El título de la saga animada autóctona más divertida e iconoclasta de las que en Cuba circulan de manera alternativa hace algunos años, deja aparentemente claro de qué va todo. En Danny y el club de los berracos, el protagonista y su círculo íntimo de amigos adolescentes, son seres (como el macho del cerdo) sexualmente activos, efervescentes, incendiarios, obcecados por el tema erótico y la sexualidad turgente que apenas reprimen.
Pero no es el sexo el tema de esta serie. A la altura de su quinto capítulo, ya disponible en el Paquete Semanal (ni pensar que transmitido en la televisión estatal, demasiado pacata para tanto atrevimiento) la obra de Víctor Alfonso Cedeño (Vito) toma altura y comienza a navegar en las movidas aguas de la valoración social.
Si no ha visto el capítulo aún (no se moleste en buscarlo, está al final de esta entrada) esta es una Spoiler Alert: aquí se lo contaré casi todo. Si ya lo vio, comparta conmigo sus propias claves e interpretaciones.
Una escuela de adolescentes en plena pubertad es el escenario de la trama, y una conversación en los baños lo desencadena todo.
El perfil carismático por excelencia es Calixto, el más listo de todos, incrédulo y emprendedor, con mucho talento para todo lo que implique ir contra la corriente, quien esta vez se postula para presidente de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM).
El Chino, por su parte, representa a un mulato libidinoso y metrosexual, que se afeita las axilas. Mauricio, en cambio, es la representación animada de la militancia política, la puesta en escena de agendas, bolígrafos y órdenes del día, movilizado por el espíritu revolucionario del cambio desde el respeto absoluto a una ética e ideología incompatibles con la corrupción pero colindantes con la demagogia. Y por supuesto, Danny, el personaje contemplativo, dubitante, es quien sirve de amalgama existencial y balance a su grupo de amigos endocrinos.
Hay un realismo casi naturalista en los detalles de esta producción sin vocación pedagógica: ahí está la posición escatológica pero precavida de agacharse al momento de defecar en un sanitario inmundo, la dependencia incipiente hacia el móvil y los videojuegos, la prédica gastada de los cuadros de las organizaciones políticas y estudiantiles, los cables pelados que sirven de interruptores eléctricos improvisados.
Como toda obra dramática aparecen también personajes antagónicos, acaso negativos. Cumplen la función de entorpecer el transcurrir de las peripecias de la obra, rocambolesca, pero no por ello son inverosímiles.
Silvio y Mirelis, los dirigentes estudiantiles, militantes ortodoxos y oportunistas, esperan su momento para dar el zarpazo y desplazar a Mauricio de la presidencia de la organización. Se resisten taimados al cambio de estructuras, funcionamiento y mentalidades. Intentan preservar intactos determinados modos de hacer política, porque les conviene defender el statu quo sin objeciones ni iniciativas propias. Los dos desplazados por la iniciativa de Calixto llegan a practicar el colaboracionismo y la delación ante las autoridades policiales, a cambio de poder dar curso a la revancha. Toda una alegoría.
Pero más importante que los personajes son los cuestionamientos de este cortometraje que enjuicia no tanto al sistema educativo, sino a la sociedad cubana actual en su conjunto.
La crítica a muchos problemas y situaciones reales subyacen bajo el entramado argumental de una historia simpática, que no se arruga y cuida el ritmo narrativo. El corto habla sobre todo de la necesidad de un liderazgo de nuevo pulso, a todos los niveles, donde la capacidad de reacción, el pragmatismo económico, la conciliación, el diálogo real, la convivencia armoniosa y el respeto a la diversidad, le corten el paso al inmovilismo ideológico y político, del signo que sea.
En las ideas de Calixto hay una necesidad de apelar en la estimulación a recompensas materiales, palpables, para que sirvan de incentivo a los individuos, más allá de la tradicional “emulación socialista”, que prioriza los homenajes y reconocimientos simbólicos pero que descuida cubrir las ambiciones, expectativas, intereses, objetivos y urgencias del día a día.
