Todo cine tiene su toque autorreferencial. Más allá de simplemente hacer notar su estilo, el realizador o realizadora encuentra la forma de adentrar un poco de sí mismo/misma en su obra. Estas pinceladas a veces son visibles para el espectador; en otras ocasiones el toque íntimo es imperceptible en un lienzo que se hace a varias manos.
En el cine de no ficción lo objetivo y lo emotivo se mezclan, cuidando no desnivelar esa balanza que permite al espectador reconocerse en un relato totalmente ajeno o en una historia personal del realizador, contada desde los afectos para crear un vínculo entre el público y la obra proyectada.
Para la cineasta Carla Valdés, más allá de los géneros, lo importante son las historias que encuentra o ha vivido, sucesos que busca contar desde un plano personal e íntimo, pequeñas historias que “generan ecos más grandes”. Eso me confesaba la joven artista, ganadora recientemente de una de las Residencias de la Academia de Cine en España con su proyecto Ante el camino, estrenado posteriormente a Los Puros, cortometraje documental que varias alegrías le ha dado a la joven cineasta desde su estreno.
“Durante 9 meses —un tiempo de gestación— el programa de Residencias de la Academia de Cine nos da la posibilidad de desarrollar nuestros proyectos de largometrajes acompañados de cineastas de amplio reconocimiento en los espacios de asesoría, talleres, y en el intercambio con otros residentes. Hacer esto en el espacio de la Academia de Cine es, además, una oportunidad valiosísima”, señaló Carla durante nuestra charla.
“Creo que los espacios dedicados al desarrollo y la escritura son muy importantes para nosotros como profesionales, y para las películas que queremos hacer. Valoro mucho tener la posibilidad de dedicarme a escribir, a pensar, a soñar con la película que quiero hacer. Y la Residencia nos da paz y espacio propicio para que este tiempo sea muy fecundo”, añade la cineasta.
Ante el camino es uno de los dos proyectos ganadores de jóvenes realizadores de la Isla, sobre lo cual comenta: “El hecho de que dos proyectos cubanos hayan quedado seleccionados es un reconocimiento, no solo a nuestros proyectos, sino a la salud del cine cubano, y del cine documental. Realmente da orgullo e invita a ser más competitivos, más activos, más conscientes de la urgencia de nuestras historias. Nuestros proyectos quieren hablar del país, desde nuestro lugar como generación y como creadores; y nos están escuchando”.
En Ante el camino retomas lo visto en Los puros. ¿Por qué continuar con este relato familiar?
Desde que estaba filmando Los Puros, montando y pensando en el corto, siempre quise hacer algo más. Fue algo que se dio, iba a ocurrir el encuentro de ellos, cogí la cámara y el equipo de sonido y con la ayuda de un amigo se filmó. Se fue construyendo sobre la marcha no solo el rodaje, también la edición, hasta llegar a lo que existe ahora.
Quedé con el deseo de contar algo más, además de las ganas que tenía de conocer ese mundo que es Minsk, Bielorrusia, en la antigua Unión Soviética, que fue el tiempo de la juventud de mis padres, más allá de lo que ellos me cuentan y de las fotos que atesoran.
Ante el camino es un poco eso, las ganas de contar la historia de mis padres, viajar al pasado en su juventud en Minsk y contar un poco más de lo que se ve en Los Puros, entender a mis padres mejor, su relación, mi relación con ellos, las contradicciones que podemos encontrar en las preguntas que nos hacemos.
Eso es Ante el camino, un viaje de vuelta de dos generaciones para reencontrarse con el pasado y ponerle frente a los deseos de una generación más joven que los acompaña, que sería yo.
El tema de la familia es recurrente en tu obra, un fenómeno que se repite también en varios de tus contemporáneos realizadores. ¿Qué ves en esas historias cotidianas que te impulsa a documentarlas?
Los Puros y este proyecto son películas sobre mi familia. Es un deseo muy básico porque quién no quiere hacer una película sobre su familia; también porque siento que en esa historia puedo encontrar certezas sobre otras cosas, donde están los debates generacionales de un grupo de personas, una casa, un país.
Siento que no se quedan estrictamente en las paredes de la casa que habitamos, sino que se amplían a partir de la identidad y cuando uno puede entender esas relaciones, debates y conflictos que existen dentro de su propia familia, —la esencia de donde nacen esas historias—, es posible entender otras cosas como: hacia dónde podemos ir como país y quiénes somos. Son preguntas muy grandes, pero si no me las hago no vivo aquí hoy, de ahí ese interés.
A veces cuando se hablan de relatos familiares o íntimos uno puede pensar que no se habla de cosas muy grandes, que se nombra algo pequeño, pero siento que esas pequeñitas cosas que están ahí generan ecos mucho más grandes. Esos ecos te hablan de temas más universales y fundamentales para los seres humanos.
Encontrar eso en lo cotidiano es un interés tremendo para mí, así como poder filmarlo, documentarlo y narrarlo. Me gustaría trabajar en el futuro mucho más en eso, en ese eco que generan estos relatos universales, creo que cuando se habla de lo referencial se habla del “yo”, de uno mismo: de historias de mi familia y de cómo pienso también, pero lo autorreferencial está en muchos lugares, en algunas películas más presentes que en otras, pero siempre está, de alguna manera, en el cine.
Con este proyecto quiero viajar al pasado desde un presente que está en constante debate y que pregunta a ese pasado de mis padres. En ese viaje y diálogo la búsqueda es hacia un lugar, una patria común que quisiera encontrar en la película desde los afectos, que puede empatizar y hacernos sentir desde distintos lugares.
El cine independiente cubano vive un excelente momento en la actualidad. ¿Cuán independiente resulta tu obra?
