El día de la premier de Esther en alguna parte, Reinaldo Miravalles entró al Chaplin aupado por un tsunami de fans: impecable en su traje negro, se sabía el protagonista de la noche. Antes de comenzar todo, los reflectores lo enfocaron en las últimas filas, y saludó al público con los puños en alto, como un veterano boxeador tras noquear a una vida que lo había golpeado duro en sus asaltos finales. Y su público lo ovacionó de pie, como solo se ovaciona a los campeones…
Porque Miravalles es, sin dudas, un campeón de la actuación, con algunos de los papeles más memorables en la historia del cine cubano. Amen de sus gestos antológicos, le debemos también frases imprescindibles, como el climático “Alberto Delgado caráj… El hombre de Maisinicú”.
En lo personal, pienso que su frase estelar de Esther en alguna parte es, por inesperada y por cubana, el “te la singaste” que su Lino Catalá le suelta a Larry Pó, cuando descubre que su supuesto amigo en realidad le hacía labor de zapa para tumbarle a la mujer, a su Maruja…
Precisamente, la cubanía de sus parlamentos distingue a Miravalles. En el agradable palomar donde pasa sus días cuando viene a La Habana, el veterano actor le aseguró a OnCuba que jamás acepta un papel si sus diálogos no son creíbles. Con un “¡já!” desafiante, recuerda cuando se fajó con los productores de El misterio Galíndez (España. Reino Unido, Cuba, Portugal, Italia y Francia, 2002) porque los diálogos eran “un potaje”.
“Yo tengo por norma que cuando el guión no me convence, no lo hago. Aquellos diálogos iniciales eran muy densos, y me fajé con los españoles. Además, querían que filmara en inglés y me negué, porque mi dicción no sería creíble. Yo tomé el guión y lo cubanicé, y cuando los españoles lo leyeron, se quedaron locos. Y así quedó”, nos contó.
Aún así, aunque ya pasaba los 80 años y casi seis décadas en la actuación, Miravalles se buscó para esa película un maestro de inglés y estuvo un mes y dos días durmiendo apenas una hora al día, puliendo su pronunciación. Eso es rigor…
Admirador y amigo de Javier Méndez, nos confesó que para él dar entrevistas es como jugar pelota. Durante su estancia en Cuba para la premier de Esther… apenas tuvo tiempo para su familia, y casi al irse seguía recibiendo amigos, o gente que llegaba a conocerlo. En medio de nuestra conversación, llegaron los integrantes del dúo Buena Fé a saludarlo y a cantarle el tema Melesio tenía razón, inspirado en el personaje popularizado por Miravalles en la radio y la televisión cubana…
-¿Cómo está profe?- saludó Israel, seguido por Yoel.
– ¿Ustedes son los de Buena Fé? Jaaaaaa!
Miravalles les preguntó por el reciente concierto en Miami, e Israel le dijo “hubiera sido un honor tenerlo en aquel concierto”. Cortés y veloz, el actor replicó “me hubiera alegrado tanto haberlos visto”. A mí también…
Le contaron cómo se les ocurrió cantarle a Melesio, gracias a ese “archivo andante” que es Frank Delgado, sobre ese campesino renuente a cooperativizarse. Guantanameros al fin, los de Buena Fé estaban locos por hacer un changüí, y la historia del guajiro ferruco les dio el pie.
“Melesio nació filmando en el Escambray –evocó Miravalles- con pésimas condiciones, apenas tres pesos para almorzar, y el personaje resultó una historia en su vida. Oyendo a la gente, un día me topé con un guajiro que me dio el tono que buscaba. Bueno, en Miami nunca me llaman por mi nombre cuando me reconocen en la calle, siempre me gritan Melesio.”
A un lado escucha en silencio Javier Méndez, ex-centerfield de Industriales y el team Cuba, y viejo amigo de Miravalles. Cuenta que cuando el “gorrión” (la nostalgia) lo atacaba en Italia, se daba una dosis on-line de El hombre de Maisinicú y de Los pájaros tirándole a la escopeta.
“Javier me dio muchas alegrías en pelota. Recuerdo cuando le echó a perder un no hit no run a René Arocha, jugando en Regla. Pasé un rato divino, porque la gente me tenía loco. Además, Javier era el único que se fajaba a bofetás con la pelota. Aquellos muchachos, Javier, el Duque, jugaron una pelota bella”, asegura Miravalles, fan incondicional de Industriales, como todo buen almendarista…
Ya más pausado, hablamos de su salud y de la película que lo trajo de regreso a Cuba. Antes de la proyección a la prensa, cuando le pregunté qué criterios esperaba, me soltó “Al que no le guste le caemos a pedrás”, y largó una de sus repentinas carcajadas.
Ya en serio, comentó que no se siente un divo, solo un ser humano normal, un cubano que se siente satisfecho, pero sin rimbombancias. Conocido por su versatilidad, señaló que cada papel entraña un conflicto, una actitud que le toca al actor desentrañar. Sobre Esther…, aseguró que está muy bien escrita, fácil de aprender, y la conversación fluye.
¿Y hasta cuándo actuará?
“Mira, me siento feliz de haber llegado entero a los 90 años. No sé hasta cuando haré cine, porque ya no hay historias para los viejos. Nadie va al cine a ver a la tercera edad, ni siquiera los americanos. Esta película estaba hecha para nosotros, y le agradezco a Chijona haberse acordado de mí”, respondió.
¿Qué siente al regresar a Cuba?
“Me fui en 1994 por asuntos familiares, y estuve 15 años sin venir, porque no podía hacerlo. Cuando me lo permitieron vine, porque soy un padre de familia, y mi Patria es esta. Que quede claro, yo puedo vivir en cualquier país del mundo, pero mi Patria es esta, es Cuba”, concluyó.
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