Por eso se puede tornar polémico para algunos este capítulo: en la ficción de Vito se juega con nuevo modelos y modos de gestión económica privada, llevadas al ámbito de las políticas públicas, quizás uno de los cuestionamientos que usarán en su contra los detractores de la serie.
Más “competitivas”, las alternativas que propone implementar el personaje de Calixto para tener lista la escuela ante la inspección de la ministra pasan por hacer partícipes del proceso de cambio a los agentes sociales más activos: los emprendedores, un planteamiento herético que expone las dudas y resquemores sistémicos ante su emergencia e impacto económico, a corto y mediano plazo.
Pero no es una loa al individualismo el capítulo. Solo con la acción del colectivo se podrán asfaltar las cubiertas, higienizar las áreas verdes, limpiar el piso, desempolvar la iconografía revolucionaria que aparece adosada a la pared. También se precisa un cambio de perspectivas, para que el proceso inversionista contemple la posibilidad de pintar murales concebidos en una estética atractiva, urbana, que no recicle esperpentos épicos mal representados.
Luego de seguir las peripecias de la trama, me quedo con la impresión de que Vito ha recompuesto a discreción el mito del hombre nuevo, uno sin aires de superioridad ni trascendencia monolítica, menos almidonado ahora, más astuto, asertivo, eficaz, inteligente, práctico, respetuoso, tolerante. Humano.
Para el autor, joven multipremiado y animador por su cuenta, el desafío consistirá en continuar la serie de una manera alternativa, autónoma en lo económico, independiente desde una posición ética e ideológica, sin concesiones a ningún productor institucional que quiera diluir el carácter crítico de una saga que precisa, cuando menos, algo de financiamiento, dinero, aunque sea para pagarles a los amigos que pusieron las voces a los personajes y arriesgaron el cuello bajo el cuchillo del porquerizo primerizo.
Por lo pronto, el Dany 5 recibió en la 15 Muestra Joven ICAIC un premio colateral de la Fundación Ludwig: una Beca de Creación a favor de La Casita del Lobo, la productora que él ha lanzado. Quizás ayude al parto de un Dany 6.
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Conozco al Vito desde la secundaria. Es el tipo de gente reflexiva que no habla casi. Solo lo necesario y para decir algo que sirva. Tiene un sentido del humor que quema; cuando suelta algo es una ocurrencia para arrastrarse de la risa y sus chistes son de los finos de verdad.
No los he visto, los animados digo… Pero tendré que buscarlos…
Buenísimos, se los recomiendo
Muy bueno, me gusto mucho.
Acabo de ver ese capitulo y me trasladò a mi epoca de estudiante jejeje a la verdad comparto Tus ideas Rolando con respecto a esta serie de dibujos animados, me gusta la manera tan desenfadada de comunicar y de ubicarte en esas situaciones tan comunes en las escuelas cubanas, apuesto por su originalidad y por su alto grado critico.
Esta muy bueno este último capítulo, nobhave falta ver los anteriores para disfrutare este. Felicidades al autor, me alegra mucho que luego de 5 capítulos siga tan fiel a su sentido del humor, un guión siempre actualizado, dándole importancia a cada detalle.
Muchas gracias Victor.
Pues claro que nunca transmitirán Danny y el club de los verracos en la televisión cubana, como bien dice el autor, tan pacata, tan moralista, tan hipócrita. La serie, los cinco capítulos que ha logrado hacer el Vito hasta ahora, por esfuerzo propio y los aportes desinteresados de sus amigos, dicen a las claras que hay muchos modos de entender la animación y su cometido, esta vez apostando por una interpretación más crítica y realista de los que es ser un adolescente en Cuba. Ojalá algún buen productor norteamericano o de dónde sea detecte el potencial de una serie que lo tiene todo para trascender. Un coro de personajes cómicos bien diseñados. Situaciones humanas, verosímiles, y simpáticas. La recreación del universo de la pubertad desde una perspectiva que no los enjuicia y apuesta por comprenderlos y exponer su necesidades e impulso. Genial. Una serie con mucho de South Park aunque no sea evidente a primera vista. Disfrútenlas. Quizás sea hora de hacer un crowdfunding para financiar la continuación de la serie. Es la hora de los muñequitos. Saludos.
