Conmigo vivía una muchacha que me ayudaba en las tareas de la casa y a atender a mi hijo. Ella era de Manacas. Una muchacha simpatiquísima. Tenía una forma de sobresalir, de hacer que la gente se le quedara mirando que a mí me encantaba. Además hablaba de una manera muy singular, con mucho rintintín. A ella también le gustaba cambiar la voz, imitar a las personas y se ponía todas las cosas que yo usaba en el teatro. Si yo desechaba una peluca ella me la pedía y se iba así mismo para la bodega, con la peluca y pintada como una puerta porque le gustaba maquillarse mucho.
“Entonces yo empecé a imitarla. Cuando la llamaban por teléfono yo salía haciéndome pasar por ella y la gente me creía. Así comenzó todo, como un juego. Mario que lo disfrutaba muchísimo habló con Alberto Luberta y le dijo que yo tenía un personaje buenísimo para incluir en Alegrías de Sobremesa.
“Esos son los inicios del personaje de la mulatísima. Partí de las características de esa muchacha pero después continué agregándole muchas cosas. Si te fijas Estelvina no pasa de moda, va de generación en generación. Constantemente yo la estoy nutriendo de elementos nuevos porque si no se habría puesto vieja. Ella sigue en sus quinces, tuvo piñata, quince y bodas pero sigue ahí. Siempre hay algo nuevo que añadirle. Cuando veo la juventud hablando de una manera determinada o escucho una frase que le viene bien a Estelvina pues la incorporo. Por eso es que ha permanecido en el gusto del pueblo.”
Aurora ha sido una de las actrices cubanas que con más éxito a trabajado el humor, a veces en detrimento de su talento para asumir otros géneros. Pero su trabajo en este sentido le hizo convertirse en la primera mujer que recibió el Premio Nacional de Humor. A raíz de ello le proponemos ofrezca su opinión sobre la presencia femenina en programas y espectáculos de este tipo.
“Yo creo que la mujer tiene muy poca participación en el humor cubano y pienso que es un error. Hacer humor es muy difícil porque tienes que ser actor en toda la extensión de la palabra. Porque este trabajo no consiste, como piensan algunos, en pararte sobre un escenario a hacer cuentos de relajo.
“En estos momentos hay muchos humoristas que se pintan y se ponen pelucas. Se usa mucho el travestismo como una herramienta para hacer humor. Eso antiguamente no se hacía. La primera mujer que hizo papel de hombre después de la Revolución fui yo. Antes lo había hecho Violeta Vergara, con el personaje Pelusa.
“Posteriormente eso se asumió como una manera de hacer humor y mucha gente comenzó a hacerlo, sobre todo los humoristas. Creo que esta ha sido una forma de arrinconar a la mujer. Ya las actrices no participan como antes en los proyectos humorísticos porque los hombres hacen los papeles de los dos sexos. Entonces las actrices que hacen humor están sentadas esperando que les den alguna oportunidad”.
En ese caso pudiera aducirse que tal vez no existe una buena cantera de actrices que puedan asumir el humor con similares niveles de aceptación por parte del público.
“Creo que no es así. Yo no sabía que podía hacer humor hasta que me dieron la oportunidad. Pero si a las actrices no se la dan no podemos saber si son buenas o no.
“También sucede que muchas de las humoristas para hacer sus personajes han cometido el error de partir de mí y de los personajes que he creado como Estelvina. Yo siempre aconsejo que se nutran del pueblo, que creen sus propios personajes. No tienen que ser como Estelvina, ni repetir sus frases, se tienen que hacer cosas distintas. Por ahí uno se encuentra gente graciosísima, situaciones hilarantes. Hay que armar un personaje propio y no repetirse.
Para Aurora el trabajo es una fuente inagotable de placer. Cuando la reclaman desde la televisión o el cine siempre encuentran su aceptación porque es la oportunidad de expandir sus horizontes como actriz y, al mismo tiempo, demostrar que tipo de artista es, más allá del humorismo.
“Después de la participación en la serie de Rudy Mora (Diana) ha venido una avalancha de trabajo, que muchas veces no puedo atender. En ocasiones sucede que te aplasta de golpe el trabajo y otras los directores ni se enteran que existes. En esta etapa de mi vida me vuelven a colmar de trabajo y me alegra.
“En cuanto al cine, a mí me han descubierto los directores extranjeros, quienes se asombran cuando concluye el rodaje y se enteran de que lo que más he hecho es humor. No sucede así con los directores cubanos quienes piensan que no me puedo desprender de Estelvina para hacer el trabajo que me propongan.
En una entrevista usted confesaba cuán difícil era repartir alegrías todo el tiempo cuando no siempre el ánimo estaba dispuesto para ello.
“Esa es la tarea del artista. Ahora una tiene los achaques propios de la edad, aunque no quiera admitirlo. Y veces uno se siente mal cuando tiene que ir a trabajar. No me he retirado por el compromiso social que tengo con el pueblo. Porque si no disfrutaba un poco de la jubilación, y no puedo hacer eso mientras tenga vida y salud. La risa del pueblo es el premio al trabajo nuestro. Ahora estamos recogiendo el fruto de tantos años y es muy lindo ver un teatro de pie aplaudiéndote cuando haces Dolores Santa Cruz, como recientemente en el Mella. Fueron casi tres minutos aplaudiendo. Ya eso solamente es el alimento que yo necesito para vivir. Y quisiera tener mucha salud para seguir haciéndolo”.