La presencia de obras cubanas en festivales de cines internacionales no es algo tan habitual, quizás por la depresión del sector cinematográfico. Por estos días, un corto cubano, Alejandrito y el Cuco, del realizador Alex Medina, se ha colado en festivales de primer nivel del panorama mundial, entre ellos uno de clase A, el Festival Internacional de Cine de Varsovia, en el cual fue elegido para participar en la Competición de Cortometrajes.
Además, fue seleccionado para participar en la Competición Oficial del Festival Internacional de Cine de Rhode Island, donde estará pugnando por el Gran Premio Al Mejor Cortometraje, pues el festival es uno de los que funciona de calificación para los Premios Oscar de la Academia. Es válido aclarar que la obra fue elegida entre unas de cinco mil enviadas de más de sesenta países.
También fue escogido en el Festival Independiente de Cortometrajes Dragon Con, el cual forma parte de la Dragon Con, con sede en Atlanta, Georgia, Estados Unidos; esta convención reúne a gran cantidad de fans de ciencia ficción, fantasía, comics y otros elementos de este tipo de cultura. El festival es una plataforma que sirve a realizadores para interactuar y darse a conocer en el mundo del cine.
¿Y qué tiene de especial este cortometraje? Alejandrito y el Cuco juega con el temor de los niños hacia las criaturas de la noche, tan desacralizadas en Monsters Inc. y vigentes en el imaginario de los peques. El hombre del saco, el coco, the bogeyman, son muchos los nombres dados a estos personajes que nacen del imaginario social y las leyendas urbanas con el objetivo de infundir temores a los más desobedientes. Con una bruja como maestra, no en un sentido literal, Alejandrito sufre la predisposición de esa “segunda madre” la cual no resiste la picardía del muchacho que por momentos recuerda al peor Bart Simpson.
Desde la primera escena se aprecia en el corto cómo Medina, su director, juega con ciertos códigos del cine de terror y a su vez los emplea para dar bandazos muy efectivos entre un género y otro, mezclando terror, suspense y comedia. Si apelamos a la memoria, son pocas las cintas que terminan bien paradas a la hora de mezclar el humor con los sustos al estilo Scream; el remake de Fright Night es un ejemplo de cómo ese juego de géneros no siempre termina bien.
A su vez, el director no quiso dejarlo en un simple sketch y prolongó la obra un poco más de lo que podía dar el guión para convertirlo en un ejercicio cinematográfico que funciona bastante bien, porque seamos sinceros, hay cortos que con quince minutos de duración se sufren como si se tratase un drama soviético de tres horas. En Alejandrito… el ritmo va de maravillas y los quince minutos se disfrutan sin ningún tipo de esfuerzo.
Otro punto a favor es el buen trabajo con los niños. Un aula de veintitantos muchachos no es nada sencillo de manejar, y sin embargo, todo fluye con una naturalidad increíble. Más allá de la buena elección del protagonista y sus dos amigos, el desempeño de los chicos es impresionante, y eso es bien difícil de conseguir.
El corto nos deja algunas interrogantes interesantes. La primera por repetida no deja de ser real, y gira en torno a la educación y los pésimos profesores que a veces hacen sufrir a estudiantes por mero capricho y les predisponen por completo al sistema de educación. La otra es sobre los temores que los adultos desarrollan en los niños; si bien al crecer superamos nuestro miedo a la oscuridad y al bestiario que desarrollamos en nuestra imaginación, ¿causa algún tipo de cicatriz esos miedos infundidos? ¿O son recuerdos necesarios que, además de funcionar como estimulantes, enriquecen nuestra infancia?
Por último, en la escena donde queman las fotos, Medina pone en la mesa una verdad terrible: la confianza ciega de los niños en las palabras de los adultos. Una mentira basta para desencadenar una serie de temores y cambiar la forma de pensar de Alejandrito.
https://www.youtube.com/watch?v=zfedK0HmHEY?rel=0