Rey. No es necesario buscarlos. Al menos dispones del capítulo al cual hace referencia el artículo. Justo al final. Disfrútalo.
No paré de reirme y de reflexionar. Lo recomiendo sin dudas. Saludos
La primera vez que accedí a Dany… me pareció una serie que más allá de la mera diversión, si se le quiere llamar así, es un producto que mueve a la reflexión sobre temas cotidianos, en ocasiones prácticamente sin tratar en algunos espacios, sobre tópicos de actualidad e interés, fundamentalemente para los más jóvenes. También me percaté que son muchos los que desconocen su existencia debido, precisamente, a que no circula por los medios tradicionales u oficiales. Es por ello que trabajos de esta índole son necesarios para dar a conocer realizaciones de calidad que no corren la suerte de estar entre lo “permitido”.
Galleta por la carátula… jajaja a todos los ‘guionistas y realizadores’ de Cuba, con sus diálogos patéticos y situaciones encartonadas, incluso cuando pretenden ‘reflejar el día a día’. Es muy rara, es capacidad de síntesis, humor y sentido dramatúrgico. En Cuba más todavía.
La serie de Dany…es un producto que no solo contribuye al entretenimiento, sino también a la reflexión, de ahí que este tipo de trabajo nos ayuden a entender un poco mejor la realización joven audiovisual contemporánea cubana
Ok, excelente. solo decir que espero que Dany crezca y pueda continuar los estudios universitariosc, claro, si aprueba los examenes de ingreso.
La serie indudablemente ha registrado un salto cualitativo notable, no tanto en la parte gráfica, tiernamente rústica, encantadora, limitada para bien, sino a nivel, como bien dice Darío, de guión. Las situaciones, casi tragicómicas, se hilvanan con una naturalidad espantosa, es decir, orgánica, muy inteligente. Nada de diálogos trascendentes, ajenos a la jerga adolescente. Bien concebidos cada uno de los personajes, sobre todo Calixto, que ha ganado mucho peso específico, al pasar de ser un secundario invitado, de lujo, a una presencia protagónica en este capítulo. Genial.
ESTA BUENISIMO ESTE CAPITULO CADA VEZ LA SERIE ES MEJOR Y MAS COMICA TRATANDO TEMAS CON HUMOR QUE SON REALIDAD HOY EN DIA OJALA Y VENGAN MAS CAPITULOS, FELICIDADES A LOS PRODUCTORES.
Hiciera falta que artículos como este, que apuestan por promover producciones independientes, que critican y proponen tuvieran más promoción.
Tengo la dicha de conocer personalmente al Vito y de haber visto crecer al personaje de Danny desde que era una pequeña historieta en el suplemento humorísto “La Picúa” del periodico “5 de Septiembre” de Cienfuegos. El Vito es una persona de esas que de solo mirarlas te roban una sonrisa, sin embargo es una persona sería pero con un sentido del humor y una imaginación increible…
Ninguna de las series dramáticas de producción nacional, de las que se trasmiten en Cuba hace décadas, ha captado con tanta vehemencia la realidad de un sector poblacional tan específico como el de los adolescentes, a no ser, hace ya tiempo, Blanco y negro no, y Doble juego. Danny y el club de los berracos debería ser material de consulta en el Ministerio de Educación, para ver si se enteran de una puñetera vez de que va el asunto. Mientras tanto el Vito tendrá que esperar que venga algún productor norteamericano de esos que se están poniendo de moda y se lo lleve consigo. O mejor aún. Que decida el mismo financiar la serie. Al final vamos acabar dándonos la lengua con los americanos. Para bien y para mal. Mientras tanto. Que vivan las hormonas.
Como mismo sucede con Danny… pasa con muchas otras producciones independientes, documentales, cortos de ficción, animados, que se producen al margen del Icaic y del Icrt y que deben apelar a los canales informales para darse a conocer, y a veces ni eso. Y entonces, ¿cómo va a quedar memoria de todo ello? Es lamentable porque en ellos está en gran medida el verdadero palpitar de la Cuba de hoy…