El largometraje de Juan Carlos Cremata (Chamaco) basado en la obra homónima de Abel González Melo se exhibe desde ayer en el cine Charles Chaplin de La Habana.
“La historia ocurre en tres madrugadas en la navidad del 2006 y precisamente por eso la película es oscura. Son once capítulos alrededor de la muerte de un joven en el Parque Central, incluso hay uno de ellos que se llama Oscuridad, donde el espectador probablemente no vea nada de lo que está ocurriendo”.
“Aunque teníamos una imagen muy buena, la degradamos y ensuciamos a tal punto que parece filmada con un celular. Eso tiene su filosofía, y es que en ella se habla de cosas bastante sucias, secretos que la gente oculta celosamente, y nos interesaba reflejarlo a través de una realización contestaria, alternativa, contraria a la belleza estética que suele exigírsele al cine”.
“En Chamaco la fe está totalmente perdida. He dicho varias veces que es una cinta maldita y lo digo porque no creo que el público quede complacido, la gente sale con dolor en el alma, con sentimientos encontrados, porque saca cosas muy fuertes de los seres humanos. No estamos haciendo una crítica específica a nada en Cuba, estamos utilizando personajes cubanos para mostrar ese lado oscuro que pueden llegar a tener los seres humanos en cualquier parte del mundo”.
“De los actores que habían trabajado con Carlos Celdrán en la primera puesta, actúan para la película, Pancho García, Laura Ramos, Caleb Casas y Fidel Betancourt y se incorporaron Alina Rodríguez, Luis Alberto García y Aramís Delgado en el protagónico. Y aparece también el personaje del travesti interpretado por Alfredo Lam que no es actor de profesión”.
“En cuanto a la música, volví a repetir la experiencia con mi primo Amaury Ramírez Malberti el mismo que hizo la de El premio flaco, aunque esta es muy diferente, es más libre, más jazzeada, más contemporánea. Participan: la Camerana Romeo, la sobrano Bárbara Llanes y Baby Lores, quien me regaló un reguetón que le vino de maravillas al filme porque levanta ese final tan demoledor de la película”.
“Chamaco tiene el mismo propósito de El premio Flaco, recurrir a textos de la dramaturgia cubana para hacerlos conocer y plasmarlos en el celuloide. Y es que me interesa mucho el cine de texto, el cine de palabra, el rescatar la escritura y lograr que sea bien interpretada. Aunque debo confesar que no se si quiera volver a meter mi universo en el de un autor vivo, porque esto supone intentar poseer o ser poseído”.