El cine independiente cubano está viviendo un tremendo momento, es algo maravilloso que te dan ganas de hacer películas. Hay muchas personas haciendo un cine hermoso con historias interesantísimas y eso da tremendo orgullo, aunque no sean las películas de uno; eso es lo bonito del cine independiente.
Existe además una nueva puerta abierta a novedosas maneras de contar o de recientes historias que contar; una nueva generación que empieza a contar hechos desde otro lugar. Da gusto encontrar eso en el cine de los amigos.
Quiero pensar en lo independiente desde donde nace mi idea y donde nace la historia, en ese sentido, el mío es un cine tan independiente como puede ser, es como lo siento. Las películas claro que no se hacen solo con pensarlas, sino con mucha voluntad y recursos y estos últimos vienen de muchos lugares, pero lo principal es la voluntad, un carácter de independencia e irreverencia que no está solo en lo que hago, también en esos otros relatos que están teniendo un momento hermoso, eso es algo que nos marca un poco a todos y tiene que ver también con el lugar de dónde venimos y con lo que queremos hacer como realizadores.
Un tema a resolver es la exhibición y salvaguarda del cine independiente cubano en Cuba. ¿Cómo les afectan a los realizadores estas trabas?
Falta por encontrar un lugar, algo en que pensar bien, trabajar en eso, en la salvaguarda del cine hecho en Cuba no solamente el que se hace ahora, sino en el que se ha hecho en los últimos 20 años, es un delirio que tengo con esas películas.
¿Adónde van a parar? ¿En qué archivo van a guardarse? ¿Dónde se van a exhibir y quién se encarga de eso? ¿Quiénes estaremos a cargo de que se recuerden esas imágenes y se conviertan en documentos futuros del cine y del país?
Esas películas guardan en sí el sentido, el sentir y la identidad de Cuba en un tiempo que no ha sido capaz de registrarse por otras personas de la misma manera, creo que hay un rostro y una palabra en el cine cubano independiente de los últimos 20 años que no va a estar en otro lugar a futuro y ahora toca el resguardo para el mañana. Todas esas películas que se exhibieron, o no, esos proyectos que se mandaron o no, ideas que no se terminaron y tuvieron cabida en la Muestra Joven durante dos décadas.
Todas esas películas que fueron parte de la “Muestra de Jóvenes Realizadores” ahora mismo están dispersas en algún lugar físico y toca rescatarlas y agruparlas en un nuevo archivo donde puedan estar accesibles y se puedan ver, programar en muestras, que se conozcan más allá de ese archivo que ahora mismo puede estar detrás de una puerta en un cuarto cerrado.
La “Muestra…” fue el espacio para eso y será siempre ese espacio soñado en muchos sentidos, pero ahora que no está presente toca pensar en eso. Creo que no estoy sola y hay muchos que piensan como yo, en ese deseo. Se han hecho retrospectivas y recopilaciones, hay discos regados por La Habana, Madrid, en todas partes del mundo con salvas de películas que no sabremos si mañana estarán ahí.
Hace como un mes se hizo una retrospectiva inmensa de cine independiente cubano en Documenta 15 en Kassel y creo que eso es valiosísimo el trabajo de José (Luis Aparicio) en recopilar todas esas películas, programarlas y salvaguardarlas luego. Conocerlas, así como a su colectivo, es importantísimo, es algo que hay que seguir haciendo.
Ahora estoy curando una muestra a exponer próximamente en Islas Canarias, una retrospectiva de cine independiente cubano de esos años y de lo más reciente, ahí también encontré un placer, en curar y recopilar toda esa información.
La exhibición en Cuba sigue siendo nuestro “talón de Aquiles” y espero que con la cantidad de producción que hay reciente esto pueda tener otra salida, además de la producción que se genere a partir del Fondo de Fomento, del Registro del Creador y de otros lugares también que no sean solamente el Icaic. También que se puedan lograr otros espacios de exhibición, que no dependan incluso solo de las salas institucionales y puedan encontrarse salas de cine, paredes de casas, centros culturales que se abran a mostrar el cine cubano no vinculado directamente al Icaic o la televisión, o a la AHS, sino uno que esté vinculado con los creadores directamente. Ojalá y se entienda la fiesta para la cultura cubana que puede significar eso.
Ante el camino también resultó ganadora de una de las convocatorias del Fondo de Fomento del Icaic.
Este es un espacio que me permitió avanzar mucho en mi proyecto y que permite hacer viable económica y productivamente el acceso a recursos para escribir, desarrollar, producir y postproducir, incluso espero que llegue a la etapa de distribución, pero hasta el momento creo que es un logro y un anhelo de muchos años y está funcionando bien en ese sentido.
Faltan por ver muchas cosas, pero es solo el principio, eso también dependerá de nosotros, de la relación con la institución y el contexto general del país, que son varias mediaciones que nunca han sido sencillas, han sido bien complejas y no van a dejar de serlo, pero siempre defenderé la posibilidad de acceder a recursos y a comodidades para poder contar nuestras historias y llevar la película a concretarse.
¿Documental o ficción? ¿Qué te atrapa de un género que no ves en el otro?
Me atrapan las historias y no los géneros. Me es difícil decidir en estos momentos, donde las fronteras se han barrido mucho, y poder decir cuál género me atrapa, más bien me atrapan las historias, las ganas de contar algo, filmar, hacer una película y si esta tiene más un corte de documental o de ficción, ya eso es algo con lo que no puedo lidiar.
En el caso del cine documental, me ayuda a ponerme en el lugar de la película, en relación con lo que estoy narrando y eso me aclara muchas cosas y me ayuda a caminar mejor por las historias y entender mejor por dónde ir, que sea legítimo y coherente, me ayuda también a sentirme bien conmigo misma.