El reconocido y multilaureado cineasta español Manuel Gutiérrez Aragón se encuentra en la Habana como jurado de guion inédito en el 36 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
Ha perdido la cuenta de la cantidad de veces que ha viajado a Cuba desde que vino por primera vez en 1977. Ha estado siempre muy vinculado a nuestro cine. Dirigió el filme Cosas que dejé en La Habana (1997) y Una Rosa de Francia (2005). Produjo la serie sobre música cubana Música para vivir con diversos realizadores cubanos como Pavel Girud y Aturo Sotto, entre otros documentales sobre nuestra Isla.
Cuenta que llegó al cine “por accidente”: “Fui a Madrid a estudiar periodismo, pero no había plazas y matriculé en la Escuela de Cine. Descubrí después que hacer películas es un tóxico, muy adictivo y podía ganar dinero más rápido que como periodista. Aunque yo lo que quería era escribir. Comencé haciendo guiones, sin considerarlos una pieza literaria”.” Declaró a OnCuba el realizador miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y Premio Nacional de Cinematografía de España.
A su juicio, ¿qué debe tener un buen guion para llevarse un Coral?
Es difícil leer guiones porque es muy complejo encontrar el punto de vista desde el que están escritos. En ello suele tardarse mucho el lector, en encontrar por dónde leerlos y descifrar qué tono tienen y qué quiso transmitir el guionista. Cuando ya llevas unas cuantas páginas comienzas a encontrarle el sentido de los personajes y el tono. Un buen guion se distingue sobre todo porque es interesante desde el principio. Cuando tú logras que el lector, que no es un simple lector de novelas, sino un director, productor o distribuidor, se enganche en las primeras páginas, ya llevas mucho adelantado. Y luego debe cerrar bien arriba, tener un gran final.
¿Cómo valora este Festival en su rol de difusor del cine latinoamericano en el mundo?
Es un festival de referencia en todo el orbe, no solo en este continente. Lleva muchos años, lo que es difícil de lograr. Es uno de los festivales más antiguos que existen en el mundo, que ha sobrevivido a muchos avatares, lo que es ya un punto a su favor. Es el evento cinematográfico más prestigioso de Latinoamérica y todos quieren estar aquí. El solo hecho de seguir y continuar siendo un evento de referencia creo que es más que suficiente para admirarle. Por otro lado, el público ve películas que no ve luego en otro sitio y para nosotros los cineastas es el momento para ponernos al día sobre lo que está sucediendo.
Ha estado muy vinculado con Cuba, ¿cómo han surgido sus proyectos cinematográficos?
Como mucha gente en España, mi familia por ambos lados, el materno y el paterno, tienen inmensos vínculos con Cuba porque mi padre era cubano. Cuando vine por primera vez a Cuba sentí que volvía a casa de mi abuela porque olía exactamente igual, la gente hablaba como ella. Esa relación no existe entre ningún otro país europeo y otro latinoamericano. Llego a Cuba por lazos familiares principalmente y luego me inspiré con sus temáticas.
Su cine se caracteriza por un gran sentido plástico y narrativo, ¿cómo prefiere que lo recuerden?
Los autores somos muy malos a la hora de definir nuestras obras. Creo que por un lado mi obra tiene mucho de testimonio, de registro de una época, y por otro de experimental porque tengo obras de temática libre, casi fantástica, como por ejemplo una en la que el protagonista es un oso que habla. Mi obra está entre el testimonio y lo fantástico, es como decir que estoy en todas partes y en ninguna.
Con Todos estamos invitados (2008), su más reciente cinta, anunció su retiro del cine, sin embargo regresó con el documental Coloquio en la Residencia (2010) ¿En qué trabaja ahora?
Yo me retiré de los largometrajes para realizar obras más cortas. Uno cuando se retira del cine puede volver en cualquier momento que lo estime, no hace un juramento ante la Biblia de carácter definitivo. Puedo regresar con otro proyecto que me seduzca en cualquier momento. Mi vida en el cine ha sido muy larga y lógicamente siempre seré un director de cine, pero en estos momentos me dedico más a escribir novelas y a impartir cursos y talleres de cine, esas cosas que antes no podía hacer porque no tenía tiempo.
¿Qué consejo le legaría a las futuras generaciones de cineastas?
Que de deben remitirse siempre a la realidad misma y no a otras películas que ya se han hecho. Los cineastas contemporáneos tienen cierta tendencia a remitirse a cintas que han visto. Una de las cosas que aprendimos los de mi generación fue a remitirnos al mundo y a las personas que nos rodean y no a lo que han hecho anteriormente otros.
¿Qué opina del cine cubano contemporáneo?
Se encuentra en el mismo estado del cine mundial. Ahora mismo en vez de existir obras emblemáticas como antes, las obras son muy múltiples. Han estallado los formatos, se hacen para DVD y se cuelgan en internet. Creo que los cineastas cubanos no están ajenos a esos fenómenos a pesar de ser tendencias norteamericanas y europeas. Noto una gran variedad, mientras que antes había una temática mucho más comprometida.
¿Y del cine español que se realiza hoy día?
Le pasa un poco lo mismo. Las nuevas generaciones ruedan con mayor facilidad debido a la democratización de las tecnologías. Las películas no son tan complejas como las que nosotros hacíamos, pero son muy buenos cineastas la mayoría y conectan muy bien con el público.
¿Qué es lo que más le interesa transmitir como cineasta?
Que uno empiece a contar una historia de una manera y la termine de otra, que la obra termine transformándote a ti. Siempre he dicho que no se pueden hacer películas solo por hacerlas, es necesario tener un porqué realizarla, cuando encuentras ese porqué, el por qué hago esta película y no otra, es cuando único es válido filmar. Cuando encuentras la respuesta, no debes dejarla escapar. Sin motivos no se vale, porque el cine no es filmar por filmar.